Agricultores: los más afectados por el COVID-19
Durante la pandemia se ha reportado un alto porcentaje de contagios entre los trabajadores del campo en California, indica un estudio
A diferencia de otros trabajadores, aquellos que laboran en los campos agrícolas de California están en mayor riesgo de contraer el COVID-19, según indicó esta semana un estudio de la Facultad de Salud Pública de UC Berkeley.
Irma Escobedo Aguilar, una mexicana de 52 años de edad no formó parte de esta investigación; sin embargo, sí fue una de decenas de personas que se contagiaron de coronavirus en junio pasado en una planta procesadora de pistachos en la localidad de Wasco, California.
“Nos dimos cuenta de que muchas personas se estaban infectando y no nos estaban informando nada”, recuerda Irma, quien laboró por 10 años los surcos de los campos en McFarland, y ahora trabaja en una compañía donde se procesa y se empacan almendras.
“Cuando yo me enfermé [de covid-19], mi hijo Daniel me llevó de emergencia al hospital. Ahí estuve tres días, me faltaba el oxígeno y tuve miedo de morir”.
Después de ser dada de alta y de cumplir la cuarentena aislada en su casa, la señora Irma se enteró que la compañía donde laboraba también la había despedido, contó. La echaron a través de la agencia de empleo que la contrató inicialmente hace dos años.
“Eso me afectó mucho, porque me quitaron el trabajo justo cuando yo estaba hospitalizada”, dijo. “Así son de crueles con nosotros”.
Alto porcentaje de contagios
En el estudio de UC Berkeley se dio a conocer que entre mediados de julio y noviembre de 2020, el 13% de los 1,091 trabajadores agrícolas del Valle de Salinas inscritos dieron positivo al coronavirus.
En California en su conjunto, solo el 5% de la población dio positivo entre el comienzo de la pandemia y finales de noviembre.
Para fines de octubre, cerca de 228 trabajadores agrícolas o 20% de los reclutados para el estudio dieron positivo en anticuerpos contra COVID-19, lo que indica que tuvieron una infección previa.
Estas cifras son mucho más altas que las estimaciones de casi el 1% en la población agrícola del Área de la Bahía de San Francisco en estudios dirigidos por los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) y por otros investigadores de UC Berkeley durante la primavera y el verano de 2020.
“Pudimos identificar que en una sola casa llegan a vivir de tres a seis familias. Vemos un problema de salud pública y el riesgo de que, si una persona se infecta, es imposible que se le aísle de los demás”, dijo el doctor Maximiliano Cuevas, director de la red de Clínicas de Salud del Valle de Salinas, en el condado de Monterey, a donde regularmente acuden los 1,091 pacientes que participaron en el estudio.
“Encontramos que era necesario crear una política para crear alojamiento alternativo y, de esa forma, empezar a tratar de parar las infecciones”.
Los primeros brotes de coronavirus entre las comunidades agrícolas del país ocurrieron en el verano, en todo el país, incluyendo California.
Entre los desafíos para quien intente realizar un estudio sistemático para monitorear la anterior y actual prevalencia del COVID-19, es en parte “vencer la desconfianza que tiene la población indocumentada hacia los servicios médicos y el gobierno, y su temor a las autoridades de inmigración sobre lo que se vaya a hacer con la información que se recabe”, declaró a La Opinión, la doctora Ana Mora-Wyrobek, investigadora del Centro de Investigación Ambiental y Salud Infantil en UC Berkeley.
El informe halló que los trabajadores agrícolas latinos, la mayoría provenientes de México, han sentido un impacto desproporcionado durante la pandemia y han tenido de 5 a 7 veces más el riesgo de mortalidad por coronavirus que los blancos.
“Esenciales, pero desechables”
Los expertos de UC Berkeley destacaron en su informe que, hasta la fecha, en California no ha habido ningún intento sistemático de monitorear la prevalencia de contagios de COVID-19 anteriores y actuales entre los trabajadores agrícolas, a pesar de la preocupación de que su trabajo y las condiciones en que se desenvuelven exacerban el riesgo de contagio y transmisión.
“Al principio, nosotros estábamos monitoreando el número de contagiados, pero luego explotó la pandemia y nos fue imposible seguirle el rastro de todos los enfermos”, opinó Armando Elenes, secretario-tesorero de la Unión de Campesinos (UFW). “Los campesinos han sido tratados como trabajadores esenciales, pero desechables”.
De hecho, Elenes destacó que numerosos empleadores no toman en serio el problema.
“A ellos solamente les importa su producción”, subrayó. “Los campesinos trabajan sin usar mascarillas porque no quieren proporcionárselas”.
En el mismo tenor se expresó Jorge Toledano, miembro del Proyecto Mixteco Indígena (MICOP).
“En Oxnard ha habido muchas infecciones porque, como los agricultores son considerados empleados esenciales, continúan trabajando y no hay mucha protección para ellos”, manifestó el campesino de origen oaxaqueño, a La Opinión.
“Hemos recibido muchas llamadas de que no les dan desinfectante ni agua ni jabón para lavarse las manos y las mascarillas se las proporcionamos nosotros a los compañeros”.
Por su parte, Josefino Cervantes, uno de los 800,000 trabajadores esenciales que laboran en los campos agrícolas de California —una industria que genera 50,000 millones anuales— destacó que los mayordomos de Laguna Berry Farms, de la ciudad de Oxnard, sí les han protegido a él y a otros trabajadores agrícolas.
“Gracias a Dios, hasta ahorita nadie de mi cuadrilla se ha enfermado de coronavirus”, declaró el hombre de 40 años, originario de San Sebastián Tecomaxtlahuaca, Oaxaca.
“El encargado nos dice que si tenemos la mascarilla, que la usemos o la cambiemos cuando sea necesario, nadie puede hacer nada por ti si no lo haces ti mismo y yo le digo a mis compañeros cúbrete, lava tus manos si quieres tener buena salud, porque tú eres el que elige”.