Si la gente sale a votar, los milagros suelen suceder

Jamaal Bowman.

Jamaal Bowman. Crédito: Jamaal Bowman | Cortesía

El pasado 23 de junio se llevaron a cabo varias elecciones primarias en Nueva York y otros estados de la nación. En una de esas contiendas en la Gran Manzana, el demócrata Eliot Engel se disponía a defender su puesto en el Congreso como lo ha hecho desde 1989, contra Jamaal Bowman, un candidato totalmente desconocido hasta hace unos meses.

Inicialmente la elección parecía un mero trámite para Eliot, quien tenía todo el apoyo de su partido. En ocasiones previas había derrotado a contendientes tan populares como el músico Willie Colón. Además, tenía el respaldo económico de los grupos de poder, tanto demócratas como republicanos. No había dudas.

Por si fuera poco, Hillary Clinton, la exprimera dama y contendiente por la presidencia por el Partido Demócrata en 2016, también había “salido al quite”. En su primer respaldo político de las elecciones de 2020, puso sus cartas a favor de Eliot.

“He trabajado con Eliot Engel como primera dama, como senadora de Nueva York y como secretaria de Estado”, dijo Clinton. “En todo momento, la prioridad número uno de Eliot ha sido la misma: trabajar para sus representados”.

Tal parecía que todo estaba perdido para Bowman, ya que lo único que tenía a su favor el aparente ingenuo candidato, era a la gente. Además del apoyo de la congresista Alexandría Ocasio-Cortez. Ella, por su parte, enfrentaba a 13 candidatos en su distrito, cinco demócratas y 8 republicanos, con considerables bolsas de dinero de ambos partidos.

Pero llegó el milagro. Bowman, como el David bíblico, se levantó con el triunfo.

Sin números oficiales aún; pero el New York Times publicó, tres días después de la elección, que Bowman, con 61.8% de los votos, había obtenido casi el doble que Eliot.

De igual forma, AOC simplemente hacía lo propio con el 72.6% de los votos a su favor, muy lejos de Michelle Caruso-Cabrera, su contrincante más cercana que ni siquiera logró el 20% de apoyo.

Este tipo de contiendas y de respaldos políticos revelan una y otra vez que tanto el Partido Demócrata como el Republicano son uno cuando aparece un candidato progresista. No les interesa apoyar a candidatos que sean ‘ideológicamente opuestos’, supuestamente, con tal de evitar que un candidato que es apoyado por la mayoría del pueblo llegue al poder.

Pero también podemos decir que la democracia existe en este país. Está llena de retos y de favoritismos para la gente de poder, pero si la gente sale a votar, los milagros suelen suceder.

Agustín Durán es editor de Metro del periódico La Opinión.

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