De Puebla a Connecticut, clases de mariachi online

De acuerdo con la Secretaría de Cultura de México, los mariachis son una de las manifestaciones culturales más distintivas de México. Y ahora esta música mexicana se puede aprender a través de clases online

De Puebla a Connecticut, clases de mariachi online

El Mariachi Nueva Generación integrado por adolescentes. Crédito: Evelia Ramírez | Cortesía

MEXICO.- Alejandro Cordero es profesor de música. Originario de Emilio Portes Gil, pueblo del municipio San Nicolás Buenos Aires, a dos horas de Puebla capital desde donde da clases a niños… ¡en Connecticut! 

Desde la pandemia empezó a  trabajar junto con hijos de migrantes para  formar un colectivo de jóvenes adolescentes que hoy llaman Mariachi Nueva Inspiración y ya da conciertos y hace presentaciones en fiestas y festivales

Los padres de los muchachos buscaron a Cordero después de que uno de ellos lo escuchó cantando “Can´t take my eyes of you”, en YouTube.  

Alejandro Cordero ya daba clases de solfeo, historia de la música, piano, conjuntos corales, violín, inglés a niños tzotziles. Desde su práctica docente ha intentado que sus alumnos entiendan que la música transmite algo: una emoción, un pensamiento, un concepto.

En esas estaba cuando se le presentó el desafío de enseñar la música mariachi por clases a distancia.

Transmitir emociones es clave para sus clases. Debe comunicarles a sus alumnos la pasión por la música y contagiarla en los matices en cada pieza.

Alejandro Cordero en Puebla. Foto: Cortesía AC.

Para él, una canción va más allá de lo que dice la partitura y la forma de leerla es, por mucho, la forma de interpretarla.

Pero no ha sido complicado para los chicos de origen mexicano en Connecticut, dice. 

“Ellos disfrutan lo que hacen. Les gusta la música de mariachi. aún cuando las clases son virtuales y a veces se hace pesado”, comenta en entrevista.

Entonces, el reto de dar una clase de música a distancia es múltiple.

El primer desafío es que detecten lo que quieren expresar: si se trata de una canción de amor, de festejo, de tristeza y así transmitirlo.

 “La música de mariachi ha evolucionado mucho para bien. Tú puedes escribir la música en solfeo, en partitura, pero el gusto del mariachi se tiene que transmitir; tienes que decir: ‘mira es que aquí el violín, es una canción de alegría, toca con alegría, transmite eso al público”.

Otra dificultad es la enseñanza técnica:  posturas, movimientos, que no hagan desplazamientos que les provoquen contracturas, enfocar cada sección: trompeta, trombón, violín, acota el profesor.

Los resultados son satisfactorios, aunque el proceso requiera más esfuerzo a la distancia, reconoce.

“Es algo muy gratificante para mí.”.

Pero el reto mayor para  Alejandro Cordero es poder transmitir adecuadamente la identidad nacional implícita en el mariachi.

“Al formar parte de un mariachi se sienten parte de algo más grande. Ya saben que cuando un mariachi toca allá en EE. UU., toca el 15 de septiembre, el 12 de diciembre, los quinceaños. O sea, te recuerda el origen del país que eres, entonces les da una identidad”, comenta.

La identidad

La mexicanidad fue uno de los motivos por el cual los padres decidieron que sus hijos participaran en estas clases. Antes de Alejandro Cordero hubo otro profesor que intentó poner una academia en Connecticut, pero se vino abajo con la pandemia.

“Por eso empezamos a buscar opciones online”, dice Evelia Ramírez, madre de Jatziel, uno de los jóvenes del Mariachi Nueva Inspiración.

Todos los participantes tienen entre 13 y 16 años u han vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos, el vínculo con México es mediante sus familias que se quedaron en sus lugares de origen.

Muchos de ellos han perdido la práctica del idioma español, por lo que aprender a cantar en dicha lengua ha sido retador.

Jatziel ha buscado vincularse con sus raíces originales mediante la música mariachi. Para esto, él y algunos de sus amigos han estado tomando clases a distancia.

Su interés en el mariachi empezó hace aproximadamente tres años, tomando clases de instrumentos como el violín y la trompeta. 

Jatziel comenta en entrevista telefónica que al principio no le llamaba la atención el mariachi, que sólo le gustaba tocar la trompeta, porque era un instrumento que debía tocar en la escuela, pero después, cuando vio que en el mariachi se usaba dicho instrumento, se empezó a interesar poco a poco por el género.

Terminó de engancharse cuando notó que algunas canciones de mariachi usaban más la trompeta. “Desde entonces tengo muchas favoritas.

Piezas como la “Trompetas del diablo” o “La fuente” porque  la técnica con ese instrumento es desafiante.

“Al principio no me gustaba”, reconoce.

Evelia Ramírez comenta que para los parientes de estos muchachos era importante que sus hijos entendieran un elementos característicos de México.

La organización de estas clases supuso que grupos de papás migrantes de distintos lugares de México se involucraran. 

Muchos de sus hijos, como Jatziel, tenían en común que estaban interesados en la música en general y que ya tocaban algún instrumento.

Evelia precisa que los jóvenes ya estaban tomando clase con un profesor local. Todos vivían en distintos lugares del estado de Connecticut: Wallingford, New Haven, entre otras.  

Según el censo de 2020, la población latina en Connecticut es de aproximadamente 622 mil personas, lo que representa el 17.3%. Dentro de este universo, la población mexicana es particularmente chica, ya que se ve superada por otros grupos.

La señora Evelia Ramírez afirma que los jóvenes se han interesado por la lengua española, para entender lo que dicen las canciones que interpretan.

“Ellos hablan un poco más de español, se interesan en la música, sus instrumentos; conviven más con sus amigos, conviven más entre ellos”, asegura ella.

Para ellos, tanto familiares como alumnos, las clases han sido motivo de generar comunidad porque, en el caso de las familias han tenido que involucrarse para que sus hijos participen en actividades relacionadas, ya sean presentaciones o campamentos.

En el caso de los alumnos, ha sido un descubrimiento de una identidad que también es suya, sobre todo en un país multicultural y complejo como Estados Unidos.

A respecto, Jatziel indica: “Pues ya como toco mariachi, pues mariachi iba antes, pues es la música de México. Pues cada vez que toco me siento mexicano. El mariachi no se trata sólo de música también de una cosmética: un traje, una postura”.

Los amigos que tiene en la escuela son principalmente hispanos pero en las clases, prácticamente todos son mexicanos. Y aunque al principio creyó que a sus amigos de la escuela no les interesaría, descubrió que sí podía llamar su atención.

Los lazos peculiares entre ellos han posibilitado formar una comunidad. En la cual han reforzado su ejercicio del español.

A causa del vínculo con el mariachi, Jatziel visitó México en agosto del año pasado. Durante tres días estuvo en Zacatelco, Tlaxcala. Durante su estancia pudo convivir con algunos de los mariachis más famosos, y convivir con personas de distintas edades, lo que le ha dado otra perspectiva del mariachi.

En los otros muchachos, todo lo que han aprendido les ha sembrado la idea de ir a México. Quieren conocer Garibaldi, las plazas donde se ponen los mariachis para tocar, y ver el entorno y el papel de esos músicos.

“Pronto irán a México a tomar  un curso”, detalla Evelia Ramírez. “Casi todos tienen parientes en México que están dispuestos a recibirlos, a convivir con ellos”.

El viaje representaría la oportunidad de adentrarse en su práctica del mariachi y reencontrarse con familiares.

Las clases, el eventual viaje y sus presentaciones tiene un fin trascendental: promover la cultura del mariachi y fomentar las tradiciones mexicanas en los niños de padres que han salido del país.

Para los padres este proceso ha sido intenso porque ha significado cimentar una nueva relación con la mexicanidad, ya que aspiran a que sus hijos comprendan la cultura de su hogar original.

En algunos casos tal entendimiento ha pasado por conocer y comprender los orígenes de determinadas canciones, lo que ha causado que se hayan interesado por los lugares de origen de determinadas canciones.

Ése es el México que induce curiosidad en los estudiantes de Alejandro Cordero.

Para Alejandro, hay una cierta responsabilidad, no sólo por enseñarles bien sino porque les enseña a personas que viven en una nación intercultural. En ese contexto busca que sepan que pertenecen a “algo más grande”.

Pedagogía e identidad: la música rompiendo fronteras

El blog de la Secretaría de Cultura del gobierno federal destaca que los mariachis son una de las manifestaciones culturales más distintivas de México. 

Usualmente, detalla, estas agrupaciones se componen de cuatro o más músicos; entre los instrumentos característicos están: violines, vihuelas, guitarrones y trompetas.

Su origen yace en el sincretismo entre la música religiosa europea, los instrumentos indígenas y la música africana traída por los esclavos. Surgió como alabanza a la Virgen del Pilar, con la cual los pobladores trataban de imitar la música evangelizadora.

Una peculiaridad del mariachi es la capacidad de adaptación a otras manifestaciones musicales. Por esto se ha mezclado con ranchera, bolero ranchero, e incluso la cumbia colombiana.

Las canciones tratan tems añoranza al lugar de origen, el pueblo en que se nació, amor o atracción, las creencias religiosas, el entorno natural, entre otros.

Temas que hacen eco entre los migrantes.

Por la pandemia, las clases con el primer maestro ya eran virtuales, por esto y por el entusiasmo de Alejandro continuaron con esta práctica que ha permitido enseñarles a los jóvenes las tradiciones mexicanas.

La tecnología facilita construir redes de apoyo, mantener contacto con sus compañeros, trabajar con redes sociales.

Estas clases han permitido que mejoren su desempeño escolar, porque dentro de las actividades escolares, deben trabajar con algún instrumento, actividad que se ha vuelto más sencilla.   

Tanto para Evelia Ramírez, como para los demás padres y madres, estas clases han implicado que sus hijos se relacionen con su lugar de origen, que establezcan lazos con el idioma español.

Poco a poco ha habido grupos que se forman y han estado tratando de enseñar la cultura mexicana.

Ahora los alumnos conocen y entienden canciones populares como “El Rey”, “Caminos de Michoacán” aunque aún se les dificulte el español, su pronunciación y su sentido.

 “No era mucho el interés que tenían en el español nuestros hijos, y la verdad es difícil porque hay algunos pueblitos que tienen poca gente hispana y como los padres trabajan mucho no ponen mucho interés en enseñarle a los hijos el idioma correctamente”, reconoce Evelia.

La herencia de generación en generación, pero a distancia

Para el pueblo en el que vive Alejandro Cordero, el mariachi se transmitía de viva voz, de generación en generación.

La migración hace parecer que esos lazos desaparecieron, en realidad toman otra forma; para los papás esto representa mantenerse en contacto con México, familiares, con lo que dejaron y mostrarles a sus hijos a dónde pertenecen.

Jatziel reonoce esta particularidad: “El mariachi es más diferente que en esos otro tipos de música. No sé… pero como que nomás me llama la atención, pero el instrumento, la trompeta”.

Según Evelia, tanto ellos como familia, como los niños se sienten orgullosos de estas actividades, porque funcionan como “ejercicio de identidad”, y los niños ahora son una influencia dentro de su comunidad y en sus ámbitos cotidianos.

Alejandro reconoce que aunque habla español e inglés, las clases se dan principalmente en español, a veces intercala las lenguas, pero cuando habla de palabras más técnicas recurre a su lengua materna, por eso es que las clases también han sido otro tipo de lección para los niños.

En el origen del mariachi se conjuntaban muchas tradiciones, ahora con el esfuerzo de que los hijos de migrantes lo aprendan, se mantiene vivo, actualizado, como lo reconoce el propio Alejandro. 

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