Coronavirus: Las lecciones que podemos aprender de Asia para prepararnos para segunda ola de contagios
La pandemia golpeó primero la parte más oriental de Asia, donde países que introdujeron confinamientos, pruebas masivas y estrategias de rastreo ahora están lidiando con nuevos picos de infecciones
La pregunta ya no es “si” habrá una segunda ola de contagios por coronavirus, sino “cuándo y qué tan devastadora” será, dice la bióloga celular Jennifer Rohn, quien ha estado siguiendo de cerca el desarrollo de la pandemia en Asia y su propagación por todo el planeta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dicho que el nuevo coronavirus puede haber llegado para quedarse y que mantenerlo bajo control requerirá un “esfuerzo masivo”.
Incluso los países con estrategias efectivas para hacer frente a la pandemia a través de pruebas, rastreos y confinamientos, como Corea del Sur y Japón en Asia, pero también Alemania en Europa, han visto nuevos picos en las infecciones después de que se relajaran las restricciones.
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Esta semana, el equipo de respuesta COVID-19 de la Unión Europea sugirió que Europa debería prepararse para una segunda ola.
“La pregunta es cuándo y qué tan grande”, dijo la directora del equipo, Andrea Ammon, según un informe del periódico The Guardian.
Los gobiernos de todo el mundo ahora tienen que tomar medidas contra una posible segunda ronda del virus y sus ojos están puestos en Asia Oriental.
¿Qué lecciones podemos sacar de los países que tuvieron que lidiar con la covid-19 primero y que están por delante del resto en la curva de coronavirus?
Cada caso, cada contacto
La principal lección que Asia Oriental tiene para el resto del mundo, según los expertos en salud de la OMS que monitorean la región, es que es crucial “encontrar, aislar, evaluar y atender cada caso, y rastrear y poner en cuarentena a cada [persona con la que un infectado entró en] contacto”, dice el el director general de la OMS, Tedros Adhanom.
Jennifer Rohn, experta en virus y células del University College London, está de acuerdo: “Teniendo en cuenta los datos procedentes de Asia, hemos visto que la única forma de controlar una segunda ola es mediante pruebas agresivas, rastreo y luego, cuarentena”.
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Por ejemplo, Corea del Sur fue una vez un punto de acceso de la COVID-19, pero al principio el gobierno introdujo pruebas exhaustivas al tiempo que confiaba en aplicaciones y tecnología GPS para rastrear los casos.
Esta estrategia les permitió “establecer sistemas de alerta locales, por lo que incluso si la situación general está bajo control pero surge un nuevo enfoque, esa ubicación particular puede ser aislada”, agrega Rohn.
Su eficacia se confirmó recientemente cuando un grupo de nuevas infecciones registradas a principios de mayo, después de semanas sin casi ningún nuevo contagio doméstico, fue rápidamente rastreado y vinculado a lugares específicos en el popular distrito de clubes nocturnos de Seúl.
Una tarea que implicó rastrear a hasta 11,000 personas.
Análisis de datos
La lección número dos, dicen los expertos, es que es necesario recopilar e interpretar datos e investigaciones de lugares como China, Japón y Corea del Sur para comprender cómo se comporta el virus.
“Ahora sabemos algo sobre la tasa de recuperación [el tiempo que toma desde la infección hasta la recuperación], pero todavía tenemos mucho que aprender sobre la tasa de contacto [la probabilidad de contagio durante el contacto]”, dice el profesor Alistair McGuire, presidente de Economía de la Salud del Departamento de Política de Salud de la London School of Economics (LSE).
Este es un nuevo virus que se comporta de manera diferente a otros que han surgido en los últimos años, como el SARS en Asia o el ébola en África, por lo que la recopilación y el contraste de información para llenar la mayor cantidad de vacíos posible es crucial.
Luego, una tercera lección proviene de la triste comprensión de cómo se comporta el virus una vez que se relajan las restricciones: “No seas demasiado optimista“, advierte el profesor McGuire a la luz de la experiencia asiática.
Un confinamiento exitoso no significa que un área estará libre de coronavirus. La región de Hokkaido, en Japón, fue una de las primeras en imponer un encierro severo a finales de febrero.
A mediados de marzo, el número de casos nuevos se había reducido a uno o dos por día. El éxito de las medidas fue tal que se levantó el estado de emergencia y, en abril, las escuelas habían reabierto sus puertas.
Pero menos de un mes después, el estado de emergencia tuvo que volver a imponerse, ya que la isla luchaba contra una segunda ola de contagios abrupta.
Esto por ahora, no debería sorprendernos, dice Rohn: “Incluso en países donde la epidemia parece estar bajo control, a medida que las políticas se relajan, las infecciones aumentan. Esto es algo que va a suceder en todo el mundo”.
No una, sino dos pruebas
Hay un mensaje simple que los expertos en salud repiten: “Lo realmente importante que hemos aprendido de Asia es que las pruebas son cruciales“, dice Rohn.
“Una de las razones por las cuales Corea del Sur fue tan efectiva para contener el virus es debido a su política agresiva de pruebas, rastreo y cuarentena”, agrega la experta.
Al principio, los casos en Corea del Sur se dispararon. Pero el país desarrolló rápidamente un sistema para realizar alrededor de 10,000 pruebas diarias de forma gratuita desde febrero, basándose en la experiencia que habían reunido durante el brote del Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS por sus siglas en inglés) de 2015.
“La forma en que dieron un paso adelante y examinaron a la población fue realmente notable”, le dijo a la BBC en marzo Ooi Eng Eong, profesor de enfermedades infecciosas en la Universidad Nacional de Singapur.
Los países occidentales que tomaron en cuenta el enfoque de pruebas masivas del Este de Asia, como Alemania, lograron mantener su número de muertos mucho más bajo en comparación con otros países europeos que no lo hicieron, como Reino Unido y España.
Pero no solo eso: la forma en que Asia ha manejado sus datos también muestra la importancia de las pruebas dobles.
“No solo necesitamos saber quién tiene el virus, lo cual se puede descubrir con una prueba de hisopado, también necesitamos una prueba de anticuerpos para saber quién lo tuvo”, dice el profesor McGuire.
En Taiwán y Japón, por ejemplo, se rastreó y confinó a quienes daban positivo y a aquellos con quienes habían entrado en contacto, por lo que surgió un mapa de quién se había contagiado y de dónde se había propagado la infección.
Los “coronadetectives” de Singapur llegaron a los titulares de todo el mundo, ya que localizaron a miles de personas que habían estado en contacto con el virus, utilizando imágenes de videovigilancia y otros métodos y les ordenaron que se autoaislaran hasta que salieran los resultados de las pruebas.
A los aislados se les contactaba varias veces al día y, a veces, se les pedía que enviaran pruebas fotográficas de su ubicación.
Hong Kong estableció sistemas aún más intrusivos, con brazaletes electrónicos para quienes llegaban del extranjero.
Expertos advierten que los países que no hayan realizado pruebas y rastreos masivos carecerán de datos esenciales a la hora de contener olas posteriores.
“Sabemos que esta es una enfermedad realmente infecciosa”, agrega McGuire, “solo hay que mirar lo que sucedió en Corea del Sur, un país con políticas eficientes… una vez que se relajaron, una sola persona logró contagiar más que otras 100 en un solo fin de semana”.
Y el país se está preparando para otro posible grupo de infectados, ya que se detectaron 13 nuevos casos de covid-19 el 18 de mayo en uno de los principales hospitales de Seúl.
Pero como han sido consistentes con su recopilación de datos, los Centros Coreanos para el Control y la Prevención de Enfermedades (KCDC por sus siglas en inglés) pudieron establecer el origen de nueve de esos nuevos casos casi de inmediato, según la agencia de noticias Yonhap.
Reinventar la salud pública
También es importante observar lo que los servicios de salud pública pueden aprender de su propia experiencia, dice la profesora Judit Vall, quien ha estado monitoreando cómo los sistemas de salud están lidiando con el coronavirus desde la Facultad de Economía de la Universidad de Barcelona.
“En esta pandemia, el sector de la salud ha demostrado que puede reinventarse y adaptarse rápidamente“, le dice a la BBC.
China construyó un hospital de 1,000 camas en Wuhan, la ciudad donde se originó la pandemia de COVID-19, en solo ocho días, y abrió el camino sobre cómo planificar y organizar hospitales de campaña de emergencia.
“Los hospitales y centros de atención primaria en todo el mundo han aprendido mucho de otros, pero también de ellos mismos“, dice Vall, “y estarán en una mejor posición para manejar la próxima ola cuando esta llegue”.
Y hay otro consejo muy importante antes de lo que parece una batalla prolongada contra la enfermedad, dice Vall: “Cuidar la salud mental a corto y largo plazo de los trabajadores de salud”.
“Hay estudios en Asia que muestran cómo después de una experiencia como esta, los trabajadores de la salud pueden sufrir trastornos de estrés postraumático“, afirma.
“Al observar los datos anteriores, nos dimos cuenta de que incluso tres años después del brote de SARS a principios de la década de 2000, alrededor del 10% del personal en ese momento todavía informaba de síntomas de depresión”.
Olas sucesivas… durante muchos meses
A medida que los epidemiólogos monitorean el desarrollo de la pandemia en el tiempo y el espacio, ya han establecido que el virus se mueve “en olas”.
“Pero solo son olas porque estamos bloqueando y reduciendo las posibilidades de contagio”, dice Rohn. “De lo contrario, experimentaríamos un frente destructivo masivo”.
“[Las infecciones] regresan cuando levantamos el confinamiento. Esto es lo que sucede cuando tienes un nuevo virus y no hay inmunidad en la población“, agregó.
Por más aterrador que pueda parecer para la población en general, las segundas olas son un escenario común en una pandemia, como lo revela la historia y la OMS afirma que “las olas de actividad se extendieron durante meses”, por lo que señales inmediatas de “tranquilidad” pueden resultar prematuras.
“No es solo lo que podemos aprender de otros países, sino también lo que podemos aprender del pasado”, le dice a la BBC Laia Maynou, del departamento de Política de Salud de la LSE, “y especialmente de lo que sucedió con la gripe española en 1918, que es la única otra experiencia que tenemos [registrada] comparable a la pandemia actual”.
“En ese momento, se recopilaron muchos datos detallados sobre cómo se relajaron los confinamientos. Nuevos estudios basados en las viejas cifras nos están dando información valiosa sobre cómo las segundas olas golpean a diferentes poblaciones”, dice Maynou.
“En 1918, hubo una ola tras otra en todo el mundo, dependiendo de lo estrictas que eran las políticas”, agregó Rohn.
“Somos optimistas por naturaleza… pero ahora los gobiernos necesitan gestionar las expectativas de la gente”.
Y como hemos visto en Asia, “lo más probable es que sea un escenario de ‘mirar, esperar y responder’ y podríamos encontrarnos en esta situación hasta 2022″, afirma Rohn.
Juego de espera
Pero tal vez, la principal lección a tener en cuenta sea que “no hay una sola medida o táctica que haya marcado la diferencia” por sí sola, dice Naoko Ishikawa, gerente de incidentes covid-19 de la OMS para la Región del Pacífico Occidental.
“No se trata solo de las restricciones físicas o de distanciamiento físico. Muchos de los países y áreas de esta región han hecho todas estas cosas, a través de un enfoque integral de todo el gobierno y toda la sociedad“, agrega.
La capacidad de responder a las segundas olas parece depender de una combinación de medidas articuladas juntas, así como de grandes datos para evaluar y ajustar la respuesta.
“Muchos de estos enfoques son lecciones aprendidas del brote de SARS de 2003”, mientras que otros se han aprendido en los últimos meses, afirma Ishikawa.
La OMS ha advertido contra el intento de predecir cuándo desaparecerá el virus.
La experiencia de Corea del Sur y Japón es una historia de advertencia sobre cuán precarios son los mecanismos de control contra este virus.
“Aunque actualmente no estamos viendo transmisión comunitaria a gran escala en esta región, tampoco podemos bajar la guardia”, dice Ishikawa.
“Hasta que tengamos una vacuna efectiva y accesible, todos seguimos en riesgo”.
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