Sin derecho a criticar a Cuba si no hablamos de las sanciones contra la isla

Desafortunadamente hay mucha desinformación que busca manipular, lejos de reportar la verdad

Protestas en Cuba

Imágenes de protestas en la isla. Crédito: EPA | copyright

Cualquier persona, columnista o político que dé su opinión sobre Cuba, de la situación política, de salud, económica o social que viven los cubanos en la isla, si no considera el daño ni las consecuencias que han causado las sanciones establecidas por Estados Unidos a la nación caribeña durante seis décadas, lo único que busca es manipularte.

En especial si su conclusión es que se necesita un cambio de régimen en el contexto de una contingencia médica mundial —repito: mundial—, pidiendo literalmente al  gobierno de Estados Unidos que bombardee la isla (alcalde de Miami) o tienda a forzar aún más la situación, a tal grado que produzca más dolor y muerte al pueblo cubano para que sea el pueblo mismo el que crea que el único culpable de toda esta situación es su propio gobierno, olvidando todos los otros factores externos que han congelado en el tiempo a la isla y sus habitantes.

Un ejemplo de manipulación es la foto de Egipto que la organización Artículo-19, en México, financiada por Estados Unidos, dio a conocer en su cuenta de Twitter para desinformar sobre el problema de Cuba. La foto era de 2011, de un país árabe, y aunque luego hubo una disculpa, el golpe ya estaba dado. Y no fue la única imagen utilizada también por otras organizaciones para desinformar e incrementar la dimensión del problema que actualmente viven los cubanos.

Esta retórica es la que constantemente están promoviendo los medios de comunicación masiva, articulistas desinformados, vendidos o algunos youtubers cómplices, muchos de ellos desde Miami, para obtener, por un lado, el apoyo globalizado y el sentido de urgencia de cambio en la isla; y segundo, justificar más sanciones contra el gobierno cubano o cualquier acción bélica por parte de Estados Unidos. Todo esto sin importar el dolor ni la muerte que se pueda causar a los seres humanos en Cuba.

Recordemos que para hacer la vida más difícil en la isla después de terminada la Guerra Fría, Estados Unidos aprobó la Ley Torricelli y la Ley Helms-Burton en los años 90 para impedir las relaciones comerciales y financieras de Cuba con el resto del mundo.

Por si esto fuera poco, la administración Trump, aquel líder que la mayoría de la gente tachaba de loco, inhumano y todo lo que le tocaba —por lo menos los demócratas y muchos republicanos no lo bajaban de inepto—, implementó 243 nuevas sanciones, en plena pandemia, cuando todo el mundo sufría y necesitaba de más apoyo.

A consecuencia de esas sanciones, los alimentos escasearon aún más, el combustible, los productos básicos y los suministros médicos. Ahora no importa que Cuba haya desarrollado su propia vacuna contra el virus si no tiene jeringas para aplicarla. Todo gracias a las sanciones de Trump.

¿Dónde están los gritos solidarios para el pueblo cubano? ¿En qué tipo de seres humanos nos estamos convirtiendo que permitimos este tipo de decisiones de nuestro gobierno y no decimos nada, especialmente en un momento en que todo el mundo padece los estragos de una pandemia?

Y si estas sanciones no fueran ya lo suficientemente crueles, el presidente Biden, quien prometió dar marcha atrás a lo hecho por Trump, no solo ha permitido que sigan vigentes, sino que ha incorporado nuevas sanciones a la isla en un momento en que la gente se sigue muriendo por el coronavirus.

Recordemos que 184 países contra 2 (Estados Unidos e Israel) de las Organización de las Naciones Unidas se han manifestado contra la eliminación de dichas sanciones.

Decir que el gobierno cubano es el mejor también sería una aberración o un despropósito, pues es un hecho que también hay abusos y corrupción en todo este tiempo. Pero seamos claros, ¿en qué país de América Latina no hay estos dos factores? Incluso en Estados Unidos, donde casi mil personas pierden la vida anualmente a manos de la policía, muchos de ellos solo por protestar.

Con todo y el acaparamiento de vacunas y un sistema de salud privado, supuestamente “más avanzado”, en Estados Unidos ya rebasaron las 616 mil muertes a causa de la pandemia. En países donde se aplica la democracia estadounidense como Colombia, que tiene 51 millones de habitantes, las víctimas mortales ya sobrepasaron los 122,277; mientras que en Costa Rica, un país de cinco millones de personas, los muertos ya se cuentan en más de 5,000. En Cuba, un país de 11 millones de personas, los muertos apenas rebasan los 3,355. Todos estos números de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins hasta el 8 de agosto.

Considerando el bloqueo que impide tener jeringas para aplicar su propia vacuna, la proporción del número de muertos en Cuba es más bajo que muchos de los países donde se aplica la democracia estadounidense. No podemos decir que todo se hace bien en la isla, pero tratar de minar y afectar cualquier esfuerzo que les impida salvar a su propio pueblo de esta pandemia, creo que nos convierte en seres… (usted ponga el adjetivo).

Es por eso que pedir intervención en Cuba o escribir una crítica negativa sin considerar los efectos de las sanciones nos parece un poco triste, cruel y con muchas ganas de manipular, principalmente si viene de opinólogos inmigrantes que conocen la historia de Estados Unidos y su relación con América Latina, y aun así, directa o indirectamente, piden y promueven desde el sótano o la habitación donde escriben un cambio de gobierno en la isla por la fuerza, aprovechando ideológicamente la coyuntura de la pandemia, en lugar de abogar por el aspecto humanitario que requiere el momento.

*Agustín Durán es editor de Metro del periódico La Opinión en Los Ángeles.

En esta nota

bloqueo Cuba manipulación restricciones
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain