El alarmante negocio de medicamentos falsos que crece por la pandemia de COVID-19
El floreciente mercado negro de medicamentos se aprovecha de países en vías de desarrollo, como los de América Latina
La misma semana en la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezó a hablar del brote del nuevo coronavirus como pandemia, se realizó una operación de seguridad en 90 países, varios de ellos de América Latina.
Agentes de Interpol y autoridades nacionales llevaron a cabo la Operación Pangea XIII, la cual logró la detención de 121 personas y la incautación de medicamentos apócrifos y de equipo médico de baja calidad valorados en $14 millones de dólares.
Desde Asia, África y hasta América, al igual que en páginas en internet, ha florecido un lucrativo mercado negro de productos sanitarios, en especial medicamentos, por la emergencia mundial del COVID-19.
Según la OMS, el comercio de fármacos falsificados -que incluye medicamentos que pueden estar contaminados, caducados, o contener el ingrediente activo incorrecto o inexistente- asciende a más de $30,000 millones de dólares en países de ingresos bajos y medianos.
Esto llevó al organismo mundial a emitir una alerta tras detectar “un número cada vez mayor de productos médicos falsificados que pretenden prevenir, detectar, tratar o curar el COVID-19”.
A esto se suman casos de desabasto de medicamentos usados para otras enfermedades que algunas autoridades han señalado como posibles fármacos para tratar a pacientes con el virus.
Un par de ellos son la cloroquina y la hidroxicloroquina, mencionados en reiteradas ocasiones por el presidente de EEUU, Donald Trump, como posibles herramientas médicas para luchar contra la pandemia.
La Operación Pangea
Entre el 3 y el 10 de marzo, ya en plena pandemia, agentes de Interpol y autoridades locales confiscaron 34,000 máscaras falsificadas y 4.4 millones de unidades de fármacos, todo por valor de $14 millones de dólares en la Operación Pangea XIII.
Además, detectaron 2.000 sitios de internet que ofrecían esos productos y muchos más que afirmaban que podían “curar” el nuevo coronavirus.
El secretario general de Interpol, Jurgen Stock, dijo que este mercado ilícito durante la crisis de salud por el nuevo coronavirus “muestra un total desprecio por la vida de las personas”.
Además, especialistas como Pernette Bourdillion Esteve, del equipo de la OMS sobre productos médicos falsificados, advierte que éstos no solo no ayudan a tratar enfermedades.
“En el peor de los casos causarán daño de manera activa, porque podrían estar contaminados con algo tóxico”.
La cadena de suministros
La industria farmacéutica mundial es un negocio de más de un billón de dólares que se ha visto afectado por la emergencia del COVID-19.
Por una parte, la emergencia por el COVID-19 ha llevado a muchas familias de todo el mundo a abastecerse de medicamentos básicos, sean o no para tratar el nuevo coronavirus.
Al mismo tiempo, dos de los mayores productores de suministros médicos del planeta, China e India, han pasado por amplias cuarentenas, lo que ha hecho que la demanda mundial supere la oferta.
Compañías farmacéuticas en India le dijeron a la BBC que están operando al 50-60% de su capacidad normal.
“Probablemente no haya nada más globalizado que la medicina”, comenta Esteve.
Los productores y proveedores también están teniendo problemas porque las materias primas para fabricar tabletas ahora son tan caras que algunas compañías simplemente no pueden darse el lujo de continuar con su trabajo.
Un productor en Pakistán dice que solía comprar las materias primas para un medicamento antipalúdico llamado hidroxicloroquina por alrededor de $100 dólares el kilo. Pero hoy, el costo ha aumentado a $1,150 dólares.
Ese es el escenario ideal que los contrabandistas han encontrado para lanzar su ofensiva ilegal.
“Cuando la oferta no satisface la demanda, se crea un ambiente en el que los medicamentos de menor calidad o falsos intentarán satisfacer esa demanda“, señala Esteve.
¿Qué pasa en América Latina?
Si bien los reguladores sanitarios de varios países de América Latina consultados por BBC Mundo no han detectado un aumento en el mercado negro de medicamentos, reconocen que el riesgo de una oleada de esos productos es latente.
La Operación Pangea XIII en Costa Rica, por ejemplo, logró el decomiso de más de 11.000 unidades de productos ilegales, entre ellos medicamentos y supuestos productos medicinales por valor de casi US$125.000, informó el Ministerio de Salud a BBC Mundo.
Además, fue detectado un laboratorio en San José que “fabricaba medicamentos sin registro sanitario, incluyendo productos sensibles” para la salud de los consumidores.
En Colombia, el viceministro de Salud Pública, Luis Alexander Moscoso, le dijo a BBC Mundo que se han detectado “presuntas irregularidades” sobre la introducción de productos que no cumplen con los requisitos de sanidad
“El gobierno ha enviado mensajes de advertencia, establecido lineamientos y realizado operativos para identificar hechos anómalos”, aseguró.
En Argentina y México, sin embargo, sus respectivas autoridades sanitarias en la materia indicaron a BBC Mundo que no habían detectado la aparición o circulación de medicamentos para tratar el COVID-19 en el mercado negro.
Otros países no respondieron a las solicitudes de información, pero la Red de Autoridades en Medicamentos de Iberoamérica, en la que participan 22 países de la región, explicó que tiene activado el sistema FALFRA.
A través de él, cada país notifica los casos de “medicamentos falsificados y fraudulentos detectados y comercializados dentro de los canales legales y/o ilegales”.
Pero advierte: “Las actuaciones nacionales no suelen ser completamente efectivas dado que, al tratarse de un problema global, la lucha contra este problema depende de la cooperación internacional”.
Ante esto, la OMS ha pedido “mayor vigilancia” a las autoridades de cada país para evitar la distribución de productos médicos falsificados, tanto en las calles como en internet.
“Los compradores y consumidores deben ser especialmente cautelosos con estas estafas en línea y poner atención al comprar cualquier producto médico, ya sea a través de internet o no”, dijo un representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) a BBC Mundo.
La hidroxicloroquina
El suministro global de antipalúdicos se ha puesto bajo amenaza en las últimas semanas.
Desde que el presidente Donald Trump comenzó a referirse al potencial de la cloroquina y un derivado relacionado, la hidroxicloroquina, como cura del COVID-19, ha habido un aumento global de la demanda de este fármaco para la malaria y el lupus, entre otras enfermedades.
En México, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, dijo a finales de marzo que hubo una gran demanda que agotó las existencias del fármaco mencionado por Trump.
“Entonces, desafortunadamente, eso llevó a desabasto en las farmacias privadas de estos medicamentos y sabemos que hay personas con enfermedades inmunológicas que hoy los necesitan”, señaló.
La OMS ha dicho en repetidas ocasiones que no hay evidencia definitiva de que la cloroquina o la hidroxicloroquina sirvan contra el virus que causa COVID-19.
“Hacemos un llamamiento a las personas y los países para que se abstengan de utilizar terapias que no hayan demostrado su eficacia en el tratamiento del COVID-19”, dijo el director del organismo, Tedros Adhanom.
“La historia de la medicina está plagada de ejemplos de medicamentos que funcionaron sobre el papel, o en un tubo de ensayo, pero que no dieron resultado en seres humanos o incluso resultaron dañinos”, advirtió.
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En África, el continente donde más prolifera el mercado negro de medicamentos, a medida que la demanda se disparó, la BBC descubrió que grandes cantidades de cloroquina falsa circula en República Democrática del Congo y Camerún.
El profesor Paul Newton, experto en medicamentos falsos de la Universidad de Oxford, advierte que la circulación de fármacos falsos aumentará, a menos que los gobiernos de todo el mundo hagan un frente unido.
“Nos arriesgamos a una pandemia paralela, de productos de bajo estándar y falsificados, a menos que todos nos aseguremos de que haya un plan coordinado global… De lo contrario, los beneficios de la medicina moderna se perderán”.
*Con reportería de Darío Brooks, Sam Piranty e ilustraciones de Jilla Dastmalchi.
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