Miedos en la niñez influyen en la ansiedad y la depresión en la adultez

Las personas que están más inhibidas en la primera infancia y que tampoco responden típicamente a las recompensas potenciales en la adolescencia, son vulnerables

Miedos en la niñez influyen en la ansiedad y la depresión en la adultez

Los resultados de la investigación podrían informar el desarrollo de tratamientos orientados a la prevención. Crédito: CreativeAngela | Shutterstock

Es posible predecir si un individuo puede desarrollar depresión y ansiedad en la adolescencia y la adultez temprana, de acuerdo al temperamento de los niños según un estudio reciente dirigido por científicos de la Universidad de Texas en Dallas.

Hallaron que las personas que están más inhibidas en la primera infancia y que tampoco responden típicamente a las recompensas potenciales en la adolescencia, son vulnerables a desarrollar depresión más adelante en la vida, más que ansiedad.

Así lo explicó la Dra. Alva Tang, profesora asistente de psicología en la Escuela de Ciencias del Comportamiento y del Cerebro y autora correspondiente del estudio.

“Los hallazgos resaltan diferentes mecanismos en el cerebro y los relacionan con quién está en mayor riesgo de desarrollar diferentes problemas de salud mental”, dijo Tang.

Además, destacó que estos resultados podrían informar el desarrollo de tratamientos orientados a la prevención adaptados para cada persona.

El efecto del miedo desde la infancia

La publicación destaca que cuando los bebés están expuestos a objetos, personas o situaciones novedosos, algunos reaccionan positivamente y se acercan a ellos sin miedo, mientras que otros responden con cautela o evitación.

Justamente esta diferenciación define el comportamiento desinhibido frente al inhibido.

“Sabemos que los niños inhibidos son más propensos a tener trastornos de ansiedad más adelante, en particular ansiedad social, que comienza en la niñez tardía hasta la adolescencia”, dijo Tang.

Aunque la doctora explica que se sabe menos sobre la depresión pues generalmente tiene un inicio más tardío en la edad adulta temprana.

“Pero sí sabemos que las personas que han tenido un trastorno de ansiedad tienen entre un 50 % y un 60 % más de probabilidades de tener depresión en el futuro, por lo que los niños inhibidos también deberían tener un mayor riesgo de depresión”, aseguró.

La investigación de Tang es única por su caracterización de los riesgos temperamentales tempranos de los sujetos y el período prolongado de tiempo en que fueron estudiados.

“Para mostrar alguna relación con el aumento de los síntomas depresivos a lo largo del tiempo, tenemos que seguir a los sujetos durante décadas porque los síndromes completos generalmente no surgen hasta la edad adulta”, dijo.

Cuando eran niños pequeños, se clasificaron como inhibidos o desinhibidos. Cuando eran adolescentes, se sometieron a resonancias magnéticas funcionales mientras completaban una tarea para medir la reacción de sus cerebros al anticipar recompensas, en este caso, tratando de ganar dinero.

“Observamos el cuerpo estriado ventral, una región del cerebro bien estudiada en términos de comprensión de la depresión en adultos, para ver si está relacionado con un procesamiento desadaptativo en los centros de recompensa del cerebro”, dijo Tang.

Algunos participantes del estudio mostraron una respuesta atenuada en esta región del cerebro en reacción a posibles recompensas monetarias.

Descubrieron entonces que la inhibición del comportamiento estaba relacionada con el empeoramiento de los síntomas depresivos en la edad adulta.

Es decir, que este temperamento muestra una relación más fuerte con el desarrollo de ansiedad en la adolescencia, pero en la edad adulta está ligado más fuertemente a la depresión.

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