Víctima de abuso sexual obtiene residencia permanente para ella y su esposo

Esperanza Iba por el programa de DACA, pero el abogado al revisar su expediente se dio cuenta que podía calificar para la visa U

José y su esposa Esperanza muestran orgullosos y felices sus tarjetas de residencia. (Aurelia Ventura/ La Opinión)

José y su esposa Esperanza muestran orgullosos y felices sus tarjetas de residencia. (Aurelia Ventura/ La Opinión)  Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinión

Cuando a los 14 años, Esperanza Clara de Jesús fue víctima de una violación, jamás se le ocurrió pensar que a través de esa tragedia que la marcó de por vida, podría dejar de ser indocumentada no solo ella sino su futuro esposo a quien en ese momento no conocía.

El abogado en migración Alex Gálvez sorprendió a la pareja esta semana con la buena nueva de la tarjeta de residencia. “Yo sí sabía que ya había llegado, pero mi esposo no, lo traje con la promesa de que nos iban a regalar un premio en la radio. Pero, premio de qué, me preguntaba. Es sorpresa, espérate, le decía. Él pensó que eran unos boletos para ir a Disneylandia”, afirma Esperanza.

Pero en realidad reconoce que nunca, nunca imaginó llegar a contar con la residencia permanente, y que iba a poder ayudar a mi esposo a hacerse residente. “La felicidad que siento es algo que no se puede describir”, dice sonriendo.

Esperanza es de Puebla, México. “Mi mamá nos trajo a los Estados Unidos a mis hermanos y a mí en 1992, cuando yo tenía 10 años. Llegamos a vivir al condado de Orange”, recuerda.

Manuel De Jesús Gutiérrez con su esposa Esperanza de Jesús, su hija Samantha y el abogado Alex Gálvez. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Cuatro años después, una tragedia cambiaría su vida para siempre. Esperanza fue abusada por un amigo de la familia. “Lo denunciamos y pasó como diez años en prisión”, agrega.

A los 19 años, Esperanza conoció en el restaurante para el que trabajaba a Manuel de Jesús, un inmigrante de Querétaro, México, quien laboraba como cocinero. “Tres años después nos casamos”, dice. Ambos son padres de Samantha, una niña de un año y medio.

Cuando en 2012, el presidente Obama aprobó la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), Esperanza fue a ver al abogado de migración para que la ayudara con su solicitud para obtener el alivio migratorio decretado.

“Pero cuando él revisó todo mi expediente, se dio cuenta que yo había ido a corte y que había sido víctima de un delito grave. Me propuso que podíamos hacer algo mejor que DACA, solicitar la visa U”, comenta.

La visa U se entrega a personas que son víctimas de delitos muy serios que colaboran con la policía.

Manuel de Jesús con su esposa Esperanza De Jesús. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Sometieron la petición para la visa U en agosto de 2012. “Nos llegó la Visa U en el 2014. Este año en marzo, solicitamos la residencia”, dice.

Fue el abogado Gálvez quien le hizo ver que su esposo podía ser incluido en la petición.

“Los dos éramos indocumentados. La verdad que ni yo ni mi esposo pensamos que alguna vez íbamos a poder estar legalmente en este país”, platica.

A Esperanza, los ojos se le enrojecen cuando recuerda que fue la violación que sufrió siendo menor de edad, la que le abrió las puertas para la residencia.

“No sabía de la visa U. Yo iba por el DACA”, precisa.

Sin embargo, cuando el abogado Gálvez le dijo que existía esa posibilidad, no lo pensó, se puso en sus manos y se olvidó del DACA. En marzo de 2013, le llegó su primer permiso de trabajo. A su esposo, le llegó tres meses después.

La violación fue algo muy duro. A veces digo, ¡ya lo superé! Pero al momento de hablarlo, sale ese dolor porque es como volver a vivirlo. En casa ya no se toca ese tema. Ya lo dejamos atrás. No digo, qué bueno que pasó, pero por lo menos de algo malo, salió algo bueno. La vida me ha compensado. Algo hice bueno porque me mandó un buen compañero, una hija que es un milagro porque yo no podía concebir y tuvimos que someternos a muchos tratamientos de fertilidad”, expresa.

Lo que jamás nunca pensó es que ella pudiera ayudar a su esposo a arreglar la residencia. “Cuando el abogado revisó el caso, dijo que no nos garantizaba nada, pero que iba a incluir a mi esposo en la petición de la Visa U

La residencia permanente no podía llegar en mejor momento. “Al principio, no teníamos miedo porque no se escuchaba tanto de las consecuencias que uno podía estar aquí sin papeles. Incluso cuando ya habíamos metido los documentos para la residencia y salió la ley de la carga pública, pensamos que a lo mejor nos iban a regresar a nuestro país, que ahí nací, pero en realidad no lo conozco porque aquí crecí. Y si nos preocupaba que nos fueran a regresar”, observa.

Manuel De Jesús Gutiérrez con su esposa Esperanza De Jesús y su hija Samantha.(Aurelia Ventura/La Opinión)

Esperanza confía que su mayor deseo como residente permanente de los Estados Unidos es viajar a México.

“Queremos ir ya, pero no se puede. Esperamos viajar para febrero del año que entra. Tengo 27 años que no voy. Quiero ir a visitar mi pueblo Izúcar de Matamoros en Puebla. Ya quiero pisar México y dar gracias en la Basílica de Guadalupe por mi bebé milagro y por la residencia”, expresa.

Su esposo Manuel de 41 años confiesa que él sueña con ir a México para encontrarse con su mamá a quien no ha visto desde 1997, fecha en que emigró a los Estados Unidos. Tenía 17 años cuando dejó su natal Querétaro. “Estoy muy contento. Ser residente es algo muy grande, que muchos desean y no pueden tener”.

Ambos coinciden en que, en cinco años, quieren hacerse ciudadanos de los Estados Unidos.

Visas U: La llave de oro

Esperanza recomienda a los inmigrantes indocumentados que son víctimas de un delito, ver a un abogado de migración. “Es un proceso largo, puede ser fastidioso. Así que hay que armarse de paciencia y tener todo en orden, pero la espera vale la pena para llegar a obtener el regalo de la residencia que nos permite un mejor futuro y vivir tranquilamente aquí”, indica.

El abogado Gálvez afirma que el proceso para las visas U se toma en la actualidad hasta cinco años, antes se llevaba tres o cuatro años cuando mucho.

“Lo bonito es que resulta en la residencia y cubre a personas que no estuvieron involucradas como el esposo de Esperanza. En ese caso pudimos convencer a migración que la víctima sufriría mucho si la separaba de su compañero”, explica.

También puede cubrir a hijos o a padres, añade. Y detalla que el delito más bajo que puede calificar para la visa U, es un asalto que resulta en lesiones.

“Una vez que obtienen la visa U, en tres o cuatro años pueden solicitar la residencia, y en cinco la ciudadanía”, explica. “Yo llamo a la visa U, la llave de oro para la residencia”, sostiene.

En el caso de Esperanza, le han solicitado la visa U a su madre ya que testificó en la corte por el caso de violación de su hija en 1997.  “Ella está feliz porque nosotros ya estamos tranquilos”, dice Esperanza.

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