Coronavirus, California: Una semana de ansiedad en Los Ángeles

El centro de Los Ángeles está desierto por la cuarentena del coronavirus.

El centro de Los Ángeles está desierto por la cuarentena del coronavirus. Crédito: ETIENNE LAURENT | EFE

A primera vista, la vida bajo el coronavirus en Los Ángeles y toda California no parecía diferente al resto del país.

Y comparado con el cercano estado de Washington, California no tiene un foco desde donde se registraron decenas de casos confirmados.

Es más, el número total de éstos en el Estado Dorado es de menos de 1,000, con 17 muertos. Estos no son números oficiales, porque dichas cifras se han mantenido artificialmente bajas como se explicará.

Si bien trágico, no parecería tanto, tomando en cuenta que el mismo día en Italia murieron 475 personas, y ayer 435.

Y sin embargo, el gobernador Gavin Newsom acaba de ordenar que 40 millones de californianos se queden en sus casas, una medida extraordinaria. Newsom y el alcalde de Los Ángeles, la ciudad donde vivo, Eric Garcetti, ya habían hecho separadamente, llamados para que las personas mayores de 65 años se queden en sus casas.

Además, y casi de un día para otro, las autoridades —a las que agrego a las del Condado de Los Ángeles— dispusieron el cierre de escuelas y universidades, de negocios que no sean farmacias o supermercados, de los cines y de eventos deportivos y
culturales.

En dos palabras, casi todo.

A iniciativa de la Supervisora de Condado Hilda Solís, que representa un distrito de mayoría latina, el condado anunció una moratoria en los desalojos residenciales y comerciales. El plazo vence el 31 de mayo y otorga a los inquilinos seis meses a partir del fin de la emergencia del coronavirus para pagar la renta atrasada.

Que los gobiernos locales —estado, condado, ciudad— sean tan activos no es solamente un testimonio de su ansiedad. Es también una muestra de la parálisis del gobierno federal.

“Seguimos viendo un aumento enorme en el número de casos confirmados”, dijo la directora de salud pública del estado durante una conferencia de prensa, agregando que el aumento puede deberse, en gran parte, a la mejor capacidad de
examinaciones.

El consejo para quienes se sienten mal es correcto: vuelve a casa, enciérrate, junto con tus seres queridos, por al menos dos semanas.
Si la situación empeora claramente, llama a tu proveedor de salud o al condado, o a los números de emergencia, para que te admitan.
El 80% de los que portan el virus no mostrarán síntomas. Y no se sabe aún si son contagiosos o no. Por las dudas, asumen que lo son. El 75% de los que llegan al hospital vuelven a sus casas para reposar y atender los síntomas porque cura, no la hay — todavía. Y de los que quedan en el hospital, el 75% o más se recuperará.

El ritmo de crecimiento de los casos constituye el mayor problema en esta crisis histórica.

Una gran cantidad de casos podría inundar y sobrepasar la capacidad del sistema de salud de California. El sistema colapsaría, incapaz de servir a la población. Y muchos médicos y enfermeros a su vez, podrían ser víctimas de la epidemia. Lo que constituye la peor parte de esta etapa de la pandemia.

Porque se trata de ganar tiempo.

En estas circunstancias y en estos días, lo que procede es aminorar el ritmo de expansión de las víctimas para que no colapse la atención
médica. Hacerlo más lento. Para ganar algo de tiempo mientras llegan más respiradores, más pruebas, mientras se desocupan las camas en los hospitales. Mientras ingresan nuevos medicamentos al arsenal.

Teniendo claro el objetivo, se entienden mejor las medidas.

Así, el domingo, el alcalde de Los Ángeles Eric Garcetti anunció en una acción de emergencia el cierre de bares, clubes nocturnos y restaurantes, con la excepción de comida para llevar, y envíos (tipo delivery). Cerraron cines, teatros y gimnasios. Un día después, el gobernador Newsom extendió una orden casi idéntica en todo el estado de California. Y el condado hizo lo propio en sus 88 ciudades, todos los bares, gimnasios y cines.

No se han tomado las acciones más drásticas: el cierre total de Los Ángeles, impidiendo que sus residentes salgan de su área o barrio y suministrando centenares de miles de equipos de prueba para separar a enfermos de sanos. Y de allí, ir apretando el cerco.

En estas circunstancias se esperaría que las fuerzas policiales se adelantaran para garantizar el orden. El martes, el Sheriff del condado de Orange, Don Barnes, en cambio redujo el contacto con el público, cerrando las oficinas al público en las bases, eliminando las visitas a las cárceles.

Y en los últimos días, el Sheriff del condado de Los Ángeles, Alex Villanueva, ordenó poner en libertad a una parte de los reos en las prisiones que administra.
Entre 600 y un millar. La idea es aliviar la presión sobre los agentes. Unos 50 de ellos fueron enviados a sus casas por dos semanas —a una auto cuarentena— por sospecha de que fueron expuestos al virus. Y Villanueva ordenó aumentar la vigilancia en torno a supermercados y farmacias.

Por su parte, el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) asignó a la mitad de sus detectives que trabajan en las seccionales a las calles de la ciudad para mantener el orden en estos momentos difíciles.

En cuanto a impartir justicia, los tribunales del condado de Los Ángeles, el sistema judicial más grande del país, cerraron sus puertas desde el miércoles 17.
Luego, el viernes 19, se anunció que reabrirán solo para atender casos de urgencia y emergencia. Quizás ni ello suceda.

El sistema educativo de California vació sus aulas en un esfuerzo sin precedentes de detener la expansión de la pandemia. En Los Ángeles, el plan alternativo de ofrecer cuidado infantil y de impartir estudios en 40 centros de familia expresamente creados, fue anulado por el riesgo de contagio.

El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD)abrió 60 centros de comida, que reemplazarán a las escuelas que suministran alimentos a niños de bajos
recursos. Aquí se puede encontrar un mapa de estos centros: bit.ly/2Qv3H1Y

La situación es volátil y cambia de día a día.

Gabriel Lerner es el editor en jefe de La Opinión.

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