De Óscar de la Hoya a Andy Ruiz: el orgullo mexicano en una comunidad que a veces sufre con la identidad
Opinión: no ha habido un héroe deportivo mexicoamericano como el campeón de los completos
“Siempre le metí en la cabeza a Andy que él es un mexicano y un estadounidense, que representamos a ambos países”.
Eso es lo que su padre, del mismo nombre, le decía a un joven Andy Ruiz mientras éste crecía en Imperial Valley, en la esquina sureste del estado de California.
Había, obviamente, una razón para hacerlo: los hijos de inmigrantes mexicanos que nacen y crecen en Estados Unidos están expuestos a enfrentar conflictos de identidad.
En otras palabras, muchos de ellos sufren para determinar si son mexicanos o si son “americanos”. Y aunque en realidad ellos son ambas cosas -como lo dijo Andy Ruiz padre-, también es cierto que muchos niños y jóvenes mexicoamericanos crecen un poco confundidos o con timidez acerca de su pertenencia nacional.
Andy Ruiz, el sorprendente campeón mundial de los pesos completos, puede ayudar a seguir dándole orgullo a la comunidad mexicoamericana; puede en verdad convertirse en un ejemplo y una motivación.
En mi experiencia como reportero de deportes en Estados Unidos me ha tocado conocer y seguir en coberturas a muchas decenas y tal vez algunos cientos de atletas mexicoamericanos. Muchos fueron peleadores.
Las preguntas suelen ser recurrentes: ¿De dónde vino tu familia? ¿Cómo fue tu infancia? ¿Quiénes te inspiraron? ¿Cómo describes tu orgullo nacional?, etc.
Las respuestas de muchos de estos inquebrantables deportistas, casi siempre con problemas para completar frases en español, se parecen: se mencionan orígenes humildes, sueños de salir adelante, amor por la familia, orgullo mexicano… Un orgullo que se acomoda bien cuando hay ejemplos de éxito.
Óscar de la Hoya no fue el primer atleta mexicoamericano de élite, pero sí el primero que se convirtió en una superestrella global. Su emocionante medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, dedicada a la memoria de su madre, impulsó la leyenda del “Golden Boy” y luego su calidad e inteligencia le permitieron dominar una era, generando enorme fama y fortuna.
Pero Óscar, admirado y todo, no pudo conquistar los corazones de muchos estadounidenses, ni mucho menos de los mexicanos; sus dos triunfos sobre un Julio César Chávez en decadencia deportiva le acabaron de negar para siempre el abrazo mexicano, sin importar que él hubiera levantado en sus manos ambas banderas en el ring.
Vamos, hasta el día en que una estatua en su honor fue develada afuera del Staples Center en Los Ángeles no hubo nadie para aplaudirle y sí artículos en diarios cuestionando la legitimidad del reconocimiento.
Quien esto escribe defendió la estatua del “Golden Boy” en las páginas de Los Angeles Times.
A diferencia del “Golden Boy”, Andy Ruiz llegó a la fama contra todo pronóstico, nunca tuvo una posición de privilegio, por supuesto su físico no es el prototipo de un “campeón” y su sencillez derrama con facilidad.
Pero claro, tal vez no habría Andy Ruiz sin el camino pavimentado por Óscar de la Hoya y otros campeones del pasado.
De la Hoya, por cierto, cree que su “paisano” californiano volverá a ganar: “Probablemente le tiene tomada la medida. Ruiz estará mejor, más rápido y más fuerte. No creo que Anthony Joshua vaya a corregir nada”, declaró a medios.
El triunfo de Ruiz el 1 de junio sacudió al deporte mundial y le dio a la comunidad mexicoamericana, la cual siempre ha vivido muy ligada al deporte del boxeo, un momento especial. Uno de los suyos se coronó rey de la división reina, algo sin precedentes.
La hazaña contagió también a una afición en México mucho menos prejuiciosa que antes respecto a quienes no nacieron en su territorio, con Ruiz siempre mostrando orgulloso una bandera tricolor.
Si este sábado puede hacerlo otra vez contra Anthony Joshua en la pelea de revancha, el “gordito” empezará a ser ídolo.