Los descendientes de Moctezuma en el México de hoy

“Los hijos de Moctezuma mantuvieron, al igual que gran parte de la nobleza indígena, constantes litigios ante la corona real por obtener la mayor cantidad de privilegios posibles”, señalan historiadores sobre México-Tenochtitlan.

Foto familiar del linaje de los Moctezuma por parte de Teresa Francisca

Foto familiar del linaje de los Moctezuma por parte de Teresa Francisca Crédito: Cortesía Ituriel Moctezuma | Cortesía

MEXICO.- Tienen perfectamente identificado su linaje. La casa de la que provienen, el árbol genealógico que los respalda como descendientes de Moctezuma Xocoyotzin, el noveno emperador de México-Tenochtitlan (1502-1520), el antepenúltimo tlatoani azteca.

A Moctezuma Xocoyotzin le tocó recibir a los españoles encabezados por Hernán Cortés, primero como huéspedes, despues como invasores y finalmente como colonizadores.

Pero hoy los Moctezuma están claros. Al menos en una de las cuatro familias. “Queremos dignificar el legado del México original”, dijo Ituriel Moctezuma, uno de los más activos del clan, en entrevista con este diario.

Para él,  la dignidad comienza por el lenguaje: no fue conquista, sino invasión. No hacían sacrificios humanos, sino “muerte honrosa” (temiqui) que estaba reglamentada como actualmente la pena de muerte en algunos países.

Ituriel, ingeniero electricista de profesión, es uno de los gobernadores del país nombrados en asambleas a la usanza de usos y costumbres. Representa a la Ciudad de México en el Consejo Nacional Mexicano de Pueblos Originarios y Comunidades Indígenas.

“Ahora tengo un cargo de gobierno en la ciudad del Huey Moctezuma”, dijo.

Ituriel Moctezuma
Ituriel Moctezuma (Foto: cortesía Ituriel Moctezuma).

El Huey Tlatoani tuvo 20 hijos con distintos matrimonios, según la conclusión a la que han llegado los historiadores. De ellos, 16 murieron en las batallas frente a la gente de Cortés y le sobrevivieron cuatro: Teresa Francisca, hija de su primera mujer quien murió en el parto;  María Leonor, Pedro e Isabel (Tecuichpotzin).

De la descendencia hay documentación en el Archivo General de la Nación, donde se apoyó el investigador  de la Universidad Jagielónica de Cracovia, Arnold Labeuf, para crear uno de los árboles genealógicos más completo sobre los Moctezuma.

Labeuf profundizó en el estudio de las familias reales mexicas bque huyeron de Tenochtitlan tras su derrota hacia el municipio guerrerense de Chilapa, actualmente uno de los más pobres e impactados por la violencia del crimen organizado.

Los Moctezumas descendientes de Teresa Francisca dicen que ellos son los únicos que, en la primera generación, conservaron la sangre mexica pura porque entre todos los hijos sobrevivientes, sólo ella no se mezcló con españoles.

Teresa Francisca se casó con Diego Huanitzin Alvarado (hijo de Cuitláhuac) quien fue reconocido por Carlos V como el emperador de Tenochtitlan tras la muerte de Cuauhtémoc, quien no tuvo descendencia.

“La verdadera sucesión de la corona de Moctezuma no fue a través de Isabel y sus matrimonios con españoles, sino a través de Teresa quien se matrimonió con el hijo de Cuitláhuac”, destaca Ituriel.

De esta unión nació Pedro Cortés de Tlacopan quien renunció a la vida novohispana de la ciudad de México y se fue a Guerrero en busca de los antiguos nobles mexicas para  rearmar o reorganizar la reconquista de Tenochtitlan, pero ya no regresó.

Allá se enamoró y se casó con Ana (descendiente de Nezahualcóyotl y de los señores de Xochimilco). De esa unión nació el primer Moctezuma de Chilapa: Joseph Moctezuma.

Joseph pidió a la corona española que se le permita usar  el “Moctezuma” como apellido porque la palabra era, más bien, una referencia a un titulo nobiliario mexica para la gente sabia. Ituriel dice  que este antepasado estaba interesado en conservar el linaje, la tradición y la herencia de Tenochtitlan.

“Tener el apellido era muy importante”.

El historiador de la Universidad Nacional Autonóma de México,  Jesús Hernández Jaimes, observó algo más: “Los hijos de Moctezuma mantuvieron, al igual que gran parte de la nobleza indígena, constantes litigios ante la corona real por obtener la mayor cantidad de privilegios posibles”, documentó.

“Al linaje de Pedro, el rey Felipe IV le otorgó el título de conde de Tultenco en 1627 a un bisnieto del tlatoani; a la descendencia de Isabel (Tecuichpo), los títulos de conde de Miravalle y una pensión monetaria de 1.480 gramos oro hasta 1933”. De esta rama desciende el actual embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma.

A los hijos, nietos, bisnietos, taranietos  de Chilapa se les dio el cacicazgo y la mayoría de Chilapa para su control, según el historiador.

Los descendientes se Joseph en Chilapa  se multiplicaron durante décadas y décadas por toda la región. Y ya  en el siglo XXI, se calcula que hay unos 300 descendientes vivos, entre ellos, Andrés Moctezuma, abuelo de Ituriel.

Andrés cuenta con 40 descendientes vivos.

Abuelo Andres Moctezuma
Abuelo Andrés Moctezuma (Foto cortesía Gardenia Mendoza).

Andrés cuenta con 40 descendientes vivos. La última vez que se reunieron fue el 27 de enero de 2019, poco antes de la pandemia, cuando él cumplió 100, ya sin cacicazgos ni mucho menos. Sólo es un colaborador de historiadores que tiene la consciencia de transmitir los “deberes de sangre” de los Moctezuma a sus 102 años. Y sigue en pie.

¿Qué sigue?

Entre los Moctezuma descendientes de Teresa Francisca hay ahora diversos perfiles: campesinos, artesanos, economistas, abogados, médicos, empresarios, diseñadores; gente que sigue en Guerrero o emigró a los alrededores, a Morelos, a la Ciudad de México y hasta Estados Unidos.

“Somos bastante normales, la diferencia es que sabemos de donde venimos y eso nos hace conscientes y responsables para ser propositivos y activos en la sociedad, de alguna manera tenemos más arraigo”, destaca Ituriel, el más político de este linaje actual.

—¿Cuál es la misión familiar?— se le pregunta.

—En primer lugar, dignificar el legado de nuestro México original, a través de la buena imagen y labor de la familia hacia la sociedad, predicar con el ejemplo. Lo otro es ayudar a la comunidad a recobrar su identidad y su forma de vida. Implica desde lo cultural, lo alimenticio, y la forma de gobierno, nosotros estamos trabajando con el Consejo Nacional mexicano indígena y con muchos colectivos políticos, sociales y culturales para establecer un gobierno autóctono.

—¿Serían gobiernos paralelos?

—Más bien, se trata de armonizar el trabajo administrativo del Estado mexicano con el gobierno tradicional de los indígenas para que todas las decisiones que sean tomadas en cuanto a lo económico, social, político, pasen por la votación de un consejo de los pueblos originarios como un mecanismo de contrapeso.

—¿Como el papel de la reina en la corona británica donde los primeros ministros deben consultarle las decisiones?

—Así es. La corona inglesa no ha perdido su identidad; nosotros, queremos recuperarla.

La familia quiere para el país algunas formas de vida ancestral que aún se conservan en los territorios de los pueblos oriundos, desde el temascal, las yerbas, el calendario mexica o la ciencia del maíz, entre muchos otros cultivos que utilizan calendarios de siembra y cosechas basados en conocimientos prehispánicos.

Por eso  los Moctezumas apoyaron el impulso de una ley que ya se aprobó en la Cámara de Diputados, para que se reconozcan los saberes ancestrales mexicanos como  conocimientos científicos con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

“Son conocimientos que han sido transmitidos de generación en generación por siglos entre nuestros ancestros que experimentaron la vida en la tierra y sus fenómenos físicos antes que nosotros y los hemos ignorado”, dijo la diputada María Eugenia Hernández, autora de la iniciativa.

“Nos van a ayudar a resolver problemas relacionados con temas sustentables, cuidado del agua y la salud ciudadana”.

Batallas específicas

Las luchas locales por la armonía de las comunidades origianes también son un talón de Aquiles para los Moctezuma. Leticia Fabián, otra de las nietas de Andrés y prima de Ituriel, encabeza una protesta en contra del paso del sistema de transporte colectivo Mexicable por Santa Isabel Tola.

La población ubicada en la alcaldía Gustavo A. Madero es una las últimas comunidades rurales en la Ciudad de México donde aún se habla el náhuatl, sin embargo, la mancha urbana está a punto de comérsela. La construcción de teleféricos que pasarían por arriba de sus cabezas lo considera una afrenta total a la vida de campo que pretendían conservar.

Leticia Fabián Moctezuma
Leticia Fabián Moctezuma (Foto: cortesía Ituriel Moctezuma).

“Tenemos nuestras tradiciones, nuestra Iglesia de Santa Isabel de Portugal con más de 500 años, la identidad como pueblo originarios, el Acueducto de Guadalupe (que data desde Tenochtitlan) y ahora nos quieren invadir con puentes y construcciones modernas que no van con la tranquilidad de la comunidad”, cuenta Leticia Fabián, economista de profesión.

Eso es trasgredir la conservación histórica”.

Con tales argumentos, Leticia Fabián encabeza marchas, convoca a reuniones, cuelga afiches informativos por todo el pueblo, pero las autoridades no le dan muchas esperanzas: los constructores ya pusieron la estructura, las varillas y cavaron a profundidad desde que la licitación se hizo sin consulta a la población.

Aunque en Santa Isabel Tolá la  mayoría de los habitantes son de origen indígena, no está oficialmente reconocida como una comunidad de pueblos originarios y, por tanto, no está obligado por el convenio de Organización Internacional del Trabajo a consultar sobre la obra, además de que el gobierno no está acostumbrado a preguntar.

A la par de este activismo comunitario, Leticia Fabián tiene un asunto personal relacionado con el linaje: sólo tiene una hija y quiere que lleve el apellido Moctezuma que ella no tiene. Cuenta con el apoyo de su marido, quien no tiene problemas de que el Flores se pierda a favor de la casa del tlatoani Xocoyotzin.

“El problema es en el Registro Civil”, detalla.

En 2020 el congreso mexicano autorizó que los padres decidan el orden de los apellidos de los hijos, según convenga. Pero en los tiempos en que ella nació (1976) eso no se permitía y por eso se apellida Fabián y no Moctezuma; por tanto, su hija puede ser Fabián Flores, más no Moctezuma Flores. “No será sencillo el proceso”.

Raúl Moctezuma, de 57 años, no tiene problemas de apellido. Más bien, al séptimo hijo de Andrés suma causas de otro tipo. Abogado, maestro en administración pública, es el actual director jurídico de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico, un trabajo que lo absorbe y lo mantiene lejos del tema de linaje.

“Lo compenso informándome de la historia de la familia”, cuenta.

El resto del tiempo atiende y resuelve controversias de quejas médicas. Esto es, todo aquel paciente que acude a un proceso médico y se inconforma con cualquier prestador de servicios médicos sea de un hospital público o privado.

No es un asunto menor. Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, las principales quejas en contra de instituciones las encabezan aquellas relacionadas a la salud como el Seguro Social (IMSS) o el ISSSTE, además de las clínicas regionales y las privadas. “Es un trabajo muy absorbente que no permite más”.

El pasado en el presente

Hay dos tópicos de la Era del emperador Moctezuma que en la modernidad tienen una mayor relevancia para sus descendientes: el retorno del Penacho a México y la revisión de la historia que contaron los españoles.

Leticia tiene particular interés en el Penacho de Moctezuma y para catapultarlo hace equipo moral con la esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller, quien en octubre pasado exigió sin éxito al gobierno de Austria la devolución de la corona del tlatoani. Los europeos argumentaron que “es muy frágil”  y que el viaje de regreso podría dañarlo.

La descendiente del dueño del Penacho dice que recientemente inició pláticas con Xoconochtletl Gomora, para que como representante de pueblos originarios en Campeche (estado aliado), exija la devolución. “Era nuestra diadema del poder, no podemos abandonarla, es un símbolo”.

Otro símbolo que pretenden poner en cuestión es el sacrificio humano. Ituriel dice que Bernal Díaz del Castillo sólo habló de lo que escuchaba pero que nunca fue testigo de ningún ritual donde el corazón palpitante fuera extraido de algún pecho.

“Para empezar no existía la palabra sacrificio en náhuatl, ellos llamaban a esos ritos ‘muertes honrosas’ porque se hacían bajo leyes muy estrictas contra quienes merecían la pena capital: ladrones, violadores, traidores al estado, gente de lo peor o criminales reincidentes”.

En una reinterpretación similar, los Moctezuma de Chilapa quieren una revisión del papel de Isabel, aunque venga de otro linaje, porque consideran que fue utilizada por los españoles para que les firmara documentos para apropiarse de tierras y títulos. Tenía 15 años, podían manipularla y la casaron cuatro veces para sacarle poder.

“Es muy necesario un revisionismo histórico”, remata Ituriel.

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