Todas las amenazas al maíz en México
El maíz es actualmente blanco de avaricias en México, no sólo como producto terminado sino desde las parcelas. Los robos y extorsiones de este producto se registra en carreteras, trenes y hasta en tortillerías
MEXICO.- Hombres armados arribaron a la tortillería El Primo en Apaseo El Grande y mataron al dueño frente a su esposa a menos de un año de denuncias múltiples del gremio en todo el país, donde el crimen organizado ha visto en el alimento básico un negocio redondo para la extorsión replicándolo en diversos estados: hace unos días 30 tortillerías en Taxco, Guerrero, cerraron.
El maíz es actualmente un blanco de avaricias en México. No sólo como producto terminado sino desde las parcelas: ahí llegan a robarlo; en las carreteras y trenes, donde los asaltos y cobros de cuotas ilegales tienen el ojo en el grano; y por parte de las empresas trasnacionales que quieren modificarlo genéticamente a pesar de que el presidente firmó un decreto para impedirlo.
Todo ello en medio de una revaloración de su importancia en la cultura mexicana. Al maíz se le considera base en la integración social, en la alimentación y para su futuro desde que en 2019 el Congreso de la Unión decretó el 29 de septiembre como Día Nacional del Maíz.
El propósito principal es rescatar el principal grano y alimento como “símbolo de México”: de las 64 razas de maíz, 59 de ellas nativas de este país y con él se hacen alrededor de 600 recetas, amén de la tortilla.
Según información de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), esta variedad no es otra cosa que el fruto del esfuerzo conjunto de un amplio grupo de culturas originarias de América, hace aproximadamente 10,000 años.
Parte como planta de la familia genética del teocintle, un pariente silvestre, pero fue por el esfuerzo de diversas culturas que se logró tranformar o “domesticar” hasta lo que es actualmente.
En este proceso participaron mexicas, mayas, zapotecas, mixtecas, purépechas, totonacas, mazatecas, chinantecas y zoques.
“El maíz es el cultivo más importante de México”, dijo Francisco Hernández Archundia, asesor de la secretaría de Agricultura.
La importancia no ha pasado desapercibida para ninguno. Mucho menos para las organizaciones criminales que operan las múltiples amenazas para el grano.
Los carteles y robos en carretera
El 22 de junio pasado, dos policías municipales de Acaxochitlán, Hidalgo (centro) cargaban gasolina para su patrulla cuando se les acercaron dos personas para reportarles que les habían robado una camioneta al pasar por sitito al que llamaban La Bóveda.
“Se nos ponchó la llanta”, contó una de las víctimas. “Nos detuvimos para cambiarla y ahí llegaron hombres armados que esperaron al cambio de refacción y nos llevaron junto con la carga”.
La historia, documentada por la prensa del estado, detalló que más delante de la ruta y ya con el botín controlado, los delincuentes abandonaron a los conductores del camión y se llevaron tres toneladas de maíz.
Tanto la policía municipal como la estatal montaron un operativo pero fue imposible localizarlos. “Fue como si se los hubiera tragado la tierra”.
El modus operandi coincide con un reporte de la organización Borderland Beat, que realizó una investigación sobre el tema en marzo pasado en la cual señaló a los principales carteles de México de estar involucrados en el gran número de robos en las carreteras —una tercera de granos—, con sofisticados métodos.
Los robos en las carreteras son comúnmente cometidos por bandas de seis a ocho hombres armados con pistolas y equipos de alta tecnología que monitorean los movimientos de los camiones. Utilizan varios automóviles para bloquear el paso del camión, y luego desatan su remolque de carga para engancharlo a otro vehículo, o pasan la mercancía a su camión.
Incluso roban el vehículo completo y los conductores son mantenidos como rehenes para retrasar la respuesta de la policía como ocurrió en Hidalgo.
De acuerdo con diversas denuncias penales y de organizaciones de transportistas, en México atracan a 36 camiones diariamente, muchos de ellos de alimentos por su alta demanda. Borderland Beat tiene dos razones para apuntar al los cárteles. En primer lugar porque concuerda con la diversificación actual de las operaciones.
Por otro lado, alrededor del 75% de los ataques ocurren en diez carreteras de los estados de Guanajuato, Puebla, Querétaro, Estado de México y Jalisco, en el centro del país y rumbo a la capital mexicana, que a la vez es la de mayor consumo.
La respuesta del gobierno mexicano ha consistido en imponer condenas de sies a 12 años a quienes son capturados secuestrando camiones, independientemente de la cantidad robada; sin embargo, hasta el momento esto no ha logrado disuadir a los criminales.
Un análisis de InSight Crime, consultoría estadounidense especializada en seguridad, reportó los carteles pueden controlar y financiar a bandas más pequeñas, las cuales llevan a cabo los ataques así es a esas bandas a las que capturan.
Por otro lado, “la hiperviolencia y la fragmentación de la criminalidad mexicana son factores que también fomentan esta clase de crímenes, que suelen ser cometidos de manera independiente por grupos pequeños”.
En estos casos se encuentran los robos directos a la parcelas, donde los ladrones ingresan a las áreas de cultivo y extraen los elotes afectando seriamente a los productores agrícolas. Según el presidente de la Confederación Nacional de Campesinos en Querétaro, Hilario Barrón,
el 30% de la superficie de siembra de riego desaparece en manos criminales.
“Creo que de poco nos sirve que la Guardia Nacional esté dando rondines si los robos siguen en el campo, para nosotros es pérdida, hay compañeros que han perdido hasta 50 mil pesos por el robo de una hectárea de maíz”, dijo.
Extorsiones
Una de las principales hipótesis sobre la muerte de Efrén Valois, un floricultor guerrerense es que no quiso pagar una extorsión por cada kilo de maíz que cosechaba para alternar los cultivos y reforestar el suelo de sus terrenos. Se negó una y otra vez a pesar de la insistencia de los grupos criminales que habían hecho lo mismo con los agricultores.
La otra línea de investigación es política. Se dice que ensombrecía la candidatura de una oponente de la organización criminal que tomó el control local. Como sea, por falta de investigación hay quienes se sintieron intimidados y después del asesinato, ocurrido en 2020, aceptaron la cuota, igual que las tortillerías a quienes también se les exigió una extorsión.
Este tipo de chantaje al kilo del grano no es algo nuevo. En 2014, la delincuencia organizada robó 4,300 toneladas del grano mientras era transportado sobre vías ferroviarias, de acuerdo con datos de la empresa de ferrrocarriles Ferromex, que reconoció que ese maíz es rematado posteriormente en el mercado negro.
En ese año, un directivo de la empresa Minsa –quien pidió el anonimato– reveló que desde 2011 la empresa paga entre 20 y 40% más por tonelada a las líneas transportistas debido a las cuotas que los criminales imponen en las carreteras.
El caso de las tortillerías ha sido más dramático. A mediados de octubre, 30 tortillerías en el municipio de Taxco, en la región norte de Guerrero, decidieron no subir sus cortinas tras amenazas de organizaciones criminales.
De acuerdo con el alcalde Efrén Parra, los afectados argumentaron que ya pagaban “derecho de piso” a una, pero llegó otra que quería exclusividad de pago y los tortilleros temieron quedar en medio de dos fuegos.
“No sabemos cuando van a reabrir porque nadie de ellos (los empresarios) me lo han dicho y el cierre de las tortillerías ha provocado que la gente acuda en forma masiva a las tiendas de autoservicio a comprar el producto”.
La experiencia más violenta en contra de las tortillerías que se han negado a dar dinero para seguir operando ha sido en Guanajuato. Particularmente en Celaya, donde incendiaron varios locales y mataron a tres en un solo día; poco después, en Cortazar, mataron a otro hombre y un bebé.
De manera aislada, aunque con el mismo perfil de ser propietarios de tortillería han muerto personas en Tijuana, en la Ciudad de México, Tamaulipas, Nuevo León y Michoacán.
Los transgénicos
En enero pasado, después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador firmó un decreto para la prohibición del maíz transgénico y la prohibición progresiva del glifosato hacia 2024 publicado en el Diario Oficial de la Federación el 31 de diciembre del 2020, la organización ambiental Greenpeace celebró el acuerdo, pero también lanzó una advertencia.
“Si bien esto es un paso enorme, aún falta mucho por hacer, ya que los monopolios de empresas transnacionales (principalmente Bayer-Monsanto y el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) aún se resisten a frenar todo el daño ambiental que hacen, como deforestación, contaminación de los suelos y sobreexplotación y contaminación de los mantos acuíferos”.
Greenpeace México junto con diversas organizaciones campesinas, de consumidores, académicos, investigadores, artistas e intelectuales han denunciado que los transgénicos y su paquete tecnológico ocasionan daños a la salud humana y medioambiental, tal como argumentan científicos en diversas investigaciones.
Tanto los transgénicos como el herbicida glifosato, tienen graves repercusiones para los agricultores y los pueblos indígenas de México quienes también argumentan que “ponen en riesgo la diversidad de variedades agrícolas conservadas en los campos que resultan fundamentales para la producción de alimentos.
Empresas como Bayer AG (que adquirió Monsanto en 2016) y Corteva Inc desarrollan semillas y herbicidas genéticamente modificados que otras compañías solo pueden producir una vez que expira una patente por lo que se cree que pretenden contaminar el resto de las semillas para limitar la producción.
Bayer, que adquirió Monsanto en 2016, ha sido durante mucho tiempo dominante en el mercado estadounidense y ha pretendido meterse a México, donde ha tenido una fuerte resistencia.
Para defenderse Bayer-Monsanto, Syngenta, PHI y Dow, metieron un amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación con 130 argumentos que para las organizaciones del maíz “eran huecos, contradictorios y falaces”. En días pasados la SCJN negó por unanimidad y sin discusión los cuatro amparos e impugnaciones presentadas.
El siguiente paso político tras el fallo judicial es reducir las importaciones de maíz amarillo transgénico desde Estados Unidos; en el caso del maíz blanco, con el que se hacen las importaciones, México es autosuficiente.
En el pasado, el gobierno mexicano aprobó unas 90 variedades de maíz transgénico para su importación, entre casi 170 autorizaciones totales de semillas genéticamente modificadas, incluyendo algodón y soya.
Bajo el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien asumió el cargo a finales de 2018, la Cofepris no ha aprobado ninguna semilla transgénica y eso ha generado mucha incertidumbre entre los productores estadounidenses que ya comenzaron a hacer presión en el marco del libre comercio del Tratado México- Estados Unidos y Canadá.
Las otras advertencias
Cuando Alejandro Orozco, un joven agricultor del estado de Hidalgo vio que el agua le había llegado al cuello, dejó las mazorcas y se fue a guarecer. Ocurrió en agosto pasado, tras el paso del huracán Grace a finales de agosto, en el poblado de la Vega, que es parte de la Reserva de la Biósfera de la Barranca de Metztitlán .
“Estábamos sacando la cosecha que se pudiera rescatar, pero perdimos el 60%, todo se quedó ahí en el agua. En dos huertas ya no pudimos sacar nada”, contó a medios locales.
“Muchos me preguntan qué vamos a hacer. No estamos obteniendo un apoyo de ningún gobierno ni institución y por eso nos vamos a ir a Estados Unidos”.
Los agricultores mexicanos a poca que escala que en su mayoría siembran maíz se enfrentan actualmente con dos caras muy duras de la misma moneda que es el cambio climática. En 2020 padecieron por sequías y este año por inundaciones.
Orozco considera que este problema se podría resolver económicamente con seguros, pero el presupuesto no les da a los pequeños agricultores. “Debemos de ir tomando muy en serio esto del cambio climático porque es el maíz de los pequeños productores lo que hace a México autosuficiente”, dijo Javier Velazco,ingeniero agrónomo de la Universidad de Chapingo.
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