Latino viajó dos meses para conocer a su hija pero Trump lo envió a un país que ni siquiera es el suyo

Su hija nació en EEUU pero él no la ha podido ver a pesar de haber pedido asilo

Las deportaciones no se tradujeron en mayor seguridad en localidades que colaboran con ICE.

Las deportaciones no se tradujeron en mayor seguridad en localidades que colaboran con ICE. Crédito: Archivo | ice.gov

Erwin José Ardón Montoya llegó llorando el sábado a la mísera casa de adobe que su padre tiene en Trujillo, el primer lugar en Centroamérica donde puso sus pies Cristóbal Colón, hace más de 500 años, que en su día fue la capital de Honduras y que ahora sobrevive junto al mar del Caribe haciendo gala de su pasado colonial y su atractivo turístico.

Montoya, de 23 años, había escapado de allí hace dos meses: “Quería ver a mi hija, ayudarla”, explicó entre sollozos a la agencia de noticias The Associated Press, mientras sus propios padres trataban de consolarle.

La madre de su hija había viajado a Estados Unidos y la niña había nacido allí este mismo año, obteniendo así la nacionalidad estadounidense.

Pero al intentar seguir su camino, Montoya fue detenido por la Patrulla Fronteriza en El Paso (Texas). Pidió asilo, pero terminó convirtiéndose en el primer centroamericano afectado por la nueva política del Gobierno de Donald Trump de hacer esperar a los migrantes al resultado de su solicitud no ya en México, en vez de Estados Unidos, sino en zonas remotas de Guatemala.

“Me pidieron toda mi información”, explica, “luego hablé con un juez que decidiría si me quedo o no; luego me dijeron que firmara una carta de deportación”.

Montoya se dijo sorprendido porque el avión en el que le metieron terminara aterrizando en Guatemala, donde, según explica, fue bien tratado. Pero rechazó la oferta de asilo que este país le dio, que incluía trabajo y una vivienda, prefiriendo no estar solo y volver con su familia.

Así, el viernes fue trasladado, también en avión, a San Pedro Sula, ya en Honduras, donde pasó la noche para abordar luego un autobús de vuelta a las polvorientas calles de Colón.

Con su bolsa verde de viaje hecha ya pedazos, fue recibido por sus padres y otros familiares con tortillas recién hechas en la casa de tejado de zinc y muros de cemento a medio construir por falta de dinero.

Es el mayor de cuatro hermanos (el menor tiene 6). Su madre hace jugo que su padre vende a trabajadores de la palma en su ciudad, una industria afectada por la sequía y que, según cuenta, está pasando una mala época: “Si no hay palma aquí no hay dinero”, explica el padre, Juan Rolando Padilla.

Su hijo sigue soñando con reunirse con su hija en Estados Unidos. Quizá el año que viene, después de Navidades, lo vuelva a intentar, dice.

La nueva regla de Trump para los inmigrantes

El Gobierno que preside Donald Trump publicó el pasado martes en el Registro Federal la regla que rige los acuerdos de cooperación firmados con Guatemala en julio, y con El Salvador y Honduras en septiembre. La regla entró ese mismo día, afectando a todos los que trataran de entrar desde entonces en el país tanto de forma irregular como a través de puertos de entrada.

Su justificación cita la llegada de cientos de miles de migrantes a la frontera (1,1 millones en el último año fiscal), que “a menudo” no logran ver admitida su solicitud de asilo y son finalmente rechazados. El retraso acumulado en las cortes migratorias (980,000 casos, de los que más de la mitad son peticiones de asilo) lleva a que cada caso tarde en resolverse una media de dos años y medio, durante los cuales los solicitantes podrían vivir y trabajar en Estados Unidos.

El Gobierno ha intentado evitar esto último llegando a un acuerdo con México para que los solicitantes de asilo esperen allí a la resolución de su caso. Pero, con los nuevos acuerdos firmados con los países centroamericanos (casi la mitad de solicitudes de asilo pendiente provienen de allí), ahora además puede enviarles a los migrantes, tanto a los suyos como a los de otras nacionalidades.

La regla afecta a los migrantes que hayan pedido asilo en Estados Unidos sin antes hacerlo en alguno de los países seguros que cruzaron durante su camino.

La ley estadounidense permite rechazar a estas personas, considerando que, si venían huyendo de una amenaza para sus vidas, bien pudieron quedarse en el primer país seguro al que llegaron sin necesidad de seguir su camino más allá.

Estados Unidos tiene un acuerdo de este tipo con Canadá desde 2002 (aunque este país no está incluido en la nueva regla), y este año firmó acuerdos con GuatemalaEl Salvador y Honduras.

Guatemala estaba ya preparada para recibir a los primeros migrantes expulsados en el departamento de Petén, una zona remota que es famosa entre los turistas por sus ruinas mayas.

Por Bruno G. Gallo


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