El Cártel del Golfo, una de las organizaciones criminales más longevas de México que ya está desapareciendo

Surgió en la década de los 80, pero su mayor auge se dio con el liderazgo de Osiel Cárdenas Guillén y Los Zetas como su brazo armado

Mario Cárdenas Guillén

Mario Cárdenas Guillén fue el último de los hermanos en liderar el cártel. Crédito: Yuri Cortez | AFP / Getty Images

Una de las organizaciones criminales más antiguas de México y que ha resistido los embates de otros grupos delincuenciales y la cacería de las autoridades es el Cártel del Golfo, aunque su época de esplendor quedó en el pasado. Uno de los factores que contribuyen a esto es que la familia que lo cimentó ya no figura en la organización.

Surgió en la década de los 80, la misma que vio nacer a otros cárteles de renombre y sus afamados líderes, como el de Juárez y Amado Carrillo, alias “El Señor de los Cielos”, o el de Guadalajara y Rafael Caro Quintero.

Fue en 1984 cuando Juan García Abrego asumió el control del negocio de narcotráfico de su tío, que para entonces consistía en el tráfico de marihuana y heroína. García negoció un acuerdo con el Cártel de Cali, y así logró controlar las rutas de trasiego de narcóticos e hizo un imperio de drogas, pero finalmente cayó preso.

Los Cárdenas Guillén

Años después Osiel Cárdenas Guillén asumió el control del Cártel del Golfo, con él llegó un sanguinario legado, pues creó un brazo armado que durante los años de la guerra contra el narcotráfico sembró muerte y terror por varias partes de México: Los Zetas

Este grupo que inció como guardia personal de Osiel estaba conformado por desertores del Ejército Mexicano, por lo que estaban muy bien preparados y posteriormente instruyeron al resto de los sicarios en tácticas de guerra.

El secuestro y la extorsión se volvieron parte de las actividades del Cártel del Golfo durante el liderazgo de Osiel Cárdenas, pero en 2003 fue arrestado y años después extraditado a Estados Unidos. La captura del líder conllevó la ruptura de la organización criminal, los aliados se volvieron contra ellos y comenzaron una guerra sangrienta que dejó un baño de sangre por todo Tamaulipas, Nuevo León y Veracruz.

Fue en 2010 cuando Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, alias “Tony Tormenta”, hermano de Osiel, tomó las riendas del CDG, pero fue abatido por fuerzas federales en noviembre de 2010 en Matamoros, Tamaulipas. Mario Cárdenas Guillén, alias “El Gordo” y otro hermano de Osiel, tomó el control, pero fue detenido y siguió el mismo camino que el exlíder de la organización, al ser extraditado a EE.UU.

Entre los liderazgos fuera del linaje Cárdenas Guillén figuraron José Eduardo Costilla Sánchez, alias “El Coss”, Petronilo Moreno Flores, alias “El Metro 100” y Luis Alberto Blancos, alias “El Pelochas”.

El reinado del CDG

Su bastión está en Tamaulipas, sus centros de operaciones más importantes están en Matamoros, Nuevo Laredo y Reynosa. Estas zonas son fundamentales desde el punto de vista operacional y financiero. Una de las fuentes de ingreso del cártel consiste en cobrar a los locales por movilizarse por la zona.

La ciudad de Monterrey, Nuevo León, también fue un lugar importante de operaciones para el cártel, pero perdió terreno debido a su lucha contra Los Zetas, y posteriormente contra el Cártel del Noreste, su rival directo en Tamaulipas.

Esta guerra provocó que el CDG se aliara con otra importante organización criminal, La Familia Michoacana, pero su historia ha estado llena de alianzas que muy pronto terminan y muchos de los grupos con los que tuvieron amistad ya se extinguieron, pasos que parece seguir el Cártel del Golfo.

Y es que actualmente ya no se presenta como una sólida organización criminal, sino que se ha dividido en facciones como las de Los Escorpiones, Los Ciclones y Los Metros. César Morfín Morfín, alias “El Primito”, dirige una de ellas y es considerado el responsable del pacto del CDG con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Tras el secuestro de cuatro ciudadanos estadounidenses en Matamoros, el CDG se volvió uno de los objetivos prioritarios de los gobiernos de México y Estados Unidos. Esta situación podría derivar en una cacería de sus principales líderes que, poco a poco, llevaría a la extinción del cártel que alguna vez fue de los más poderosos.

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