El terrible asesinato que obligó a que los guantes de goma sean un equipo necesario en las escenas de un crimen
El asesinato de Emily Kaye y de su hijo no nacido y la forma en que su cuerpo fue encontrado marcó un antes y un después en la manera de que los funcionarios de seguridad trabajen en una escena de un crimen.

El uso de los guantes de goma es común en muchos cuerpos de seguridad de diferentes países. Crédito: Douglas P. DeFelice | Getty Images
El británico Patrick Mahon fue arrestado bajo sospecha de asesinato después de presentarse en la estación de tren de Waterloo en Londres para reclamar su bolso.
Rápidamente, confesó que el cuchillo ensangrentado y el estuche en el interior estaban relacionados con la muerte de su amante, Emily Kaye. Luego, Mahon dirigió a los detectives de Scotland Yard a una escena particularmente espeluznante en un bungalow de Sussex, donde encontraron los restos de Kaye, desmembrados y escondidos entre sombrereras, baúles y latas de galletas.
El patólogo encargado del caso, Sir Bernard Spilsbury, confesó que aunque por su carrera estaba acostumbrado a los horrores, nunca había visto unos restos que se hallaran en un estado tan horrible.
La esposa de Mahon inició la investigación al pedirle a un amigo y ex oficial de policía que revisara el boleto de reclamo de equipaje que había encontrado antes en el traje de Mahon, ya que antes su esposo la había engañado en múltiples oportunidades e inclusive había estado en la cárcel por delitos como robo y violencia.
Tras su arresto en la estación de tren, Mahon afirmó que la víctima, que estaba embarazada de su hijo, se había resbalado y golpeado en la cabeza, causándole la muerte. Argumentó que solo estaba tratando de proteger su matrimonio al deshacerse del cuerpo de la manera en que lo hizo.
El médico forense a cargo, Sir Bernard Spilsbury, no tuvo más remedio que intentar reconstruir el cuerpo de Kaye para encontrar la causa de la muerte. En el transcurso de varios días, él reconstruyó minuciosamente su cuerpo a partir de las diversas partes restantes. Spilsbury, que solo le faltaba la cabeza, pudo descartar la afirmación de Mahon de que una sola caída fue responsable de su muerte. También dedujo que Kaye había sido descuartizada con un cuchillo que Mahon había comprado antes del asesinato.
El cuchillo y además de una sierra fueron compradas por Mahon en un comercio cercano a la estación Victoria de Londres.

Una importante innovación en la investigación surgió en la escena del crimen en el bungalow de Sussex: los oficiales, que no estaban equipados con guantes, se vieron obligados a recoger los restos de Kaye con sus propias manos. Después de la investigación de Mahon, los guantes de goma se convirtieron en equipo estándar en las escenas del crimen.
Gran parte del caso de Mahón está ligado a mitos y leyendas. Supuestamente, Mahon le dijo a un compañero de prisión que estaba quemando la cabeza de Kaye en la estufa cuando sus ojos se abrieron repentinamente.
Mahon fue ejecutado por asesinato en septiembre de 1924 y es considerado uno de los asesinos más perversos de Inglaterra.
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