Joven recuerda a su padre y hermana mientras activistas piden un control de armas
Miembros de Students Demand Action dicen que hay una crisis de violencia en EE.UU. que impacta desproporcionadamente a las minorías
Thalía Tovar recuerda con melancolía que hace poco menos de dos semanas su padre Luis Tovar le pidió que reconsiderara regresar a vivir a casa con la familia. Con todo el cariño que ella siente por su padre, no pudo aceptar la agradable oferta asegurándole que prefería su independencia.
“Él era muy cariñoso y me veía como si fuera más chica”, contó Thalía, de 30 años.
Lo que ella no imaginaba es que esta sería una de las últimas conversaciones que tendría con su progenitor.
Luis, de 50 años, murió el pasado 31 de marzo cuando un hombre llegó a su oficina de bienes raíces en la ciudad de Orange y le disparó a quemarropa. En el tiroteo también falleció la hermana menor de Thalía, Jenevieve Raygoza, 28; Leticia Solís, de 58 años, quien era empleada de Luis; y Matthew Farías de 9 años, medio hermano de Jenevieve. Blanca Tamayo, la madre de Matthew y Jenevieve se encuentra hospitalizada.
Thalía dijo que su padre era un hombre muy amable y luchador. Siempre le abría las puertas a cualquier persona que necesitara ayuda, incluyendo al sospechoso de asesinarlo, cuya ex esposa en algún momento trabajó con Tovar.
“Mi papá y yo hablábamos muy seguido, a veces lo iba a visitar y nos llevábamos muy bien. Era un hombre de familia”, contó la joven.
Ella recuerda que desde pequeña escuchaba las historias de su papá, quien era un inmigrante mexicano que, hasta cierto punto, había logrado el sueño americano. Cuando Thalía era niña, él regresó al colegio a estudiar. Hace unos años abrió su compañía de bienes raíces Unified Homes donde ayudaba a la comunidad latina.
“Él le vendió muchas casas a latinos porque eso es lo que él quería, que todos tuvieran su hogar, por eso el nombre de su negocio”, explicó. “Él trabajaba muy fuerte siempre”.
Thalía también recuerda a su hermana Jenevieve como una mujer muy amable y dedicada a su familia. Ella era quien administraba la oficina de su padre.
Jenevieve dejó dos hijos de 8 y 4 años de edad.
Thalía dijo que visitó a los niños la semana pasada y el pequeño todavía no puede entender lo que está pasando.
“El más grande no sabe muy bien todo, pero si sabe que mamá ya no va a regresar”, dijo Thalía.
Entre sus mejores recuerdos están los tiempos cuando ambas hermanas salían a correr con su padre y él, como buen motivador las animaba a seguir adelante.
“Él siempre le decía, ‘vamos Jen, puedes hacerlo, puedes seguir’ y así ella se esforzaba más y aunque estuviera muy cansada terminaba todas las millas que se proponía”, dijo Thalía. “Era una luchadora”.
Thalía agregó que cuando se enteró de lo sucedido ella estaba en shock. Su padre, el hombre trabajador que luchó por un futuro mejor y ayudó a muchas personas, ya no estaba aquí. El hombre lleno de energía y amabilidad ya no iba a poder seguir motivándola para correr o para pedirle que regrese a la casa a vivir con él.
“Me tomó un tiempo para entenderlo, no podía procesar lo que había ocurrido”, aseveró.
Su hermana, quien era una de sus mejores amigas tampoco volverá a contestarle una llamada.
Thalía expresó que en el pasado la familia había platicado acerca de los tiroteos masivos pero nunca imaginaron que la tragedia llegaría a su hogar.
“Es algo que ves a menudo en la televisión y lees en las noticias pero nunca crees que te va a pasar a ti”, aseveró.
Se necesita control de armas
Marco Vargas, activista y miembro del grupo Students Demand Action, ha vivido de cerca la violencia de armas de fuego al haber crecido en el sur centro de Los Ángeles donde los tiroteos eran muy comunes. Incluso, en el hogar su padre, a quien él consideraba una persona irresponsable, tenía armas de fuego. Esto lo motivó a ser un activista en contra de la violencia de armas de fuego.
Vargas, de 21 años, dijo que hay una crisis de violencia de armas en Estados Unidos que impacta de manera desproporcionada a las comunidades de color.
“Algunas comunidades sufren décadas de falta de inversión en la prevención de la violencia y otras comunidades soportan campos de batalla legislativos en los que no se aprueban leyes de sentido común sobre las armas,” dijo Vargas.
El joven lleva más de dos años abogando por un control de armas que incluya la educación en las generaciones más jóvenes para prevenir futuras tragedias como la ocurrida en el condado de Orange.
En un comunicado la organización Students Demand Action, Vargas dijo que el tiroteo es desgarrador y no debe ser aceptado como algo normal.
“Lo que debería ser normal es que los padres se vayan de la oficina sabiendo que llegarán a casa con sus familias y seres queridos”, dijo Eden Bjornson, voluntario de Students Demand Action en el condado de Orange. “Necesitamos que nuestros legisladores fortalezcan nuestras leyes federales sobre armas y protejan a nuestras comunidades de tragedias como esta”.
El asambleísta de California Miguel Santiago, quien es parte del comité de seguridad pública, indicó que por años ha estado luchando por un mejor control de armas pero aún queda mucho por hacer a nivel federal.
“Porque incluso si evitamos la venta de armas de fuego en California, cualquiera que lo desee todavía puede obtenerlas en Las Vegas o Texas o en algún otro estado y echarlas a la cajuela del carro y venir a California”, dijo Santiago.
El asambleísta dijo que en California él escribió el proyecto de ley para evitar el préstamo de armas a menos que sean familiares.
En la actualidad hay ocho propuestas de ley en la legislatura para el control de armas, y aunque no todas son de coautoría de Santiago, dijo que él las apoya para el bienestar de los californianos.
Cómo ayudar
Para apoyar con los gastos de la familia, visita la página Gofundme.com y escriba Orange Mass Shooting.