México, el desafío de los autos eléctricos pone alerta roja al medio ambiente

Ambientalistas en México se encuentran en alerta roja ante la posible demanda de baterías de litio que requerirán países como EE.UU., situación que demandará una creciente explotación de metales y la contaminación del medio ambiente

México, el desafío de los autos eléctricos pone alerta roja al medio ambiente

Autos eléctricos en México. Crédito: Agencia Reforma

MEXICO.- En las cifras alegres de este país y su socio comercial, el impulso del presidente Joe Biden a los autos eléctricos coloca a México como epicentro de la energía limpia en el transporte mundial como productor; en las cifras de los ecologistas y de las mismas empresas, el reto es una alerta roja para el medio ambiente del país.

Las baterías de iones de litio, que alimentan muchos dispositivos de los autos eléctricos, dependen de una mezcla de níquel, manganeso y cobalto, cobre y el hierro, según el sitio especializado mining.com. El mayor contenido de níquel aumenta la autonomía del vehículo eléctrico, mientras que el cobalto y el manganeso actúan como estabilizadores, mejorando su seguridad.

La demanda de estos metales que pueden ser fuentes letales de contaminación del medio ambiente pone los pelos de punta a los ambientalistas por las condiciones actuales del país: minerales vastos, empresas internacionales poderosas, grupos criminales violentos y una corrupción gubernamental de la mano de una impunidad del 98%.

Un reporte de la organización ambiental Global Witness publicado en la última semana de agosto dio fe de la muerte de 54 defensores del medio ambiente, una cifra que convierte al país en el más mortífero del mundo para los activistas defensores del medio ambiente.

Los autos eléctricos atizan intereses millonarios. La Unión Europea impulsa los vehículos eléctricos con regulaciones más exigentes sobre los niveles de emisiones mientras Estados Unidos impulsa la electrificación automotriz a través de subsidios para su compra (que incluye a los autos made in México) y en este último se estableció un objetivo para que en 2030 el 50% de los vehículos en el país sean cero emisiones contaminantes.

Pero la experiencia en América Latina con el litio, por ejemplo, no es muy positiva. La fiebre de este metal ha significado una presión más para los sistemas hídricos en Bolivia, Chile y Argentina, donde la extracción ya generó escasez de agua.

“Antes de que llegaran las mineras acá había mucha agua. La minería ha consumido las napas subterráneas, sacan agua de un río de otro sector también y no llega acá el agua que corresponde”, dijo un habitante de Atacama, en Chile, en un reportaje de DW, en 2020.

En México, la situación se encamina hacia una situación similar. Bacanora, el yacimiento de litio más grande de México y uno de los más grandes del mundo que está en Bacadéhuachi, Sonora, es una de las regiones de mayor crisis de agua a nivel nacional: el Instituto de Recursos Mundiales, colocó a Sonora como la décima con más alto ‘estrés hídrico’.

La responsabilidad ambiental de la extracción del litio recaerá directamente sobre el Estado, encabezado ahora por el presidente Andrés Manuel López Obrador, después de que nacionalizó el mineral y creó en agosto pasado Litiomex, una figura similar a Petróleos Mexicanos (Pemex) o la Comisión Nacional de Electricidad, que se encargará de gestionar toda la cadena productiva del mineral, desde la exploración y explotación.

Pero Pemex tiene una larga lista de ataques al medio ambiente. De 2018 a 2021, registró 176 derrames y fugas en escala moderada y grave que vertieron sustancias como crudo, aceite y gasolina se han vertido a suelos, ríos y mares, principalmente por fallas industriales y actos vandálicos, de acuerdo con la organización Causa Natura. 

Además, las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de Pemex Transformación Industrial (TRI) en su segmento de refinación aumentaron entre 2018 y 2019 un 32%, principalmente las de dióxido de carbono, principal gas responsable de este fenómeno; y 69% las de óxidos de azufre,  causante de la lluvia ácida y de enfermedades pulmonares, de acuerdo con la investigación de la organización México Evalúa.

Otras empresas, otros metales

Para que la batería de un auto eléctrico funcione, se requiere de grandes cantidades de litio (nueve kilos por unidad) y 40 kilos de níquel, pero sobre todo de cobre: 139 kilos por unidad. Esto es cinco veces más que para un vehículo de gasolina, según la consultora S&P Global.  

En esas proporciones, la industria mundial dependerá mucho de México por ser el cuarto productor mundial y con mayores reservas de cobre, según Grupo México, que ya manifiesta sus preocupaciones al respecto, en voz del vicepresidente de la compañía, Xavier García. 

En la conferencia “El Futuro de la Minería y el Rol de la Sustentabilidad”  opinó que el suministro de estos minerales no va a ser suficiente para cubrir la demanda en el corto plazo ya qu hacia el 2030 las energías energías limpias (solar y eólica), las baterías y los automóviles eléctricos, demandarán más de cinco millones de toneladas de cobre, con lo que se prevé un déficit de 8.1 millones de toneladas del mineral.

Las inversiones que se requerirían en los próximos 10 años para cubrir el déficit de la demanda de ese mineral se estiman en 150 billones de dólares y muchos problemas que resolver”, dijo:  “Los tiempos para obtener los permisos ambientales, la adquisición de terrenos, la solución de los conflictos sociales, el desarrollo comunitario, el capital humano y el recurso hídrico”.

Grupo México carga sobre sí la historia de unos de los mayores desastres ambientales en la historia de México. En 2014, la mina Buenavista del Cobre vertió 40 millones de litros de solución de sulfato de cobre acidulado en los ríos Bacanuchi y Sonora. Ocho años después, el impacto está presente: la Secretaría de Salud y el Centro nacional de Control de Enfermedades revelaron un análisis a 650 afectados en ocho municipios donde más del 95% de la población testada tiene plomo en la sangre; un 50%, arsénico y el 79% cadmio.

En el caso del hierro el manejo de su explotación arrastra historias turbias que van del control del crimen organizado que impone una ley donde el medio ambiente es lo último que importa (varias minas de hierro han tenido que cerrar en Michoacán, uno de los principales productores), además de la contaminación de los mantos acuíferos subterráneos.

La mayor parte del agua subterránea (58.1%) con la que cuenta México no cumple con la norma por lo que es considerada con mala calidad, de acuerdo con información de la Red Nacional de Medición de la Calidad del Agua que revisó 

2,070 sitios y encontró hierro total en la mitad de ellos así como cadmio, cromo, mercurio, plomo y manganeso (este último también utilizado en las baterías para autos eléctricos.

“En el cambio hacia esquemas de movilidad más amigables con el medio ambiente, la minería tiene un papel fundamental, por toda la cantidad de minerales que esto va a requerir”, dijo Fernando Alanís, ex presidente de la Cámara Minera de México.

Un arma de doble filo.

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