“Ya no caben los migrantes en México”: la crisis de los albergues y los centros de detención
LA CDMX no tiene albergues para migrantes con presupuesto propio, sino que apoya a algunos albergues de la sociedad civil con comida y el resto corre por cuenta de la buena voluntad, de la filantropía

Autoridades mexicanas intentan detener el paso de migrantes hacia Estados Unidos. /Foto: AFP / Getty Images Crédito: HERIKA MARTINEZ | AFP / Getty Images
MEXICO.- Yondervuis Sosa está atrapado en un albergue para inmigrantes en México. Es un refugio que sobrelleva la sociedad civil, no un centro de detención a cargo del gobierno como el que se quemó en Ciudad Juárez y dejó 39 muertos, pero igual en medio de un laberinto de política migratoria que tiene desbordados todos los espacios que brindan ayuda aquí.
Este venezolano de 22 años es uno de los miles de migrantes varados en México porque tienen esperanza de obtener una cita en el CBP One, (la aplicación móvil para pedir asilo en Estados Unidos) o al menos en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).
Yondervuis Sosa tiene suerte: ha encontrado un espacio en el albergue Constitución de 1917 de la Ciudad de México, muy lejos de la Comar y del centro, pero tiene comida y un techo aunque el espacio se encuentre al doble de su capacidad, en condición de “emergencia”, según define su director José Luis Gutiérrez.
Como sea, el venezolano agradece el respiro. Si no hubiera alcanzado un lugar, tendría que quedarse en la calle como otros cientos que se han instalado en la colonia Juárez, donde se encuentra la oficina principal de la Comar que tantos disgustos provoca a los vecinos.
Los colonos quieren que lleven los campamentos de los inmigrantes a otra parte porque “se ven mal” en el parque Giordano Bruno o regados por la zona que “tanto trabajo ha costado ponerla chula”.
Ahora huele a orines porque no hay baño. Cuando alguien propone que traigan sanitarios móviles, otros se oponen porque si los extranjeros se acomodan “¿quién los quita de ahí después?” ya que la Comar “ni patio tiene” y está rebasada: tan solo en 2022 recibió más de 350,000 solitudes de gente de 118 países.
LA CDMX no tiene albergues para migrantes con presupuesto propio. Apoya a algunos albergues de la sociedad civil solo con comida y el resto corre por cuenta de la buena voluntad, de la filantropía. Anteriormente había otras formas de bajar recursos a través de los fideicomisos, pero la actual administración federal los eliminó porque había algunos casos de corrupción.
Lo mismo ocurre en el resto del país, advierte Melissa Vertiz, secretaria tecnica del Grupo de Trabajo sobre Atención Migratoria. “Justo los albergues de la sociedad civil hacen sin ayuda el trabajo del gobierno mexicano que debería tener un abordaje integral de bienestar, salud, violaciones a derechos humanos y están desbordados: ya no hay espacios”, destaca.
“Hay que dejar bien claro que lo que ocurrió en Juárez —donde murieron 39 personas— no fue en albergues de la sociedad civil sino en una de las estaciones migratorias a cargo del Instituto Nacional de Migración que son centros de detención, torturantes, y cuyas condiciones violan la dignidad”.

Desde que arrancó el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador no se tienen datos de las condiciones de las estaciones migratorias a cargo del gobierno porque la Comisión Nacional de Derechos Humanos no ha actualizado sus informes ni el Estado autoriza la visita de observadores extranjeros, sin embargo, hay algunos informes externos que dan una idea.
Melissa Vertiz recuerda que hace poco murió una guatemalteca en la estación Las Agujas, de la Ciudad de México, dependiente de Migración.
“El INM debe tener protocolos efectivos para incidentes, claridad en rutas de evacuaciones y, en cambio, tiene condiciones similares a las cárceles: no pueden salir, moverse ni comunicación. Realmente es lamentable y grave que en Juárez, luego de 15 minutos los migrantes no pudieran salir y murieran calcinados tras las rejas, que se ponderara el control migratorio a la vida”.
CUELLOS DE BOTELLA
México aceptó desde tiempos de la pandemia recibir en su territorio la expulsión inmediata de los migrantes indocumentados desde Estados Unidos a través del Título 42, una regla que se implementó en tiempos de pandemia como justificación para rechazar con rapidez a las familias migrantes que llegan a la frontera con México.
Esta política migratoria, junto con las reglas de la Comar para el asilo en México, confunden mucho a los inmigrantes. Daniel Sandoval, subdirector del albergue Constitución de 1917, detalla que muchos de ellos se guían por rumores. Y esos rumores han atorado a mucha gente en México.
“Creen que al recibir asilo aquí van a poder ir libremente sin que los detengan y puede ser que para algunos eso haya pasado, pero regularmente no ocurre así”.
El trámite para el asilo en México empieza en la Comar y si ésta les da la condición de refugiados, el inmigrante debe tramitar una tarjeta en el INM que da permiso de sacar una identificación y permisos trabajo y, en teoría, permite entrar y salir del país, pero en la letra chiquita los limita a no salir de la ciudad donde se hizo el trámite.
“El famoso salvoconducto, es un mito”, destaca Sandoval.
Un migrante que estuvo en el albergue Constitución dio muchas lecciones al respecto, cuenta Sandoval: “Le dieron condición de refugiado, luego se fue a Tijuana, allá quiso trabajar y allá sacó con la tarjeta todos los documentos oficiales que le pedían y así se dieron cuenta de que había salido de la Ciudad de México y lo deportaron”.
Con base en historias de este tipo, Yondervuis Sosa no pidió asilo en México por lo que su futuro está entre dos opciones. “Lo que pase primero eso haré”, cuenta en entrevista con este diario.
“Si llega primero la cita del CBP One seguiré a Estados Unidos para alcanzar a mi papá, si consigo primero el dinero para irme a Ecuador me iré con mi esposa y mi hijo”.
Yordervois está cansado de huir. Cuenta que no ha hecho otra cosa que correr, desde que salió de Venezuela porque gente de su familia se metió en problemas con la guerrilla en la frontera con Colombia y todos fueron amenazados de muerte.
Primero llevó a su esposa a Ecuador, donde ella tiene parientes. Luego siguió su camino a Estados Unidos para hacer algo de dinero, pasó por el fatal paso Darién, donde vio morir gente en río caudaloso que los arrastro. “Eran más de 20”.
Cuando llegó a México supo que la corte Suprema de Estados Unidos votó a favor de mantener el Título 42.
De todos modos, él y su papá siguieron hasta la frontera y saltaron el muro. Primero entró el señor y se escondió; luego el hijo, pero la patrulla fronteriza lo vio, lo detuvo y lo expulsó a México. Lo intentó dos veces más. No lo logró. Por eso solicitó una cita a través del sistema CBT1. Pero la respuesta tarda y él sigue en el albergue, ocupando un espacio con suerte.
Y riesgos.
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