Los peligros del dióxido de cloro contra el COVID-19
Aunque una familia latina utilizó el compuesto químico, no hay evidencia científica que avale su uso en las personas
La familia completa de Martha Ugarte se contagió de COVID-19, pero durante un tiempo de su vida, ella trabajo en un laboratorio de fármacos de Tijuana, Baja California, y asegura, que haber bebido y hacer vaporizaciones con dióxido de cloro -un poderoso desinfectante- les “ayudó” a sanar.
“Compré los químicos en Amazon y yo misma preparé la mezcla”, dijo Martha a La Opinión. “Al segundo día hice más dióxido de cloro para que fuera más fuerte, o sea, para que quedara más concentrado”.
En su historia, Martha, originaria de Acatlán de Pérez, Oaxaca, cuenta que su esposo se había contagiado con el coronavirus; pasaba el tiempo durmiendo, estaba débil y no podía respirar correctamente.
Su hija sufría de dolor en la garganta y cuando la enfermedad le robaba la respiración, usó antiinflamatorios, pero después decidió que era el momento para preparar el dióxido de cloro.
“En mi caso, cuando me lavé la nariz [con el químico], vi como caían las flemas, aunque no se notaban mucho. No podía respirar”.
Los miembros de la familia Ugarte se enfermaron antes que hubiera vacunas contra el COVID-19.
Martha, de 60 años, asegura que comenzaron a tomar nebulizaciones “para matar el virus”, empleando, además, humidificadores en casa: cuatro en total, uno para cada dormitorio, y un quinto en la sala.
Martha dice que la mezcla con la que limpiaron sus fosas nasales y garganta, además de tomar una dosis de 15 mililitros de dióxido de cloro, los ayudó “a sanar”.
“Poníamos 15 mililitros de dióxido de cloro en cada litro de agua en tiros cada 15 minutos…, con este tratamiento, en dos horas matabas el virus en una habitación”.
Peligro de muerte por usar dióxido de cloro
“Sabemos que el dióxido de cloro es bastante común para la limpieza de la ropa, pero no es nada especial con relación al coronavirus”, dijo la doctora Silvia Abascal. “Ese es uno de los mitos más grandes que surgieron desde el inicio de la pandemia y es muy peligroso”.
La experta señaló que la ingesta de dióxido de cloro, un poderoso desinfectante, puede ser extremadamente dañina para los seres humanos.
“Depende mucho de la concentración, pero sabemos que la gente puede intoxicarse y hasta morir”, explicó. “Puede quemarse desde la boca al esófago; es bastante dañino porque ataca el sistema digestivo”.
No obstante, la ingesta de dióxido de cloro también podría dañar el hígado, los riñones y provocar incluso, arritmias cardiacas.
De acuerdo con el centro de aprendizaje Carbotecnia, la química del agua con el dióxido de cloro y sus efectos en la salud por inhalación pueden producir irritación bastante severa, broncoespasmos y edema pulmonar, aunque no de manera inmediata. También puede causar cefalea severa y todos los síntomas pueden aparecer con retraso y ser persistentes, al grado que la exposición a largo plazo puede causar bronquitis crónica.
Un caso mortal
En enero de 2021, falleció Jorge García Rúa, un paciente argentino que presentaba un cuadro grave de coronavirus después de que un juez obligó a una clínica privada a que administrara dióxido de cloro. García Rúa estaba internado en el Sanatorio Otamendi, donde también había fallecido su esposa.
El hijo de su esposa, José Maria Lorenzo, había solicitado ante la Justicia Federal que el hombre recibiera de manera urgente el dióxido de cloro, que no está autorizado por ninguna autoridad sanitaria en el mundo para tratar el COVID-19.
Aquel joven siguió las instrucciones de un neurocirujano que recomendó la inyección intravenosa del dióxido de cloro, además de nebulizaciones con ibuprofenato de sodio. García Rúa murió el 11 de enero.
Sin embargo, desde el inicio de la pandemia, en Estados Unidos la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) y otras agencias gubernamentales advirtieron en todo momento que el dióxido de cloro, promocionado como una “cura milagrosa” en la internet, podría ser peligroso para la salud humana si se ingiere.
“Recordemos las noticias cuando el mismo expresidente [Donald] Trump sugirió como chiste que se usaran desinfectantes para tratar el COVID-19”, dijo la doctora Silvia Abascal. “Después, sus propios médicos tuvieron que retractarlo de sus palabras; lo mismo sucedió con la hidroxicloroquina y la ivermectina”.
La hidroxicloroquina o el antídoto de Trump” recibió una advertencia seria sobre su uso por parte de la FDA, debido a que fuera del entorno hospitalario o de un ensayo clínico podría provocar problemas con el ritmo cardiaco. Su empleo aprobado en humanos funciona exclusivamente en casos de malaria, lupus y artritis reumatoide, pero no en contra de Coivid-19.
Entre tanto, la ivermectina, usada para desparasitar caballos no está autorizada para su uso contra el COVID-19. En los humanos, las tabletas aprobadas por la FDA se emplean para tratar a las personas con estrongiloidiasis y oncocercosis intestinales, dos enfermedades causadas por gusanos parásitos. Además, algunas formas tópicas (sobre la piel) de ivermectina están aprobadas para tratar parásitos externos como los piojos y para afecciones cutáneas como la rosácea.
MITO
La gente puede protegerse del COVID-19 por la vía oral, bañándose o frotándose el cuerpo con lejía, dióxido de cloro, desinfectantes o alcoholes para frotar.
REALIDAD
Estos productos son altamente tóxicos y nunca deben tragarse ni inyectarse en el cuerpo. Llame al 911 si esto ocurre.
Se pueden usar desinfectantes, lejía, agua y jabón para limpiar las superficies, un paso importante para detener la propagación del coronavirus que causa el COVID-19, pero nunca intente auto tratarse o prevenir el COVID-19 frotándose o bañándose en cualquier parte de su cuerpo con lejía, desinfectantes o alcohol. Los desinfectantes de manos contienen alcohol, pero están formulados para ser seguros para usar en las manos.