California se prepara para un verano de sequía con los embalses en mínimos históricos
Se espera que esta semana los termómetros de áreas del sur del estado marquen temperaturas de hasta 120°F en lo que se considera la primera ola de calor del año
El estado de California se prepara para un nuevo verano de sequía, con la nieve de las montañas ya prácticamente derretida desde mediados de mayo y algunos de sus mayores embalses en mínimos históricos. Esta semana, se espera la primera ola de calor en el sur del estado, con temperaturas que alcanzarán incluso los 120 grados Fahrenheit en algunas áreas.
Las consecuencias de la falta de agua en California tienen un impacto en todo Estados Unidos, ya que el estado produce dos tercios de todas las frutas y frutos secos que se cultivan en el país, así como grandes cantidades de hortalizas y productos derivados de animales.
Este lunes, el Departamento de Recursos Hídricos de California (DWRC, por sus siglas en inglés) informó que el lago Oroville, la segunda mayor reserva del estado, se encuentra únicamente al 36% de su capacidad, lo que supone un mínimo histórico.
Este lago artificial, que se encuentra a unos 130 kilómetros al norte de la capital del estado, Sacramento, fue construido en 1960 y provee de agua potable a 27 millones de personas, además de usarse para el regadío de más de 300,000 hectáreas hortofrutícolas.
El embalse es también habitualmente un destino de turismo y recreación para los habitantes del norte de California, por lo que este lunes resultaba impactante la imagen de decenas de embarcaciones “atrapadas” en la poca agua que se acumula en la parte más baja de la infraestructura.
Como tantas otras reservas en California, el lago Oroville se nutre del agua que le llega a medida que se va derritiendo la nieve de la Sierra Nevada, la cordillera que separa el estado de la vecina Nevada y que provee de recursos hídricos tanto a las grandes ciudades de Los Ángeles y San Francisco como a todo el centro rural.
Este invierno, la precipitación de nieve en la Sierra Nevada fue particularmente baja, y hacia el 1 de abril (la fecha en la que normalmente la nieve acumulada alcanza mayor grosor) se situó en únicamente 42 centímetros, lo que supone un 59% de valor histórico promedio en esa fecha.
Igual que la nieve, las precipitaciones de lluvia a lo largo del invierno -la temporada húmeda en el estado- también han estado muy por debajo de lo habitual, con localidades como Los Ángeles, Long Beach, San Francisco y San José registrando niveles de lluvia que no llegan ni al 45% de lo normal.
Pese a lo alarmante de estas cifras, no se trata de una situación nueva para los californianos, que de acuerdo a datos oficiales, ya han vivido condiciones de sequía “significativa” en 13 de los últimos 22 años.
Así, resultan habituales las restricciones en el uso de agua como las que este año ya están aplicando o han anunciado que van a aplicar varios condados, y que van desde la prohibición de llenar piscinas hasta la exigencia a los restaurantes de que sólo sirvan agua si el cliente lo pide expresamente.
Un estudio publicado en 2020 en la revista Science concluyó que el período de 2000 a 2017 -en que se registró una sequía crónica- fue el segundo más seco en el suroeste de EE.UU. en, por lo menos, los últimos 1,200 años.