Agente latina forma parte de la Unidad Antinarcóticos en la Estación 77th del LAPD

Es una de las pocas mujeres que participan en patrullaje y operativos en Sur LA que buscan reducir los negocios que lucran con la venta ilegal de drogas

Cientos de agentes del LAPD han enfermado de COVID. / fotos: Aurelia Ventura.

Cientos de agentes del LAPD han enfermado de COVID. / fotos: Aurelia Ventura.  Crédito: LA Opinión

Romina Torres recuerda vívidamente cuando de niña vio la película The Fugitive, una cinta protagonizada por Harrison Ford donde hace el papel de un médico acusado de asesinato que luego de darse a la fuga es buscado sin descanso por la agencia federal del U.S. Marshals.

Aunque suene insólito, este fue el detonante que motivaría a la pequeña —de entonces solo 7 años de edad— a escoger su futuro. Ella ya había decidido ser una agente del orden.

“Era una niña y siempre hablaba de eso. Mi mamá decía: ‘Se le va a pasar… [después] va a querer ser algo más’”, contó Torres con una sonrisa ya que desde entonces nunca cambió de opinión sobre su carrera.

Desde hace ocho años, Torres trabaja para el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) y está asignada a la Unidad Antinarcóticos en la Estación 77th —considerada una de las sedes más peligrosas de toda la agencia por su alto número de pandillas y crimen.

La Unidad Antinarcóticos (Narcotics Enforcement Unit) se encarga de investigar y catear no solo personas si no también negocios que lucran con la venta ilegal de drogas.

Esto permite detener el aumento de crimen en los vecindarios cercanos. Hoy la agente Torres, de 31 años de edad, forma parte de este esfuerzo.

“Ahí conviví mucho con los policías y ellos me recomendaron que me metiera al Departamento de Policía [como agente] para ver si me gustaba”, contó la joven de raíces mexicanas.

Así que después de obtener su licenciatura en justicia criminal y español en CSUSB, solicitó su admisión a la academia de policía. Seis meses después fue aceptada en el LAPD.

Agregó que hace poco su madre le dijo que ya se había resignado a verla en su carrera. “Solo me dice que yo soy la que le sacó las canas”, contó la agente con un aire de orgullo.

Sin miedo a su profesión

La agente Torres se preparó desde muy temprano este viernes para liderar el operativo que dio inicio a mediodía.

Protegida con un caso y un chaleco antibalas, donde lleva cartuchos, navaja y radio; además de un cinturón, en el que carga esposas, arma y placa, procedió con la misión. La agente confesó todo ese equipo que lleva encima le suma a su peso unas 20 libras.

Al llegar al área indicada en el Sur de Los Ángeles, casi una decena de autos de las fuerzas del orden rodearon un dispensario de marihuana ilegal.

Al mando se encontraba la agente Torres, quien dio las instrucciones a una veintena de uniformados y civiles —que incluyo a miembros de la policía así como otras agencias como el Departamento de Electricidad, el Departamento de Impuestos y el Departamento de Tabaco, entre otros.

Y asegura que desde que comienza alguna operación, no hay tiempo para dudas ni temores.

Mientras un agente hablaba en el altavoz para identificarse con los individuos que se hallaban en el dispensario, Torres y otros agentes cortaban un candado para abrir la puerta de metal y sacar más rápido a los involucrados —que estaban dentro vendiendo o comprando la marihuana.

“Cuando nos metimos [al dispensario] una de las puertas estaba asegurada y la tuvimos que forzar para entrar”, dijo la agente Torres.

Dentro del lugar ilegal se encontraron a 22 personas que fueron detenidas y que al inicio se negaban a delatarse entre sí.

La agente Romina Torres lleva ocho años en el Departamento de Policía del LAPD. / foto: Aurelia Ventura.

Torres dijo que esto es muy común en los cateos ya que los mismos clientes evitan dar datos de otro porque temen ser víctimas de las pandillas —que usualmente son quienes supervisan los dispensarios.

“Cuando hablas con ellos [los detenidos] siempre te dicen que llevan cinco minutos en el dispensario, que no conocen a la gente o no vieron quien los atendió o que acaban de entrar a trabajar ese mismo día”, contó Torres.

De igual forma, agregó que mientras realiza su trabajo en el operativo, su energía cambia completamente. “No te dan miedo las cosas a veces”, reconoció. “Ya cuando sales del trabajo te pones a pensar y dices: ‘Me hubiera podido pasar algo malo’, entonces ya te preocupas… Pero cuando estás en el trabajo no tienes tiempo de tener miedo”.

Agrega que en la Unidad Antinarcóticos, el trabajo de liderazgo rota entre los miembros del equipo ya que conlleva varios pasos.

El líder asignado se convierte en el investigador principal para vigilar y conducir la orden de cateo de principio a fin.

Esto incluye hacer las entrevistas con los incriminados, obtener pruebas, realizar reportes de los arrestos y propiedad decomisada, y presentar toda la evidencia al juez.

“Ese día [el líder] da el reporte informativo y se encarga de todas las tácticas del día”, contó Torres.

El detective Nick Jorge Vascones III, supervisor de la Unidad Antinarcóticos de la Estación 77th del LAPD, dijo que el equipo ha estado realizando un trabajo
impresionante.

Explicó que al inicio de 2019, identificaron 80 dispensarios ilegales en el área supervisada por la estación 77th y que en la actualidad han quedado reducidos a 30. No obstante, el trabajo no ha terminado. “En esta área solo tenemos tres dispensarios de marihuana legales”.

El detective Nick Jorge Vascones III. / foto: Aurelia Ventura.

También dijo que hay muchas razones para remover los dispensarios ilegales, empezando por los productos dañinos que se venden.

“Ahorita estamos encontrando que la marihuana tiene pesticidas y fentanilo y eso es muy peligroso”, dijo Vascones III y aseguró que estos componentes pueden llegar a causar la muerte.

Los agentes del orden asumen que la razón por la que la marihuana ahora tiene esos químicos es debido a la alta demanda.

“A lo mejor la están creciendo en un lugar que no es sanitario y lo hacen bien rápido para ganar dinero y le echan pesticidas”, dijo Vascones III. “Entonces la gente compra y no sabe lo que se están metiendo”.

No obstante, el detective también aseguró que en ocasiones es difícil que el mismo cliente conozca la diferencia entre un dispensario legal e ilegal. “Porque es un negocio con el letrero y no saben la verdad”.

Los agentes registran el lugar donde se encontró marihuana.

Uno menos en las calles

Al final del cateo de ayer, la agente Torres dijo sentirse bien de terminar el día con buenos resultados.

“Me gusta saber que todos podemos hacer un cambio, como la otra vez que un muchacho que se metió a [un dispensario] para esconder una pistola… Si cerramos estos lugares ya no van a tener a dónde correr”, indicó.

Dijo que disfruta mucho su trabajo y motivó a otras mujeres que lo estén considerando que lo hagan, siempre y cuando esta sea su pasión.

“Te tiene que nacer. No es algo que lo vas a practicar y te va a gustar después. Tienes que amar tu trabajo porque los hombres quieren que hagas lo mismo que ellos porque te están pagando igual y estás en una carrera que es 80% hombres”, dijo la agente Torres.

“Como hoy que me tocó romper la puerta… Estuve lista, hago ejercicio y todo lo puedo lograr”.

Agregó que en un futuro cuando llegue a tener su familia tal vez se retirará de este trabajo que es más peligroso en las calles y optará por una posición “detrás de un escritorio” pero siempre en el Departamento de Policía.

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