¡Ya basta! Dicen padres a los sindicatos del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles 

El mensaje de los padres es de no más paros escolares durante los días de escuela. Los estudiantes no son moneda de cambio

El próximo 14 de agosto comienza el nuevo ciclo escolar.

El próximo 14 de agosto comienza el nuevo ciclo escolar. Crédito: ROBYN BECK | Getty Images

El sábado después que se anunció una posible huelga por la Unión Internacional de Empleados de Servicio (SEIU) y el Sindicato de Maestros de Los Ángeles (UTLA), ambos sindicatos de empleados del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD), mi móvil explotaba con textos de padres latinos inmigrantes miembros de Our Voice – Nuestra Voz, quienes colectivamente abogan para una educación de calidad.

Los padres expresaban sus sentimientos los cuales fluían desde la incredulidad, desesperación, frustración, enojo e impotencia, hasta la lamentación. Me llovían tantos textos que decidí ofrecerles un espacio por la aplicación en línea Zoom para que pudieran desahogarse.

Desde el sur de Los Ángeles, Lourdes, una madre indígena con dos niños de edad primaria y con asistencia de educación especial, comunicaba su desesperación y gran frustración al no saber cómo les ayudaría a sus hijos, mientras las escuelas permanecen cerradas a causa de la huelga. io. 

Tardaron tan solo unos minutos para que se unieran diez madres a la conversación en línea en donde, entre lágrimas, narraban el impacto que tendría la huelga en sus vidas.

Desde el sur de Los Ángeles, Lourdes, una madre indígena con dos niños de edad primaria y con asistencia de educación especial, comunicaba su desesperación y gran frustración al no saber cómo les ayudaría a sus hijos, mientras las escuelas permanecen cerradas a causa de la huelga. Expresó que aunque el distrito enviará paquetes para mantener a los niños aprendiendo desde casa, ella no se siente capaz de poder ayudarles ya que sólo entiende y habla el español, pero su idioma natal es una lengua indígena. Por lo tanto, no podría ayudarles mucho con los deberes. 

Por otra parte, María, cuyo hijo menor asiste a una escuela de sordos en el sur de la ciudad, también no sabía cómo apoyaría a su hijo.

Ellas son tan solo dos ejemplos del sinnúmero de  familias latinas inmigrantes que se verán afectadas y que en los últimos tres años se han encontrado en medio de la política entre los líderes de los sindicatos y del distrito, sin voz ni voto

Todos los padres de esa tarde estaban incrédulos al recibir la noticia de que tanto los sindicatos como el distrito habían llegado a ese acuerdo. Algunos compartían los pequeños logros que apenas empezaban a mostrar sus hijos, los cuales ahora se perderían con las escuelas cerradas. Una madre habló del impacto a los estudiantes de instituto que se preparaban para exámenes y graduaciones. Otros padres mostraron preocupación ante el estrés y el impacto económico que afectaría la salud mental de sus hijos y de toda la familia, algo fundamental.

También sentían indignación ante comentarios que escuchaban por parte de otras personas que decían que la “huelga sólo duraría unos tres días como mucho”, como si no fuese demasiado importante cuando muchos de ellos viven al margen de la pobreza y necesitan trabajar para sobrevivir. 

Recordaron que tan sólo hace tres años la gran mayoría se unió a la huelga del sindicato de maestros con la esperanza de que sus hijos tuvieran más recursos, mejores servicios y aulas con menos estudiantes – con el objetivo de una educación más individualizada. Como mínimo, en este país de oportunidades, una educación pública debe de ser de calidad y consistente para sus hijos. Temas que dicen se abandonaron cuando el distrito y el UTLA llegaron a un acuerdo. 

Luego, llegó la pandemia y se sintieron ignorados tanto por el sindicato de maestros como por el superintendente de entonces, Austin Beutner, al no obtener suficiente apoyo académico para sus hijos, en especial para los aprendices de inglés y los estudiantes de educación especial. Ahora y ante la ola de problemas por las drogas ilícitas en los campus escolares, la seguridad y la necesidad de una recuperación académica continua, deben enfrentar otra interrupción a lo académico. Para muchos padres, esto ya no es aceptable ni sostenible.

Aunque los padres dicen apoyar que los empleados, en especial los trabajadores de bajos recursos, reciban un salario digno, todos están de acuerdo que una huelga que lleva al cierre de escuelas y afecta a 440,000 estudiantes, en su mayoría de bajos recursos y de origen latino, no es la solución, así que piden que esta práctica debe cesar. 

El mensaje de nuestros padres de Our Voice hacia los sindicatos es ¡Ya Basta! No más huelgas durante los horarios y días escolares. Los estudiantes no son moneda de cambio. 

(*) Evelyn Alemán es fundadora de Our Voice: Communities for Quality Education (Nuestra Voz: Comunidades por una Educación de Calidad), una iniciativa creada por y para padres de familia que quieren una educación de calidad para sus hijos. 

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