Dan el último adiós al oficial de Monterey Park que fue asesinado en la ciudad de Downey

Gardiel Solorio tenía 26 años, era el menor de 13 hijos y llevaba solo dos semanas trabajando de policía

Familiares cargan el ataúd de Gardiel Solorio. (Jacqueline García/La Opinión)

Familiares cargan el ataúd de Gardiel Solorio. (Jacqueline García/La Opinión) Crédito: Jacqueline García/La Opinión | Impremedia

Eran cerca de las 10 de la mañana del jueves y la iglesia St Gertrude the Great Catholic Church en la ciudad de Bell Gardens estaba repleta. Afuera docenas de patrullas y motocicletas acaparaban casi una cuadra, la cual fue cerrada mientras se llevaba a cabo el servicio fúnebre del oficial de policía de Monterey Park, Gardiel Solorio.

Adentro de la iglesia, del lado izquierdo estaban cientos de agentes de policía y del lado derecho familiares y amigos.

Justo a las 10 de la mañana, el sacerdote se acercó a la entrada de la iglesia donde estaba el ataúd de Solorio. A sus costados algunos de los familiares más cercanos estaban listos para recibir la orden de entrar.

El párroco echó agua bendita sobre el ataúd y lideró la procesión seguida por los padres de Solorio y otros familiares.

Solorio, de 26 años, era nativo de Bell Gardens y llevaba tan solo dos semanas trabajando como agente de policía de la ciudad vecina de Monterey Park.

El pasado 8 de agosto, el joven de raíces mexicanas, estaba dentro de su vehículo en el estacionamiento de un gimnasio en la ciudad de Downey cuando fue asesinado en un intento de robo fallido.

Recordando la vida de Solorio

La misa se llevó a cabo casi en su totalidad en español y ningún familiar habló para recordar al joven. Por parte de las autoridades, la jefa de policía del departamento de Monterey Park (MPPD), Kelly Gordon, dio las condolencias a los familiares desde el altar y enfatizó el magnífico policía que Solorio estaba destinado a ser.

Solorio era el menor de 13 hermanos, obtuvo su licenciatura de Cal State LA en justicia penal y fue estudiante universitario de primera generación en su familia.

Gordon contó que una noche antes de fallecer, Solorio pasó un momento agradable con sus padres, tocaron música regional mexicana y comieron helado. Ese era solo un ejemplo de lo bueno que era como hijo, como trabajador y como ser humano.

Agente Gardiel Solorio creció en la ciudad de Bell Gardens. (Twitter) Crédito: @MPPD | Cortesía

Gordon contó que la semana pasada ella pudo corroborar el excelente ejemplo que dejó Solorio a sus sobrinos cuando pasó un tiempo con su familia.

“Sus sobrinos me enseñaron como con frecuencia él les enseñaba a hacer flexiones, a saludar y a marchar cuando llegaba a casa”, dijo la jefa de policía viendo a los niños sentados en las bancas de enfrente de la iglesia.  “Y cuando estuve ahí ellos estaban orgullosos de demostrarme lo que aprendieron. Él estaba dando el buen ejemplo a estos jóvenes que siempre recordarán”.

Aseveró que la familia de Solorio siempre será familia del MPPD. Además, subrayó que todos están furiosos y tristes por la pérdida del joven policía; también expresó que trabajarán unidos para garantizar que se haga justicia.

Después Gordon leyó la carta que escribió uno de los hermanos de Solorio, pero que no tuvo el valor de leerla frente al ataúd.

La carta decía que cuando Solorio estaba vivo ambos hermanos peleaban y ahora que él ha fallecido, el hermano solamente pelea para no seguir llorando por él.

“Deseo volver atrás y empezar de nuevo. No quiero estar solo. Necesito a mi hermano, necesito a mi mejor amigo”, decía la carta. “Hiciste tanto por mí y yo no hice mucho por ti. Espero que me perdones por todas las cosas que hice. Para mi hermano, mi mejor amigo, siempre te querré”.

Afuera algunos amigos recordaban al joven y a su familia como muy unida. Una vecina dijo que ella veía al padre de Solorio a menudo cuando iba a dejar a los nietos a la escuela o caminando por el parque. Siempre escuchando música y siempre alegre con la vida.

“Se reconocía a lo lejos porque es un señor alto y siempre con su sombrero”, dijo la vecina. “Espero que pronto le pueda regresar de nuevo esa alegría que era contagiosa. Un padre nunca debería de enterrar a sus hijos”.

Los padres de Gardiel Solorio siguen el ataúd con el cuerpo de su hijo. (Jacqueline García/La Opinión) Crédito: Jacqueline García/La Opinión | Impremedia

Una vez que terminó la misa, el cuerpo de Solorio fue escoltado hacia la carroza fúnebre con el ataúd envuelto en la bandera de Estados Unidos. Detrás su madre caminaba muy lento, empujando su andadera y acompañada de su esposo. No pudieron evitar las lágrimas y algunos seres queridos se les acercaron para consolarlos.

Al salir del estacionamiento de la iglesia, un grupo de estudiantes de la adyacente primaria católica St. Gertrude que estaban en su recreo corrió hacia la malla de metal para ver salir a las docenas de motocicletas. Nadie se despegó hasta que terminó de pasar la caravana con la carroza fúnebre del joven dando camino hacia el cementerio Rose Hills en la ciudad de Whittier donde sería enterrado.

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