Editorial: George Santos debe irse del Congreso

George Santos es un terrible ejemplo para la juventud, que ve cómo mentir conviene. Es una vergüenza para todos, un insulto a la institución y una continua humillación para Estados Unidos en el mundo. Debe irse.

George Santos

George Santos está metido en un lío federal por culpa de sus mentiras. Crédito: WADE VANDERVORT | Getty Images

Antes de que George Santos ganara las elecciones al Congreso por el 3er. Distrito de Nueva York el liderazgo del partido Republicano (GOP) ya sabía que era un fraude. 

No hicieron nada para que desistiera de su candidatura. Les era más importante ganar el escaño. Lo lograron. 

Pero poco después, las mentiras de Santos comenzaron a aparecer. Este espacio es insuficiente para mencionar todas. 

Que se graduó del Baruch College y la Universidad de Nueva York. Que trabajó en inversiones para la firma Goldman Sachs y para Citigroup. Que su madre estaba en las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Que es judío, nieto de refugiados del Holocausto. Que es dueño de 13 propiedades. Muchas más.  

Pero no tiene vergüenza. Cuando perdió las elecciones al mismo escaño en 2020, clamó por fraude electoral y se negó a reconocer la victoria de su rival. Ha llamado repetidamente al presidente Biden “mentiroso patológico”. Apoya al expresidente Trump en su propia mentira de fraude y es visitante aceptado en Mar-a-Lago. 

Ahora Santos está siendo investigado por quién pagó por su campaña electoral y cómo pasó en un año de no tener dinero a ser varias veces millonario, así como por una reciente acusación de abuso sexual; por el robo de miles de dólares que recaudó en GoFundMe para salvar la vida del perro de terapia de un veterano de guerra homeless.

Lo investigan el gobierno federal, el estado de Nueva York, el condado de Nassau y las autoridades brasileñas, que lo hacen por un caso de fraude abierto en 2008 pero que no pudo avanzar porque perdieron su paradero. Ahora lo encontraron en el Capitolio. 

No pasa un día sin que aparezcan más mentiras; sin embargo, George Santos sigue siendo congresista. Hasta le asignaron membresía en dos comités -el de Pequeñas Empresas y el Comité de Ciencia, Espacio y Tecnología- de los que él se retiró temporalmente. 

Seis nuevos congresistas republicanos de Nueva York pidieron su renuncia, lo mismo que sus votantes en su distrito y el partido Republicano estatal, además de todos los demócratas.  

En vano: tiene el apoyo de los líderes republicanos de la Cámara: su presidente, Kevin McCarthy, Steve Scalise y Elise Stefanik. 

El partido Republicano sufre la vergüenza de preservarlo. No se le ha impuesto ninguna sanción. Las denuncias formuladas por demócratas al Comité de Ética no han tenido consecuencias.

George Santos es lamentablemente un espejo del GOP actual, un partido en busca de principios morales que parece haber perdido. 

Es un terrible ejemplo para la juventud, que ve cómo mentir conviene. Es una vergüenza para todos, un insulto a la institución y una continua humillación para Estados Unidos en el mundo.

McCarthy, como líder del partido y de la Cámara, debe expulsar a Santos del Congreso. 

Muchos de sus colegas allí lo ignoran como si eso lo hiciera desaparecer por arte de magia. Deben en cambio acercarse y presionarlo incesantemente para que renuncie.

Porque George Santos no debería estar en el Congreso. Esta publicación se une a los llamados para que renuncie, y si no lo hace, sea inmediatamente sancionado por el Congreso y expulsado de su puesto. No sería la primera vez que eso suceda y no hay otro motivo más que el apego al poder para quienes todavía lo apoyan. 

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