Restauranteros latinos se muestran optimistas para el 2022

Dicen haberse adaptado a los cambios para mantener sus negocios a flote; ahora buscan recuperar su económia, aunque su nueva piedra en el camino es la inflación

El restaurante Sabores Oaxaqueños pasó de 20 a 5 trabajadores en 2021; ahora ya van “regresando a la normalidad”, dicen los dueños. / fotos: Jorge Luis Macías.

El restaurante Sabores Oaxaqueños pasó de 20 a 5 trabajadores en 2021; ahora ya van “regresando a la normalidad”, dicen los dueños. / fotos: Jorge Luis Macías. Crédito: Impremedia

Los restauranteros latinos de Los Ángeles se muestran plenamente confiados en que éste 2022 viene cargado de buenos augurios para la recuperación de sus pequeños negocios y, al mismo tiempo, confían en que las autoridades de salud pondrán un control para llegar al final de la pandemia por el covid-19.

Confiesan además que, a pesar de los estragos de la inflación y el impacto a su bolsillo por los altos costos de los insumos —como carnes y vegetales— que usan para preparar sus deliciosos patillos, hasta ahora no han subido el precio de sus productos pero que la idea, está latente.

En diciembre, los precios al consumidor estadounidense subieron casi un 7% en un año. Es la tasa inflacionaria más alta desde 1982.Y los incrementos en los costos también se reflejaron en el precio del combustible y de la vivienda, entre muchos otros rubros.

Todo ello ha aumentado la presión sobre los consumidores, sobre todo en los hogares de menos ingresos, según dio a conocer el Departamento del Trabajo.

Pero fueron los hogares de menos ingresos donde el efecto dominó de la inflación provocada por la pandemia absorbió los aumentos salariales de muchos trabajadores.

Darío García, dueño del restaurante “Sabor Colombiano” ubicado en el 847 S. Union Ave, en Los Ángeles, dijo que la vorágine de la pandemia, no solo afectó su negocio sino que tambiénle brindó una lección: “No hay seguridad en la vida… Solo en la muerte”.

Agrega que la crisis de salud le enseñó quiénes eran sus amigos en realidad, que fueron quienes estuvieron con él y su madre, Patricia Valle, para tenderles una mano cuando el restaurante parecía irse a pique.

“Fueron sentimientos de decepción y tristeza, pero también de alegría de saber con quiénes en verdad cuentas en los momentos difíciles”, dijo el emprendedor de 37 años, nacido en Palmira Valle, Colombia.

Esos momentos difíciles ocurrieron entre junio y agosto de 2020 cuando los ingresos del restaurante cayeron un 70%.

Sin clientes, a los empleados se les recortaron horas de trabajo. Pero nadie fue despedido.

García cuenta que tuvieron que reinventarse. Así, alquilaron un estacionamiento contiguo al restaurante; colocaron “huevitos” o carpas que compraron para atender a los comensales en 23 mesas en el exterior y la idea funcionó.

“Servíamos comida a los clientes en sus carros y les proyectábamos películas”, dijo el gerente del negocio considerado como “la casa de la arepa rellena”.



La idea funcionó y le dio mayor visibilidad a “Sabor Colombiano”, donde los clientes todavía disfrutan de costos regulares y, aunque todo está caro, Darío García no tiene planes de aumentar sus precios.

Esto lo agradecen sus clientes Daniela, Fabián y Ale Rodríguez, quienes degustaron sancocho de gallina, mondongo y churrasco colombiano. “Hay que apoyar los negocios que colaboran con la misma raza”, dijo Daniela, quien es enfermera y vive en Los Ángeles.

En todo Estados Unidos, y particularmente en Los Ángeles, propietarios y empleados de restaurantes latinos celebraron en 2021 el lanzamiento nacional de las vacunas Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson, y la flexibilización de algunas restricciones por el covid-19, que les permitió atraer más clientes e ingresos para sus negocios más afectados.

La crisis de Covid-19 afectó especialmente a las pequeñas empresas latinas, y, según un estudio de la Universidad de Stanford, a los propietarios de negocios latinos se les aprobaron apenas la mitad de préstamos del llamado “Programa de Protección de cheques de Pago (PPP), a diferencia de las empresas cuyos dueños son blancos.

Darío García, gerente de Sabor Colombiano, junto al empleado José Paiz muestra la bandeja paisa, el platillo colombiano que consta de patacón, churrasco y más.
Para atraer comensales, algunos restaurantes como Sabor Colombiano tienen música en vivo.

Aún con la mascarilla

Los esposos Valentín y Ana Lilia Granja, dueños de “Sabores Oaxaqueños”, un restaurante que se localiza en el 3337 ½ de la 8th St., en Los Ángeles, no tuvieron acceso a esos préstamos y de 20 trabajadores antes de la pandemia, solamente quedaron cinco en 2020.

“Recuerdo que nuestra clientela llegó a caer hasta un 20% y los ingresos se fueron abajo”, dijo Valentín. “Poco a poco estamos regresando a la normalidad”

Su recuperación va progresando: De $300,000 en 2020 subió a $600,000 en 2021.

“Hace dos años todo era comida para llevar; entregábamos pedidos desde Los Ángeles a Burbank, Ontario y Santa Ana; esa plataforma de atención a los clientes nos permitió sobrevivir”, dijo Ana Lilia.

“Teníamos y tenemos que cumplir con todas las reglas de salud que nos marcan las autoridades, proteger sobre todo a los ancianos, a los niños y a nosotros mismos”.

Por suerte, ellos no cerraron a pesar de que a nivel nacional, tan solo en el 2020, más de 110,000 establecimientos de comida y bebida suspendieron su servicio al público de forma temporal o permanente, según la Asociación Nacional de Restaurantes.

Agregan que las pérdidas en la industria de restaurantes y servicios de alimentos alcanzaron los $240,000 millones, cuando se calculaban ventas por $659,000 millones.

“Nuestras metas en 2022 son continuar usando la mascarilla dentro y fuera del restaurante y esperamos que ya se acabe la pandemia”, dijo Ana Lilia, originaria de la ciudad de Oaxaca.

Y agrega que “aunque nos vemos apretados por lo caro de los insumos para preparar todas nuestras recetas” no han subido los precios hasta ahora. No obstate, “los mismos clientes nos han sugerido que tenemos platillos exquisitos y que deberíamos aumentar el precio”, dice.

Germán Granja, de Sabores Oaxaqueños, muestra ‘anafre placero’, un platillo con cecina, chicharrón, chorizo, nopal, quesillo, chapulines, costilla de puerco y más.

Adaptarse a la tecnología

Por su parte, Juan Alfaro, propietario de Mex-Perú Gipsy un establecimiento de comida, ubicado en el 414 al este de la calle 12, en Los Ángeles expresó que hace 38 años llegó a Estados Unidos, en esta ciudad no se conocía la comida peruana y él decidió hace un lustro probar con tallarines verdes, arroz chaufa, tallarín de carne, ceviche y el clásico lomo saltado peruano que cocina su chef michoacano, Felipe Álvarez.

“La pandemia nos descontrolo bastante… La gente no venía a los callejones y nosotros no vendíamos”, recordó el hombre de 70 años, oriundo de Lima. “Los primeros meses fueron desastrosos; las ventas cayeron 80% y de cinco que éramos, nos quedamos solamente tres”.

Sus otros empleados no fueron despedidos, sino descansados temporalmente. Confiesa que no sabía cómo responder a la incertidumbre.

El peruano Juan Alfaro junto a su equipo de trabajo muestran un platillo de lomo saltado.

“Pero en el plan de Dios estaba que no cerráramos y así como muchos que servían comida en el interior desaparecieron, nosotros empezamos a vender comida para llevar; surtíamos pedidos por teléfono y aprendimos el sistema tecnológico de atender a los nuevos clientes a través de sus aplicaciones de teléfono”, dijo Juan.

Las ventas mensuales de Juan promediaron ingresos mensuales de $20,000 y hasta $30,000 en 2021, desde el momento en que se reinventó y aplicó la tecnología en su negocio.

“Antes, solamente recibíamos pagos en efectivo, pero tuvimos que aprender junto con la pandemia. Al principio fue difícil, pero ahora todo lo hacemos a través de una tableta… Nos hicimos más populares y tenemos calificación de cinco estrellas; ahora solamente queda seguir haciendo muy buena comida y dando excelente atención al cliente…

Somos un negocio pequeño, pero aquí cocinamos con amor”.

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