En qué momento dejamos de leer en voz alta (y los enormes beneficios que tiene hacerlo a viva voz)
En el pasado, leer era una actividad ruidosa, no como ahora, en la que repasamos silenciosamente las palabras en nuestra mente. ¿Por qué cambió este hábito? ¿Y cuáles son los beneficios de leer a viva voz?
Durante gran parte de nuestra historia, leer fue una actividad bastante ruidosa.
En antiguas tablillas de arcilla escritas en Irak y Siria hace unos 4,000 años, las palabras utilizadas comúnmente para “leer” significaban, literalmente “gritar” o “escuchar”.
“Te estoy enviando un mensaje muy urgente”, dice una carta de esta época. “Escucha esta tablilla. En caso de ser apropiado, haz que la escuche el rey”.
Solo ocasionalmente se mencionaba una técnica diferente: la de “mirar” la tablilla (es decir, leerla en silencio).
Hoy, leer en silencio es la norma. La mayoría de nosotros repetimos las palabras en nuestra cabeza como si estuviésemos confinados en una biblioteca.
Leer en voz alta suele estar reservado para las historias que les leemos por la noche a los niños, para que se duerman, o para una performance.
Sin embargo, un número creciente de investigaciones señala que hay cosas que estamos desaprovechando al leer en silencio.
Comportamiento intuitivo
El antiguo arte de leer en voz alta tiene numerosos beneficios para los adultos: desde ayudar a mejorar la memoria hasta entender textos complejos, así como también fortalecer los vínculos emocionales entre la gente.
Y lejos de ser una actividad rara u olvidada, todavía es muy común en la vida moderna.
Muchos de nosotros lo hacemos intuitivamente para entender la palabra escrita, solo que no estamos conscientes de ello.
Colin MacLeod, psicólogo de la Universidad de Waterloo, en Canadá, investigó extensamente el impacto de leer en voz alta en la memoria.
Él y sus colaboradores demostraron que la gente recuerda mejor textos y palabras cuando las leen en voz alta que si lo hacen en silencio.
Este efecto en la memoria es particularmente fuerte en niños, pero también se produce en la gente mayor.
“Es beneficioso para todos los rangos de edad”, dice MacLeod.
El investigador llamó a este fenómeno “efecto de producción”.
Este efecto fue replicado en numerosos estudios hechos a lo largo de más de una década.
En un estudio en Australia, se les dio a un grupo de niños de entre 7 y 10 años una lista de palabras y se les pidió que leyeran algunas en voz alta y otras en silencio.
Luego, reconocieron el 87% de las palabras que leyeron en voz alta, en comparación con un 70% de las que leyeron en silencio.
En otro estudio, se le dio la misma tarea a un grupo de adultos de entre 67 y 88 años de edad.
Lograron recordar 27% de las leídas en voz alta, y solo un 10% de las otras.
Cuando se les preguntó cuáles reconocían, identificaron correctamente al 80% de las leídas en voz alta, y solo un 60% de las otras.
MacLeod y su equipo descubrieron que el efecto puede durar hasta una semana después.
Incluso pronunciar las palabras en silencio facilita el recordarlas, aunque un poco menos.
Participación activa
Investigadores de la Universidad Ariel, en Israel, descubrieron que el efecto de mejorar la memoria funciona incluso aunque los lectores tengan dificultades del habla, y no puedan articular completamente las palabras que leen en voz alta.
MacLeod dice que una razón por la cual la gente recuerda las palabras habladas es que “se destacan, se distinguen, porque fueron dichas en alto, y eso brinda una base adicional para la memoria”.
Por lo general, somos mejores a la hora de recordar eventos distintivos, inusuales, y que también requieren una participación activa.
Por ejemplo, generar una palabra en respuesta a una pregunta la hace más memorable, un fenómeno que se conoce como “efecto de generación”.
De forma similar, si alguien te ayuda con una clave “un niño pequeño, duerme en una cuna, empieza con b”, y respondes bebé, te acordarás más fácilmente que si sencillamente lo lees, dice MacLeod.
Otra forma de recordar palabras es ayudarse con los gestos, como por ejemplo rebotar una pelota (o imaginarse esta acción), mientras decimos “rebotar la pelota”.
Esto se conoce en inglés como el “enactment effect” (o efecto de interpretación de la palabra).
Ambos efectos están directamente relacionados con el de producción: le permiten a nuestra memoria asociar la palabras con un evento distintivo y por ello hace que sea más fácil recordarla más tarde.
El efecto de producción es más fuerte si nosotros mismos leemos en voz alta. Pero escuchar a otra persona leyendo también puede tener beneficios para la memoria.
La voz ajena
En un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Perugia, en Italia, un grupo de estudiantes le leyó extractos de novelas a un grupo de personas mayores con demencia a lo largo de 60 sesiones.
Los participantes se desempeñaron mejor en pruebas de memoria después de las sesiones, posiblemente porque las historias los conectaron con sus propios recuerdos, estimularon su imaginación y los ayudaron a ordenar experiencias pasadas en secuencias.
“Parece ser que escuchar activamente una historia conduce a una forma más intensa y profunda de procesar la información“, concluyen los investigadores.
Leer en voz alta puede también hacer que ciertos problemas de memoria sean más obvios, y puede ayudar a detectarlos más temprano.
En un estudio, se vio que gente con alzheimer temprano tendía a cometer cierto tipo de errores con más frecuencia al leer en voz alta.
Sin darnos cuenta
Hay evidencia de que muchos de nosotros tenemos conciencia (de manera intuitiva) de los beneficios de leer en voz alta, y empleamos esta técnica más de lo que nos damos cuenta.
Sam Duncan, investigador del University College de Londres, realizó un estudio con más de 500 personas para investigar cómo y cuándo leían en voz alta.
Con frecuencia, los participantes empezaban diciendo que no lo hacían, y luego se daban cuenta de que, de hecho, sí lo hacían.
La lectura en voz alta por parte de los adultos es muy común, dice la investigadora. “No es algo que solo hacemos de niños o algo que ocurrió en el pasado”.
Algunos dijeron que leían en voz alta emails o mensajes graciosos para entretener a otras personas. Otros leían en voz alta plegarias y rezos por razones espirituales.
Escritores y traductores dijeron leer sus borradores en voz alta para escuchar el ritmo y la fluidez de un texto.
La gente también dijo leer en voz alta para entender recetas, contratos y textos densos.
“Algunos notan que los ayuda a entender textos difíciles, ya sea académicos, legales o manuales de instrucciones al estilo de Ikea”, señala Duncan.
“Quizás tenga que ver con decir y escuchar (el texto) más lentamente“.
A muchos otros, leer en voz alta les brindó satisfacción, comodidad y un sentido de pertenencia.
Algunos dijeron leer para amigos enfermos o que se estaban muriendo, como “una forma de escaparnos juntos”, explica Duncan.
Una mujer recordó que su madre le leía poemas, y le hablaba en galés. Y cuando su madre falleció, ella empezó a leer poesía galesa a plena voz para recrear esos momentos que habían compartido.
“Hubo participantes que hablaron de cómo cuando alguien te lee en voz alta, sientes como si te regalaran su tiempo, su atención, su voz”, añade la investigadora.
“Vemos esto cuando se les lee a los niños, el sentido de cercanía y de crear lazos, pero creo que no hablamos tanto de eso cuando se trata de adultos”.
Cambio
Si leer voz alta tiene tantos beneficios, ¿por qué los seres humanos pasaron a leer en silencio?
Una clave puede estar en las antiguas tablillas de arcilla del Cercano Oriente, escritas por escribas profesionales en cuneiforme.
Con el tiempo, los escribas desarrollaron una forma aún más eficiente y rápida de escribir en este tipo de escritura.
Esta forma veloz de escribir tuvo una ventaja crucial, según Karenleigh Overmann, arqueóloga cognitiva de la Universidad de Bergen, Noruega, que estudia cómo escribir afectó al cerebro y al comportamiento humano en el pasado.
“Le sigue mucho mejor el ritmo a la velocidad del pensamiento“, explica.
Leer en voz alta, por otra parte, es algo relativamente lento debido a la necesidad de un paso extra que tiene lugar para producir el sonido.
“La capacidad de leer en silencio, aunque limitada a escribas altamente competentes, habría tenido claras ventajas, especialmente la velocidad”, dice Overmann.
“Leer en voz alta es un comportamiento que ralentiza tu capacidad de leer rápido“.
En su libro sobre alfabetización antigua, “Lectura y escritura en Babilonia”, el asiriólogo francés Dominique Charpin cita una carta de un escriba llamado Hulalum que menciona la lectura en silencio a toda prisa.
Aparentemente, Hulalum pasaba de “ver” (leer en silencio) a “decir/escuchar” (leer en voz alta), dependiendo de la situación.
En su carta, escribe que abrió un sobre de arcilla (las tablillas mesopotámicas venían dentro de una especie de envoltorio de arcilla para evitar que otros las leyeran) pensando que contenía una tablilla para el rey.
“Vi que estaba escrita para (otra persona) y entonces no se la hice escuchar al rey”, escribió Hulalum.
Quizás, los antiguos escribas, como hoy nosotros, tenían dos modalidades de lectura a su disposición: una rápida, conveniente, silenciosa y personal, y otra más lenta, más ruidosa y, a veces, más memorable.
En un momento en que nuestras interacciones con los demás y el aluvión de información que recibimos se han vuelto demasiado transitorios, quizás valga la pena dedicar un poco más de tiempo a leer en voz alta.
Haz clic aquí si quieres leer la versión original de este artículo en inglés.
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