Sierra & Tierra: Un legado de racismo tóxico

s columnista del Sierra Club. Sígalo en Twitter, @javier_SC

Instalación de paneles solares en Alameda, California.

Foto de archivo. Crédito: Henrik Kan/Sierra Club | Cortesía

Se habrá preguntado por qué nuestra gente, al igual que otras comunidades de color, recibe un castigo de contaminación mucho más severo que los estadounidenses blancos.

No es un accidente. Es intencional —una herencia de racismo tóxico producto de casi un siglo de prácticas segregacionistas que condenaron a nuestra gente a vivir en algunos de los lugares más indeseables de Estados Unidos.

En inglés se llama “redlining”, por el color rojo que la Corporación de Préstamos a Dueños de Casas (HOLC) usó durante 30 años en sus mapas para marcar las áreas del país que no se merecían recibir préstamos hipotecarios debido a la “infiltración de extranjeros, negros o poblaciones inferiores”.

Un nuevo estudio publicado en Environmental Science and Technology Letters confirma que pese a que esta práctica racista se eliminó hace 50 años, sus catastróficas consecuencias perduran. Comparados con la población blanca, los residentes de las áreas marcadas en rojo viven hoy con más smog, materia particulada y otros peligrosos contaminantes que sus contrapartes blancos. En resumen, 45 millones de personas respiran aire tóxico en Estados Unidos.

El abuso contra estas comunidades se acentúa si consideramos que en ellas es donde se construye un desproporcionado número de focos de contaminación, como autopistas, refinerías, puertos y otras instalaciones tóxicas.

De las 202 ciudades donde se realizó el estudio, en las cuatro peores —Los Ángeles, Atlanta, Chicago y Essex County/Newark— viven millones de latinos.

El reporte concuerda con los resultados de infinidad de encuestas y otros estudios que resaltan estas sistemáticas injusticias ambientales. Un sondeo del Sierra Club y Green Latinos reveló que la contaminación impacta la calidad de vida del 89% de los votantes latinos y que el 40% vive, estudia o trabaja peligrosamente cerca de un lugar tóxico.

La solución a esta tragedia nacional es el abandono acelerado de los combustibles fósiles y abrir las puertas a la energía limpia y eficacia energética. Un reciente estudio de la Asociación Pulmonar Americana indica que optar por vehículos y energía limpia salvaría 110.000 vidas y ahorraría $1,2 billones (trillions) en beneficios a la salud y $1.7 billones en beneficios climáticos en los próximos 30 años.

El reporte se centró en los 100 condados con el mayor porcentaje de personas de color, y concluyó que solo en ellos los beneficios de la energía limpia ascenderían a $155,000 millones.

Esta transformación generacional cumpliría también con las prescripciones de la ciencia climática. Según las conclusiones de Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU, para evitar las consecuencias más catastróficas del calentamiento global, la humanidad tiene que reducir su consumo de combustibles sucios en un 50% para el año 2030 y en su totalidad para 2050.

Nuestros hijos y nietos no merecen este legado de racismo tóxico, sino heredar un planeta viable, saludable y próspero.

Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Sígalo en Twitter, @javier_SC

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