Bebés y niños pequeños, foco rojo del crimen organizado
Miles de niños en México han sido víctimas del crimen organizado que ya traspasó las fronteras de lo impensable de la violencia en el país
MEXICO.- Viajaba en medio de dos adultos en un motocicleta cuando el impacto de las balas acabaron con su vida: tenía tres años; quemaron su casa después de que asesinaron a sus padres y las llamas lo consumieron, aún no había cumplido los cinco; era un recién nacido y quedó huérfano; huyó cuando escuchó las balas, pero lo arrolló el carro de los sicarios en estampida.
Kaleb, un bebé de tres años de edad, fue alcanzado por una bala perdida en en una iglesia después de que los asesinos dispararon desde un vehículo en movimiento.
El recuento de las muertes violentas apunta también a los bebés y niños pequeños. Víctimas de disparos a mansalva, vendettas contra los padres, fugas y actos incomprensibles que sostienen las cifras de la organización Save the Children: un fallecimiento de este tipo cada siete días.
“Se han traspasado las fronteras de lo impensable, ya que la delincuencia no solo asesina a hombres, mujeres o jóvenes, también mata a niños inocentes sin el menor recato, lo mismo en la calle que en el interior de una iglesia”, denunció la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Zacatecas, María de la Luz Domínguez.
Pero no es sólo Zacatecas, el estado que en los últimos meses se volvió uno de los más peligrosos. En 2021, medios de comunicación reportaron casos en todo el país. Guanajuato fue el estado con más hechos violentos contra menores de edad el año pasado con un total de 60 incidentes.
Le siguió Michoacán con 32; el Estado de México con 23; Zacatecas, Sonora, Guerrero, Jalisco y Baja California con 18; Nuevo León con 15, y Puebla con 14, según el informe Galería del Horror: Atrocidades y eventos de alto impacto registrados en medios
El informe dio cuenta del hallazgo de un bebé de dos años calcinado y envuelto en su cobija en el municipio de San Francisco del Oro, Chihuahua en marzo. El 29 de julio fue encontrado el cuerpo sin vida de una niña de 12 años en un lote baldío, en Temascalapa, Estado de México. Luego, el 12 de octubre, los restos de una niña fueron encontrados en una fosa clandestina de Reynosa, Tamaulipas.
Los casos del 2022 reportados hasta la fecha, documentan la misma tendencia y en los mismos lugares donde el crimen organizado tiene mayor control territorial.
A principios de año, Guanajuato se estremeció a la ciudad de León por el caso de Kevin, un niño de 10 años de edad que fue arrollado por sicarios cuando huían de la policía municipal.
En Celaya, un bebé de apenas seis meses falleció en un ataque armado, cuando sicarios dispararon en contra de una familia que viajaba en su camioneta; en el hecho también falleció un hombre y dos mujeres más resultaron lesionadas en febrero pasado.
Poco antes, un ataque armado en la comunidad de San José de Gracia en el municipio de Silao, fallecieron seis adultos, un bebé de meses de edad y un niño de 11 años que inicialmente resultaron heridos, pero perdieron la vida mientras recibían atención médica
Save the Children México explicó en su reporte anual de fin de año pasado que los generadores de esta violencia son multifactoriales: pobreza, marginación, educación y la falta de estrategias de seguridad más efectivas. Martín Pérez, de la Red por los Derechos de la Infancia (Redim), apunta a otro factor: la ausencia de Estado de derecho.
“Un cosa es la falta de oportunidades para los niños y otra cosas es que mueran en medio de enfrentamientos o por venganzas o como blanco de otro tipo de crímenes”, dijo.
Más afectaciones
De acuerdo con las cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda y del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas además de los fallecimientos violentos, actualmente hay alrededor de 19,500 desapariciones de menores de edad desde el 2018, no hay especificaciones de las edades.
Detalla que el 40% se concentran en tres estados: Estado de México, con 3,740 casos; Tamaulipas, con 1,704; y Jalisco con 1,231.
La desaparición no es el único delito que se ha incrementado en la población de menores de edad, también los feminicidios de niñas y adolescentes y en muchos de los casos suelen estar ligados.
Uno de los más recientes fue el de Victoria Guadalupe, una pequeña de seis años que desapareció en Querétaro el pasado 6 de abril; dos días después su cuerpo fue hallado en una bolsa de plástico en el condominio donde vivía.
La fiscalía local informó que un hombre de 26 años había sido capturado por presuntamente ser el responsable del secuestro y asesinato de la niña. Según la información difundida por las autoridades, el hombre tenía alrededor de dos meses de vivir en un departamento frente a la papelería donde acudió la pequeña para comprar material y hacer su tarea.
El reclutamiento forzado de menores es otro delito que creció en la pandemia de COVID-19 porque muchos infantes se vieron obligados a abandonar la escuela y no tenían redes de apoyo, lo cual facilitó que fueran captados por el crimen organizado.
“Los padres tienen que trabajar y ellos se quedaron solos, muchas veces cuidando a otros más pequeños”, señaló Martín Pérez de Redim.
El impacto a largo plazo de los delitos contra niños es un tema que deben trabajar y prevenir las autoridades, agrega el activista.
Un de los más preocupantes es la orfandad. Tan solo en Michoacán, uno de los estados más afectados, más de 30 mil niños ha dejado la guerra desatada por el crimen organizado, según denuncias de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en la entidad.
“En la región Tierra Caliente, las viudas, cuando sobreviven, se están yendo: tenemos una movilidad impresionante y no sabemos a dónde van y al final de cuentas son niños que crecerán sin padre”, advirtió Marco Antonio Tinoco, quien encabeza la comisión.
“El impacto que tendrá en unos años esos pequeños con carencias económicas, académicas, afectivas será un tema a atender en la sociedad ya de por sí vulnerada en las últimas décadas”.
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