La jubilación en negro

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Cuando se consideran las estadísticas de desempleo: ser joven, estar empleado y ser afroamericano ya puede parecer una victoria en sí misma. Eso es aún más cierto si tienes un trabajo que consideras una carrera profesional y un futuro laboral que parece brillante. Muchos negros que hoy en día están en edad de jubilarse, no tuvieron tanta suerte y a muchos prejubilados el sueldo solo les alcanza para pagar las cuentas, sin capacidad de ahorro.

De hecho, cuando observas cómo le va a la comunidad afroamericana en términos de preparación para la jubilación, las estadísticas son motivo de alarma. En comparación con la población blanca, las disparidades de larga data en las oportunidades para los afroamericanos han provocado disparidades en la riqueza y en las vías para generarla, como la compra de una vivienda propia y la participación en cuentas de jubilación. De hecho, el 83% de los adultos mayores de color no tienen los activos que necesitan para jubilarse, según el Center for Global Policy Solutions, una organización sin fines de lucro que reúne un grupo de expertos dedicado a promover la seguridad económica para las poblaciones vulnerables.

La Encuesta de Finanzas del Consumidor de 2019 de la Reserva Federal, la más reciente disponible, presenta un panorama más completo. Las familias afroamericanas tienen considerablemente menos riqueza que las familias blancas: un patrimonio neto promedio de $24,100 en comparación con $188,200.

También hay diferencias significativas en lo que respecta a la transmisión intergeneracional de la riqueza, ya que las personas de color más jóvenes tienen menos probabilidades que los blancos de beneficiarse del dinero familiar que podría ayudar, por ejemplo, con el pago inicial de una casa o que podría proporcionar otros tipos de ascenso financiero. De hecho, el informe de la Reserva Federal señala que, según algunas estimaciones, las diferencias en las herencias y otros apoyos familiares son el principal motivo de la brecha de riqueza racial.

“Lo que más impide que los negros tengan una jubilación segura es la negación y la privación de la acumulación de activos de las generaciones anteriores”, dice Sandy Darity, PhD, directora fundadora del Samuel DuBois Cook Center on Social Equity de la Universidad de Duke. 

También existen brechas en lo que respecta a los instrumentos de ahorro para la jubilación. Es menos probable que las personas de color tengan cuentas de ahorro para la jubilación, como las 401(k) o pensiones, en parte porque es menos probable que trabajen para un empleador que las ofrece, según el informe de la Reserva Federal. Y aquellos que sí trabajan para esos empleadores tienen tasas de participación más bajas. Las cuentas de jubilación de los afroamericanos tienen poco más de un tercio del saldo de las cuentas de los blancos, según un análisis de los datos de 2016 de la Reserva Federal.

Para muchos negros que intentan equilibrar sus finanzas diarias con la planificación de la jubilación, la pandemia por COVID-19 y sus consecuencias económicas han sido desproporcionadamente devastadoras. El 44% de los afroamericanos dijeron que ellos o un miembro de su grupo familiar perdieron su empleo o salario, según un estudio de 2020 del Pew Research Center.

Todos estos problemas y más (opresión sistémica y el sesgo en el acceso a la vivienda, el acceso a la atención médica, las oportunidades educativas y la desigualdad en el empleo y los salarios) se han combinado para hacer que la inseguridad de la jubilación sea un problema urgente para los afroamericanos, dice Shawn D. Rochester, autor de The Black Tax: The Cost of Being Black in America (El impuesto al racismo: el costo de ser afroamericano en Estados Unidos). “Este sesgo en contra de los negros se manifiesta en forma de comportamiento discriminatorio que deriva en un costo económico cuantitativo que tiene un efecto intergeneracional en los afroamericanos en todos los niveles y aumenta dramáticamente la inseguridad de la jubilación”, afirma Rochester.

Darity y otros creen que la idea de los “bonos para bebés” podría ayudar a cerrar la brecha de riqueza racial e interrumpir los ciclos generacionales de pobreza. En febrero, el Senador Cory Booker (distrito de New Jersey) y la diputada Ayanna Pressley (distrito de Massachusetts) volvieron a presentar la Ley estadounidense de cuentas de oportunidad, que le daría a cada niño en Estados Unidos una cuenta de ahorros con $1,000 de fondos cuando nacen. Se agregaría una cantidad variable, en función del ingreso familiar del niño, todos los años hasta que el niño cumpla 18 años, cuando el dinero podría retirarse para financiar la educación superior, la compra de una vivienda propia o para hacer inversiones a largo plazo. La propuesta requiere financiamiento del gobierno y se espera que cueste $82 mil millones al año. 

Otra adaptación audaz de la idea de los bonos para bebés es lo que Ric Edelman denomina “bonos para bebés destinados a la jubilación”. Edelman, escritor, presentador de radio y asesor financiero, ideó el plan de seguridad de los ingresos para la jubilación para todos (Retirement Income Security for Everyone, RISE) que, según él, eliminaría la pobreza en la jubilación. Más parecido a los bonos del Tesoro de los Estados Unidos, los bonos RISE se venderían a inversores que financiarían depósitos de $5,884 por cada niño al nacer. A los inversores se les pagaría después de 20 años y el resto permanecería como inversión para que los beneficiarios lo retirasen mensualmente a partir de los 70 años.

Los bonos para bebés pueden ser una solución para los que aún no han nacido. Para los trabajadores que están asegurando su jubilación ahora, hay otras formas de terminar bien a pesar de los obstáculos. La sabiduría convencional sobre la planificación de la jubilación es que es un maratón, no una carrera corta. Muchas decisiones tomadas en el transcurso de la vida determinarán cómo cruzar la línea de meta. 

Consumer Reports habló con jubilados afroamericanos que disfrutan de un nivel de vida que no está limitado por su condición de jubilados, acerca de cómo se abrieron camino hacia una jubilación financieramente segura. 

Empieza a ahorrar ayer

El hábito de ahorrar es algo que Sharon McDougall de 67 años, y ahora con 3 meses de jubilación, aprendió temprano. Cuando la residente de Brooklyn tenía 16 años y consiguió un trabajo de verano de $100 a la semana en una empresa de transporte y abrió una cuenta de ahorros, al contrario de la expectativa de su madre de que gastaría todo su dinero en ropa. 

El hábito permaneció con ella durante sus 38 años de carrera profesional, primero como trabajadora social y luego como comisionada adjunta de una agencia de servicios sociales de la ciudad de Nueva York. Pudo aprovechar un plan de compensación diferido específicamente para los empleados de la ciudad que, como un plan 401(k), les brinda a los trabajadores una forma de ahorrar dinero antes de que se descuenten los impuestos mediante deducciones de nómina. 

“Cuando recibes el dinero de tu sueldo, no hace falta que recuerdes hacerlo”, dice McDougall, quien se describe a sí misma como financieramente “muy conservadora” y “siempre pensando en los gastos diarios”. La conveniencia de las deducciones automáticas se volvió aún más valiosa para ella a medida que su carrera profesional se volvió cada vez más exigente y su familia creció hasta incluir un hijo y una hija.

Como empleada del sector público, McDougall, ahora divorciada, también estaba inscrita en un programa de pensiones de beneficios definido que, al jubilarse, paga una cantidad fija en función de la edad, los años de servicio y la base remunerativa anterior del empleado.

Incluso con esos dos planes de jubilación, a los 50 años McDougall comenzó a buscar otras formas de reforzar sus ahorros para la jubilación. Siguiendo el consejo de un colega, se puso en contacto con un asesor de Ameriprise, una empresa de servicios financieros. El asesor la ayudó a diversificar su cartera, reducir su carga tributaria y calcular cuánto dinero necesitaría para vivir cuando dejara de cobrar su sueldo. Otro objetivo: asegurarse de que no se le acaben los ahorros. Siguiendo su consejo, ella abrió una cuenta personal de jubilación (Individual Retirement Account, IRA) para ahorrar aún más dinero con una ventaja fiscal y compró una anualidad fija diferida, un producto de seguro que ofrecerá otra fuente de ingresos en la jubilación cuando esté lista para aprovecharla. 

McDougall comenzó a reclamar los beneficios del Seguro Social a los 67 años. Con eso y sus otros ingresos, avanza hacia la jubilación con seguridad en las decisiones que tomó hace décadas, pero no sin arrepentimientos. “Realmente podría haber hecho mucho más con mi dinero, pero no me enfoqué con la antelación suficiente”, dice McDougall, quien esperó 5 años antes de inscribirse inicialmente en el plan de ahorros para la jubilación de su empleador y no aprovechó las disposiciones para “ponerse al día”, que permitan que los trabajadores mayores de 50 años contribuyan más. 

McDougall dice que no tenía conocimientos financieros y no sabía dónde buscar asesoramiento, un problema que cree que es endémico en las familias afroamericanas, a las que se les ha negado la oportunidad de generar riqueza. Pero es un ciclo que está intentando interrumpir.

Después de la muerte de su madre, la responsabilidad de resolver sus asuntos recayó en McDougall y la experiencia le abrió paso para hablar francamente con sus hijos sobre el dinero. Ella les aconseja tener planes de ahorro, explorar formas de reducir sus impuestos y buscar ayuda financiera profesional. “Mis hijos están mucho más enfocados en sus propias anualidades privadas y cosas fuera de sus empleadores, ¡lo cual es genial!”, afirma.

Conclusión: no esperes a recibir asesoramiento profesional
Si bien es cierto que, tradicionalmente, muchos afroamericanos y otras personas no han buscado asesoramiento financiero profesional debido a la falta de conciencia, puede ser rentable obtener una buena orientación para trabajar en objetivos a largo plazo, como generar riqueza, y a corto plazo, como ahorrar para una casa, dice Martin Seay, director de planificación financiera personal en la Universidad Estatal de Kansas y presidente de la Asociación de Planificación Financiera, un grupo profesional. 

“La realidad es que, realmente necesitas planificación financiera mucho antes de la jubilación y cuanto antes, mejor”, explica. Seay considera metas como conseguir tu primer trabajo, tener un hijo o comprar un automóvil o una casa como momentos bisagra para buscar ayuda financiera. 

También es importante buscar un asesor, dice Seay. Él aconseja reunirse con al menos 2 o 3 asesores antes de comprometerse. Asegúrate de que tú y tu asesor definan el éxito de la misma manera: es posible que tu asesor esté más enfocado en maximizar los ingresos, mientras que tú estás interesado en alcanzar un objetivo específico, dice Seay. Especialmente si eres joven y recién estás comenzando, puedes tener más éxito en encontrar a alguien que cobre una tarifa por hora, en lugar de un porcentaje de tus activos bajo administración.  

La organización sin fines de lucro Certified Financial Planner Board establece y hace cumplir los requisitos para acreditar a los planificadores financieros certificados, ofrece asesoramiento sobre la elección de un planificador, y la Asociación Nacional de Asesores Financieros Personales (NAPFA) puede ayudarte a encontrar un asesor que facture por hora y se adapte a tus necesidades. Si tu presupuesto simplemente no te permite afrontar un gasto más, considera los Programas gratuitos de la Asociación de Planificación Financiera (Financial Planning Association, FPA), que conecta a las personas en comunidades desatendidas y en riesgo con servicios de planificación gratuitos proporcionados por profesionales calificados en planificación financiera.  

Redefiniendo la jubilación

Algunas personas comienzan la cuenta regresiva para la jubilación en el momento en que son contratadas por primera vez. Malcolm Reid de 63 años, oriundo de Atlanta, no es una de esas personas. Después de una carrera profesional de 18 años y medio en AT&T como director técnico sénior, Reid aceptó una oferta de jubilación anticipada para tomar un puesto como director de programas en THRIVE Support Services, una organización sin fines de lucro para hombres afroamericanos amantes del mismo sexo que viven con HIV, donde anteriormente se había ofrecido como voluntario.  

Al hacerlo, Reid se unió al creciente número de personas que se jubilan de su carrera principal, pero aún trabajan por un salario, a menudo en actividades que están más relacionadas con una pasión que con un sueldo. Aunque el salario de Reid en la organización sin fines de lucro es aproximadamente un tercio de lo que ganaba en su trabajo anterior, él y su esposo pueden mantenerse cómodamente gracias a los ahorros 401(k), las ganancias de la venta de una propiedad inmobiliaria, la indemnización por despido que le depositaron a Reid por su trabajo en AT&T y los ingresos del marido de Reid como maquillador independiente. 

Reid tiene la intención de esperar hasta que cumpla la plena edad de jubilación a los 66 años y medio para reclamar el Seguro Social, y planea trabajar en THRIVE por 5 años, antes de darle una oportunidad a la jubilación real. “Apoyamos a las personas que viven con HIV”, dice Reid, quien también vive con HIV. “Amo lo que hago. Mientras tenga la energía, continuaré haciéndolo”.

Conclusión: prepárate para el segundo acto
Muchos profesionales abandonan carreras profesionales largas, pero aún no están listos para la jubilación plena. Según una encuesta de 2019 del Employee Benefit Research Institute, el 28% de las personas “jubiladas” continúan trabajando por un salario. Mientras que el 37% lo hace para llegar a fin de mes, el 89% trabaja porque lo disfruta y el 75% porque quiere dinero para gastos adicionales.  

Pero para redefinir tu propia jubilación, el primer paso es saber cuáles son tus oportunidades y comenzar a prepararte ahora para ser un mejor candidato en el futuro, explica Jacqueline Schadeck, una planificadora financiera certificada con sede en Atlanta. Ella aconseja a sus clientes que evalúen periódicamente cómo sus habilidades podrían transferirse a otros campos o que adquieran nuevas habilidades, quizás como voluntarios como lo hizo Reid, o quizás con un segundo empleo. “Es mejor planificar estas cosas en lugar de entrar y tratar de reaccionar en medio de una crisis”, dice Schadeck. 

También recomienda esperar para solicitar los beneficios al Seguro Social, como lo está haciendo Reid, todo el tiempo que puedas desde que te jubilas, idealmente hasta los 70 años. Solicitar el Seguro Social antes de cumplir la plena edad de jubilación (67 años para cualquier persona nacida en 1960) podría significar una reducción de los beneficios entre un 25% y un 30%. Actualmente, para los nacidos en 1943 o después, cada año en el que un posible reclamante pospone su beneficio del Seguro Social, representa un aumento de un 8% hasta los 70 años.

Salda tus deudas

Carol Gee de 71 años dice que tenía el ojo puesto en la jubilación desde que comenzó a trabajar. Después de, como ella dice, “huir de casa a los 20” para unirse a la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Gee pasó 8 años en servicio activo hasta que le dieron la baja con honores y se unió a las Reservas de la Fuerza Aérea por 14 años.

Después de más de 21 años de servicio militar combinado, Gee finalmente se convirtió en editora en la escuela de negocios de la Universidad de Emory. Su esposo, Ronnie, también de 71 años y también veterano de la Fuerza Aérea, fue subdirector de alimentación y nutrición en Emory Healthcare, donde trabajó durante poco más de 20 años. Sus colegas se sorprendieron cuando, apenas en sus 60, los dos anunciaron que estaban listos para jubilarse. Algunos se preguntaron si estaban actuando precipitadamente. “Cariño, me he estado preparando para esto por 42 años”, les decía Carol.

Parte de esa preparación implicó pagar las deudas. La pareja quería disfrutar de su jubilación con esa carga fuera de escena. Así que, con años de anticipación, “comencé a observar todos mis ingresos y egresos de dinero y traté de pagar lo que podía, lo cual significaba recortar gastos”, dice Carol. Por ejemplo, ella y Ronnie hicieron un inventario de su armario y se dieron cuenta de que no había motivo alguno para gastar en zapatos o ropa hasta que se saldara la deuda de la tarjeta de crédito. Según la opinión de Carol, también estaban “engordando un poco”, por lo cual redujo la compra de bocadillos. “Ahora los dos no comemos ni la mitad de lo que solíamos comer. Eso fue un gran ahorro”, dice Carol. 

También mantuvieron los gastos bajo control de otras formas. Por ejemplo, eligieron inscribirse en el programa de facturación fija de 12 meses de su empresa de servicios públicos, que establece un pago mensual fijo independientemente del uso. La factura constante facilitó la elaboración de presupuestos y eliminó las subidas estacionales de precios. Cuando tuvieron que renovar uno de sus baños, sacaron un préstamo sin intereses a 18 meses para saldar la deuda de forma barata y rápida. 

Tener en cuenta el presupuesto no impide que los Gee disfruten de almorzar afuera una vez a la semana o que gasten dinero para una ocasión especial. “Como tengo el mejor esposo del mundo, le compré un Jaguar para su cumpleaños de 60 años”, dice Carol, quien pagó el automóvil en parte con el dinero que ahorró al dejar de comprar zapatos, una parte del plan 401(k) de Ronnie y las regalías de los libros de su autoría. 

Sin pagos por el automóvil, una deuda baja de tarjetas de crédito y las tarifas fijas de los servicios públicos, un tercio del desembolso mensual de los Gee se destina a su hipoteca, que está en camino de saldarse en 2 años. Una década después de su jubilación, los Gee pueden depender colectivamente de 4 pensiones, 2 cuentas 401(k) y sus respectivos beneficios del Seguro Social. Es posible que el secreto de su éxito sea conocer sus fortalezas individuales y mantenerse encaminados. “Cuando tienes dinero debes poder manejarlo, y ella lo hace muy bien”, dice Ronnie.

La conclusión: tener una estrategia de pago
Cuando encararon su deuda antes de jubilarse, los Gee evitaron una zona de problemas creciente para los jubilados, especialmente para los jubilados afroamericanos. Hoy en día, las personas que están a punto de jubilarse, así como los recién jubilados, tienen más probabilidades de tener deudas y niveles de deuda más altos que las generaciones anteriores, según el Employee Benefit Research Institute.

En 2019, la carga de la deuda total para los estadounidenses a partir de 70 años ascendió a alrededor de $1,1 billones, un 528% más que en 1999, según el Banco de la Reserva Federal de New York. Pero entre las familias afroamericanas, a las que durante mucho tiempo se les negaron las oportunidades para la generación de activos y que están sujetas a políticas de despojo de riqueza, el problema es aún más grave. Para los grupos familiares blancos con deudas, encabezados por alguien de 55 años o más, esa deuda representa una mediana del 14% de los activos. Entre los afroamericanos de la misma categoría, la mediana es del 24%.

Pero no todas las deudas son iguales. Jacqueline Schadeck, una planificadora financiera certificada de Atlanta, distingue entre las deudas de consumo (como tarjetas de crédito y préstamos para automóviles) y las deudas de inversión que pueden aumentar tu patrimonio neto (como hipotecas o incluso préstamos para estudiantes). Las deudas cobrables pueden pagarse por sí mismas, dice Schadeck, mientras que las deudas como las tarjetas de crédito, si no se administran con cuidado, pueden arrastrarte financieramente y salirse de control. 

Existen diferentes corrientes de pensamiento sobre cómo pagar las deudas de consumo. 

Una es lo que Schadeck llama el método de bolas de nieve, que implica pagar pequeñas deudas y quitarlas del camino antes de pasar a las grandes. Haz una lista de tus deudas de consumo, desde tarjetas de crédito hasta pagos del automóvil, anotando los saldos y las tasas de interés, dice Schadeck. Paga el mínimo adeudado de cada deuda y usa todo lo que puedas ahorrar ese mes para hacer un pago adicional para saldar la deuda con el saldo más bajo. Una vez liquidada la deuda, aplica el efectivo de la deuda eliminada a la siguiente deuda más baja y repite el proceso hasta que estés libre de deudas.

Es motivador pagar los saldos más pequeños, dice Schadeck. “Te da una sensación de gratificación instantánea, genial, estoy saldando mis deudas”.

Una alternativa es lo que Schadeck llama el plan de avalanchas. Después de cumplir con todos los pagos mínimos de las deudas, aplica el dinero adicional que puedas ahorrar a la deuda con la tasa de interés más alta. Esta opción te permitirá ahorrar más dinero en pagos de intereses. 

Schadeck anima a sus clientes a hacer los cálculos y elegir el plan con el que puedan ser constantes. 

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