¿Será seguro mandar a mi niño a la escuela?

Educadores y pediatras abogan por directrices realistas que tengan en cuenta las circunstancias particulares de cada situación

Los niños tuvieron que terminar su ciclo electivo online por la pandemia.

Los niños tuvieron que terminar su ciclo electivo online por la pandemia. Crédito: Foto familiar | Cortesía

“Lo que más extraño de la escuela es mi maestra y mis amigos. Pero también extraño la motivación, es muy difícil motivarse cuando las clases son online”, opinó Thomas Justice, estudiante de 5 grado de Stonehurst Avenue Elementary School, en Sun Valley, California, sobre la opción de las clases remotas, que tienen lugar desde el comienzo de la pandemia del coronavirus.

“Lo que no entiendo bien es por qué no podemos ir a la escuela, pero sí podemos ir de compras. Abren las tiendas, hasta se puede ir a la playa, pero no podemos ir a la escuela. Al final, parece que la educación no es tan esencial como nos dicen”, cuestionó el estudiante de 10 años de edad.

Thomas no es el único en extrañar a su escuela y no entender a fondo las medidas de seguridad y distanciamiento social. Desde el comienzo de la pandemia del coronavirus y las medidas de quedarse en casa, miles de niños a lo largo del país han estado tomando clases a través de la internet. Y si bien es loable el trabajo y esfuerzo que los educadores están realizando durante estos tiempos inciertos, las clases por internet no reemplazan los incontables beneficios de la experiencia escolar.

“Es un desafío para muchos niños poder tomar las clases de este modo”, indicó Shannon Garrison, maestra de la misma escuela, en entrevista con La Opinión. “Hay muchos estudiantes que no tienen internet en su hogar, o que la conexión que tienen es muy lenta. Hay hogares que solo tienen una computadora que deben compartir entre todos y los niños no tienen acceso“, notó.

Garrison explicó que, por ejemplo, a la hora de enseñar matemática, los niños no cuentan con los objetos físicos necesarios para observar, manipular y comprender conceptos que de otro modo pueden parecerles demasiado abstractos, como fracciones o números decimales. También indicó que no todos los niños tienen los libros que necesitan para aprender y hacer sus tareas.

“Las clases a través de la internet son particularmente difíciles para quienes el inglés es su segundo idioma, o para aquellos con dificultades de aprendizaje, entre otros. También hay niños a quienes sus padres tienen que llevar de aquí a allá durante el día, porque no tienen quién los cuide mientras están trabajando”, agregó la educadora quien fue recipiente del prestigioso galardón de Milken para educadores (Milken Educator Award), así como del premio de Maestra del Año, otorgado por el condado de Los Ángeles (2016).

Las escuelas no sólo ofrecen instrucción académica, sino que también proveen actividad física, nutrición, socialización y salud mental y emocional, aspectos que no pueden reemplazarse con conferencias a través de la internet.

Algunas directrices para la apertura de las aulas son imposibles de implementar.

Garrison destacó la importancia de que tanto los maestros como los padres estén involucrados en las decisiones pertinentes a la reapertura de las escuelas.

“Para los maestros, los niños son siempre nuestra prioridad y nuestra mayor preocupación es su salud y su seguridad, pero también entiendo que existen preocupaciones políticas y económicas que intervienen en la decisión de abrir las escuelas”, señaló.

Entre las medidas de seguridad y distanciamiento pensadas para la reapertura de las escuelas se incluyen el uso de máscaras y la reducción del tamaño de las clases, con un máximo de hasta 16 niños, algo que tanto padres como educadores habían estado pidiendo por años, sin éxito hasta el momento.

Entre los desafíos que enfrentarán los educadores al reabrirse las escuelas, Garrison notó la dificultad de maestras y maestros para que los niños más pequeños mantengan la distancia social con sus amiguitos o que puedan aprender la fonética de las letras, sin verle la cara a la maestra, porque lleva una máscara.

“¿Cómo les decimos a los niños que jueguen solitos a la pelota, que no abracen a sus amiguitos? ¿Cómo les mostramos cómo se pronuncian las letras cuando tenemos un barbijo en la cara? ¿Cómo hacerle entender a niños de 4 y 5 años que deben dejarse puesta la máscara todo el día?, ilustró la educadora.

Garrison también mencionó el acceso a la biblioteca escolar y el uso compartido de libros, así como la falta de recursos, salones y maestros para poder ofrecer las clases pequeñas recomendadas para mantener el distanciamiento. “Hay muchos aspectos que considerar, antes de reabrir las escuelas”.

Consideraciones de los pediatras

La reapertura de las escuelas no sólo preocupa a madres, padres y educadores, sino también a doctores pediatras. La Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics) publicó ayer una serie de recomendaciones relacionadas a la reapertura de las escuelas y la salud y seguridad de los niños.

“No se pueden implementar medidas universales que se apliquen a todas las escuelas por igual, del tipo ‘one-size-fits-all’”, indicó la doctora Alice Kuo, Presidenta de la Academia Estadounidense de Pediatría, Sur de California, en entrevista con La Opinión.

La doctora destacó la importancia de que doctores pediatras estén involucrados en los planes y decisiones de reabrir las escuelas.

Tanto Kuo como Garrison mencionaron la posibilidad de que los padres puedan optar por clases en persona o en la internet, hasta tanto exista una vacuna contra el COVID-19 y recordaron que hay niños con desafíos a sus sistemas inmunológicos y condiciones preexistentes, cuyos padres preferirían mantener en el hogar.

“Hay padres que tienen miedo y preocupaciones válidas y necesitamos políticas de sentido común”, indicó la galena.

También coincidieron en que muchas de las directrices pensadas hasta el momento para el regreso a las aulas son prácticamente imposibles de implementar.

“Nuestra preocupación es que las guías recientes para la reapertura de las escuelas del condado de Los Angeles no son realistas ni apropiadas para el desarrollo de los niños”, indicó Kuo. “Por ejemplo, llevar los barbijos todo el día puede dificultar el desarrollo del lenguaje y el aspecto socio-emocional de los niños”.

La Academia propone un acercamiento particular de cada caso, en lugar de directrices generales que no siempre son posibles de aplicar.

Para leer las recomendaciones de la Academia Estadounidense de Pediatría, puedes visitar: https://tinyurl.com/ybkfjx9m[

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