RBG: Qué repercusiones trae la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg en un año electoral
Ginsburg falleció de un cáncer de páncreas en su casa de Washington. Un experto de la BBC estima las repercusiones en un año electoral
La jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg, icono de la defensa de los derechos de la mujer, murió este viernes de un cáncer de páncreas.
Ginsburg, de 87 años, falleció en su casa de Washington rodeada de su familia, según informó la Corte Suprema.
“Nuestra nación pierde una jurista de estatura histórica”, declaró en un comunicado el juez jefe del alto tribunal, John Roberts.
“En la Corte Suprema hemos perdido una querida colega. Hoy estamos de luto pero con la certeza de que las futuras generaciones recordarán a Ruth Bader Ginsburg como la conocimos, una decidida defensora de la justicia“.
El presidente Donald Trump, por su parte, publicó un comunicado en Twitter en el que lamenta la pérdida de “un titán del derecho”.
“Renombrada por su mente brillante”, la describe Trump, quien agrega que “demostró que uno puede estar en desacuerdo sin ser desagradable hacia los compañeros o diferentes puntos de vista”, escribió Trump.
Control conservador en la Corte Suprema
Y es que gracias a su trabajo como defensora de los derechos de las mujeres, Ginsburg era un símbolo de los progresistas de EE.UU.
Su fallecimiento puede reforzar la mayoría conservadora en la Corte Suprema, donde hasta ahora los progresistas estaban en minoría de 4 a 5.
El presidente Donald Trump, que se presenta a la reelección el 3 de noviembre, ya ha nombrado dos jueces, Neil Gorsuch en 2017 y Brett Kavanaugh en 2018.
Y el pasado 10 de septiembre Trump había adelantado una actualización de su lista de 20 potenciales candidatos entre los que incluía a tres senadores republicanos: Ted Cruz de Texas, Tom Cotton de Arkansas y Josh Hawley de Misuri.
ANÁLISIS DE ANTHONY ZURCHER, CORRESPONSAL DE LA BBC EN WASHINGTON
La muerte de Ruth Bader Ginsburg inyecta un cierto nivel de impredectibilidad en una campaña electoral que había permanecido llamativamente estable durante meses.
Ahora, no solo está en juego la Casa Blanca en las elecciones de noviembre, sino también puede estarlo el equilibrio ideológico de la Corte Suprema.
Todo depende de lo que Donald Trump y los republicanos decidan hacer a partir de ahora. Podrían intentar nombrar el reemplazo antes de final de año, independientemente de quién gane las elecciones, y sustituir a un ícono liberal por un juez conservador de confianza.
O podrían esperar y dejar que el puesto esté vacante durante las elecciones, para estimular así a los votantes conservadores -particularmente los evangélicos que ven una oportunidad para eliminar el derecho al aborto- a que acudan en masa a votar por el presidente.
Si nombran el reemplazo, esto indignará a los demócratas, que recuerdan que el expresidente Barack Obama intentó sin éxito durante meses en 2016 que el Senado siquiera tomara en cuenta el candidato que había nominado.
Si esperan, por otro lado, se arriesgan a que sea Joe Biden quien nombre al reemplazo de Ginsburg en 2021.
Todo apunta que que optarán por lo primero. La preocupación por el que sea un ejercicio de hipocresía se desvanecerá cuando lo que esté en juego sea un nombramiento vitalicio.
De cualquier modo, está servida una brutal batalla política en un momento en que el país ya está muy dividido por el partidismo político.
El reemplazo de RBG, como es conocida en la cultura popular estadounidense, requerirá la confirmación del Senado, cámara que controlan los republicanos.
Y el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, anunció este mismo viernes que la cámara alta votará el nominado del presidente pese a la cercanía de las elecciones.
Así lo confirmó McConnell, artífice de que el Senado no votara sobre el nominado de Obama porque el expresidente estaba en su último año, en un comunicado emitido poco después de conocerse la muerte de Ginsburg.
Ícono liberal
Nacida en Nueva York en 1933 de padres inmigrantes judíos, Ginsburg se convirtió en la segunda mujer en llegar a juez de la Corte Suprema después de haber sido nominada en 1993 por el presidente Bill Clinton.
Llegó al alto tribunal tras haberse ganado fama de centrista en la Corte de Apelaciones de Estados Unidos para el Distrito de Columbia, donde había llegado en 1980 nominada por el presidente Jimmy Carter.
Y es que había votado con los conservadores muchas veces, por ejemplo, cuando rechazó escuchar el caso de discriminación de un soldado que dijo que había sido dado de baja de la Armada por ser gay.
Uno de sus casos más importantes y tempranos en la Corte fue el llamado Estados Unidos vs. Virginia, que anuló la política de admisión de solo hombres en el Instituto Militar de Virginia.
Al explicar su decisión, Ginsburg alegó que ninguna ley o política debería negar a las mujeres “la plena ciudadanía, la misma oportunidad de aspirar, lograr, participar y contribuir a la sociedad en función de sus talentos y capacidades individuales”.
A medida que la Corte se ha vuelto más conservadora, Ginsburg se ha movido cada vez más hacia la izquierda y se hizo famosa por sus ardientes disensiones del resto de los jueces.
Muchos aspectos de la vida de Ginsburg se han convertido en un tema de fascinación en internet. En la red se celebra su estilo, su afición por los guantes de encaje y sus elaborados jabots, los cuellos que lleva sobre sus túnicas, o su famoso “collar disidente”.
Sobre ella se han hecho libros y películas biográficas, y su imagen aparece desde en camisetas, tazas de café y hasta disfraces de Halloween.
Su vida inspiró, por ejemplo, la película de 2018 On the Basis of Sex (Sobre la base del sexo) acerca de su trabajo en la lucha contra la discriminación contra la mujer.
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