El increíble trabajo de los intérpretes de lengua de señas para inmigrantes sordos
Cuando a los 17 años, Anthony Díaz conoció a un tío con discapacidad auditiva que vino de México a Los Ángeles, decidió entrar a estudiar el lenguaje de señas para personas sordas para poder comunicarse con él y desarrollar una relación. Lejos estaba de imaginar que un día abriría su propio negocio de servicios de interpretación de lenguaje de señas americanas (ASL) en español y en inglés, y estaría sirviendo en las cortes de migración a inmigrantes sordos.
“Era una época de mi vida que no sabía qué hacer. Estaba metido en la música, pero entonces vino la recesión en 2011 y decidí que tenía que buscar una profesión que me dejara para vivir”, recuerda Anthony, hijo de padres inmigrantes.
El lenguaje de señas es un sistema de señas y gestos manualeAyus empleados por las personas o quienes sufren de algún tipo de deficiencia auditiva. No existe un solo idioma de señas en el mundo sino que cada país o región tiene el suyo propio que se adapta a su gramática, sintaxis, modismos y expresiones.
Anthony se puso a estudiar el lenguaje americano de señas (ASL) empleado en Estados Unidos, en el Colegio Comunitario del Este de Los Ángeles, y le fue gustando.
“De la curiosidad pasé al enamoramiento de este tipo de lenguaje”, cuenta. Después continuó su preparación en el lenguaje de señas en el Camino College de Torrance.
Cuando terminó de estudiar, su primer trabajo fue en una iglesia católica para sordos de Los Ángeles.
“Estuve ahí tres años que me ayudaron mucho a desarrollarme como intérprete porque es una iglesia muy diversa. Un profesor sordo, el doctor Tomás García, me ayudó mucho”, recuerda.
Anthony ya lleva nueve años como intérprete, y sus servicios son muy requeridos. Se la lleva ocupado. “Hace dos años formé en San Pedro la empresa Interpret that! con intérpretes especializados en el lenguaje de señas americanas en español e inglés que entienden a la comunidad latina y afroamericana con discapacidad auditiva”, comenta.
Hay muchos intérpretes del lenguaje de señas, pero no son suficientes. “Tampoco no hay muchos con certificación. La mayoría son mujeres americanas blancas”, dice.
Con apenas 30 años de edad, Anthony ha interpretado en eventos públicos para colegios comunitarios, cortes, iglesias y para el estado de California; y en eventos privados como bodas, quinceañeras y hasta funerales.
“El trabajo me apasiona, aunque a veces tenemos que interpretar en situaciones muy serias como cuando la persona para la que interpretamos está privada de su libertad y sus derechos y su destino está en juego. En esos momentos trato de no enfocarme en lo triste sino en hacer mi trabajo con la mejor calidad y profesionalmente”, expone.
Anthony ha servido como intérprete para individuos sordos en audiencias en la corte de migración del Centro de Detención de Adelanto, y muchas veces no cobra por sus servicios. “Anthony hace un trabajo increíble como intérprete”, dice la abogada en migración Mercedes Victoria Castillo quien ha usado sus servicios con clientes inmigrantes que tienen discapacidad auditiva.
La Oficina de Acceso para los Sordos estima que en California, hay tres millones de personas sordas y deficiencia auditiva. En Los Ángeles y los condados aledaños, existen alrededor de 800,000. La Sociedad Nacional de Niños Sordos señala que el 90% de los niños con discapacidad auditiva nacen de familias con personas sordas.