Los desafíos del condado de San Joaquín para vacunar contra covid a una comunidad diversa

El condado de San Joaquín ocupa el puesto 31 entre los 58 condados del estado que han completado el  cuadro de vacunas primarias de covid para los adultos, pero aún está luchando por aumentar las tasas del refuerzo y las vacunas para los niños más pequeños.

De acuerdo a funcionarios de salud pública y organizaciones comunitarios, el condado ha tenido que poner en marcha una combinación innovadora de programas para alcanzar una mezcla cada vez más diversa de migrantes rurales, refugiados recién llegados, personas de bajos ingresos y desamparados.

Durante la videoconferencia: “El desafío de la diversidad en el condado de San Joaquín, vacunando refugiados, migrantes rurales, adultos mayores aislados, personas sin hogar”, organizada por Ethnic Media Services, la doctora Maggie Park, directora de salud pública del condado de San Joaquín, dijo que la tasa de casos sigue alta con 35 por cada 100,000 habitantes.

Pero estimó que todavía puede ser aún mayor, debido a que este número es solo el resultado de los exámenes que se hacen en las instalaciones de pruebas no incluye a los que se practican en casa.

Afirmó que en los últimos 30 días han tenido un aumento de las hospitalizaciones debido a la subvariante BA.5 de Omicrón.

“Hemos perdido 202, 270 personas por esta enfermedad en una alta proporción, hispanos, nativos y de las Islas del Pacífico, y hay 25,000 infectados con covid a largo plazo”.

Dijo que debido a las evidencias de que la vacuna salva vidas, realmente están tratando de educar de una manera que los conmueva a la gente con dudas para vacunarse.

“A pesar de eso, tenemos solo al 65.6% de la gente completamente vacunada con dos dosis en el condado de San Joaquín, y si tomamos en cuenta que ya se pueden vacunar los bebés de seis meses, eso pone los números abajo en 61.8% de tasa de vacunación”.

Dijo que la estrategia de inmunización de covid, después de cumplir con los primeros grupos seleccionados como los trabajadores de salud, se enfocó en los trabajadores migrantes temporales, la gente de bajos recursos que vive en la pobreza, veteranos, desamparados, ancianos y los médicamente vulnerables.

“El mayor desafío para vacunar a las personas ha sido tratar de superar la mala información y la desinformación con toda clase de historias”.

Desproporcionado impacto en latinos

José Rodríguez, presidente de la organización comunitaria El Concilio en el condado de Kern, dijo que cuando la covid comenzó, se preocuparon porque sabían que la comunidad latina sería afectada de manera desproporcionada porque son trabajadores esenciales y tienen acceso limitado a la salud.

“Formamos un comité de socios comunitarios para asegurarnos que el acceso a la salud estuviera disponible y  llevar las pruebas de covid a sus sitios de trabajo o de reunión en lugar de esperar a que fueran a las clínicas de salud; y lo mismo hicimos con las vacunas”.

Comentó que por ejemplo, cada domingo iban a los mercados al aire libre con los que la gente estaba familiarizada para proveerles información y vacunas.

“Mucho del trabajo que hicimos al principio fue educar y asegurarnos que la gente entendiera de qué se trataban las vacunas y responder a sus preguntas y preocupaciones”.

Pero observó que ahora que el interés en la pandemia ha disminuido y la gente está más enfocada en la economía, los precios de la gasolina, y que las mascarillas no son obligatorias, no hay tanta preocupación por vacunarse.

“Eso es nuestro temor porque existe la probabilidad de otro rebrote, y cada vez vemos menos campañas para animar a la gente a vacunarse, pero además nos preocupa que regresemos a lo que llamamos normalidad sin que se atiendan las desigualdades expuestas en la pandemia”.

Barreras en el idioma

Kevin Sunga, director de salud de la organización Little Manila Rising, dijo que sirven a 82,000 personas, mayormente latinos, filipinos, afroamericanos y camboyanos.

“Las dificultades que enfrentamos particularmente con la población filipina para darles acceso a la vacuna, tuvieron que ver con un vacío en la traducción de la información a su lengua, el tagalo”.

Pero también se presentaron barreras tecnológicas porque mucha de la información de las clínicas de vacunación estaban solamente en línea.

“Mucha de nuestra gente, predominantemente la población anciana que no tiene teléfonos inteligentes, tuvieron problemas para navegar y acceder a la información en línea”.

Agregó que para combatir la desinformación se acercaron a la gente de una manera más directa.

”Tocamos las puertas de 55,000 residentes, montamos clínicas de vacunación donde la gente se reúne como los mercados de productores al aire libre, mandé 60,000 mensajes de texto compartiendo las clínicas e hicimos una variedad de sesiones educativas y grupos de sondeo en varios idiomas para dialogar”.

Refugiados camboyanos

HengSothea Ung, directora de programas de la organización Apsara, al servicio de los refugiados camboyanos, dijo que la mayoría vienen de un pasado agrícola, son de bajos ingresos y dependen de los beneficios públicos del gobierno.

“Muchos de ellos no escriben ni en su propia lengua. Son reservados y la mayoría tienen problemas de salud mental debido a su experiencia como refugiados, ya que han pasado por tortura, hambre, separación familiar y desconfianza”.

Así que hizo ver que cuando se presentó la pandemia, les tomó mucho tiempo crear conciencia y educarlos.

“Casi un año nos llevó establecer una clínica de vacunación enfocada en los trabajadores del campo, y tuvimos que proveerles transporte e interpretación para sus familias”.

Crisis de vivienda y pandemia

Zonnie Thompson, organizadora comunitaria de Faith in the Valley Stockton, dijo que la pandemia exacerbó la crisis de vivienda.

“La comunidad sin hogar creció de 925 a un máximo de 5,000, pero creemos que es aún mayor”.

Señaló que una de las cosas que realmente golpeó a la comunidad desamparada cuando vino covid fue la falta de acceso a cuidado de salud.

“Por tanto, tenían dudas de ir a un hospital a buscar cuidado. Eso hizo que ciertos campamentos fueran un semillero permanente de covid”.

Cuando llegaron las vacunas, dijo que le ha tocado ver muy pocos esfuerzos por ir a los campamentos a vacunar a los desamparados.

Vacunas y desamparados

Nick Worrell, quien fuera una persona desamparada, dijo que ir a los campamentos es lo mejor para vacunar a todos y atender otros asuntos del desamparo. 

“Cuando no tienes un hogar, es muy difícil mantener un teléfono, internet o un pedazo de papel que muestre que tienes las vacunas de covid y los refuerzos. Necesitamos encontrar una forma fácil y crucial de que las personas sin hogar demuestren que están vacunados, porque de otra manera nadie va querer ponerte un refuerzo”.

Destacó que cuando alguien en un campamento se infecta de covid es como un incendio salvaje, y todo porque no pueden recibir las vacunas.