Madre receptora del programa BIG-LEAP: ‘Me permitió proveer un techo para mis hijos’
Familias del sur de Los Ángeles explican la diferencia que hicieron mil dólares extra mensualmente por un año
Claudia “N”, quien se considera una madre “luchona” se siente agradecida con los autores del programa BIG-LEAP, mediante el cual recibió mensualidades de $1,000 por un año; al igual que a otras 3,200 familias.
“Me encontraba en un túnel que parecía no tener salida, y cuando me inscribí en el programa, le rogué a Dios que aceptaran mi solicitud”, declaró Claudia a La Opinión.
“Me sentí más que afortunada, me sentí bendecida porque mental y emocionalmente me permitió proveer un techo para mis hijos”, agrega.
Claudia, de 51 años y madre soltera de dos hijos, dijo que no sabía cómo salir adelante y menos en plena pandemia.
Tenía y sigue teniendo un solo trabajo como cajera en un establecimiento de Pollo Loco en Culver City, donde, si bien le va en una semana llega a ganar unos $400.
Como ella, los participantes del llamado Ingreso Básico Garantizado: Programa Piloto de Asistencia Económica de Los Ángeles, conocido como BIG-LEAP, recibieron el último pago mensual del programa el 25 de marzo.
Durante 12 meses, este programa distribuyó más de $38.4 millones, gracias a los esfuerzos esenciales del concejal Curren Price Jr., representante del Distrito 9 de la ciudad.
Claudia, originaria de Nayarit, narró que la ayuda le llegó como “una bendición” en 2022 porque el edificio de apartamentos donde vivía anteriormente iba a ser vendido y en cualquier momento la obligarían a tener que desalojar.
Ahorró los primeros $4,000 y junto a una de sus hijas mayores sometieron una solicitud para vivir en un apartamento de tres recámaras donde ahora comparten el pago del alquiler y viven cómodamente, con la privacidad que requieren sus hijos.
“Ahora tengo la estabilidad mental y emocional que no tenía antes y un techo seguro para mis hijos”, declaró Claudia. “Yo soy una madre luchona y cuando me falta dinero, le pellizco por un lado y por otro para completar los pagos; hasta he tenido dos trabajos para sacar adelante a mis chamacos”.
Ciclo de pobreza
En 2021, el concejal de la ciudad de Los Ángeles, Curren Price Jr., lideró la tarea de crear un programa piloto de Ingreso Básico Garantizado (BIG) en la ciudad de Los Ángeles.
“Veo de primera mano cómo la pobreza puede afectar a las comunidades y privar de equidad a generaciones”, dijo el concejal. “BIG-LEAP y programas como este, son una inversión crítica en las comunidades que nos permiten ayudar a las familias para que podamos romper el ciclo multigeneracional de pobreza en Los Ángeles y en otros lugares”.
El programa que fue administrado por el Departamento de Inversión Comunitaria para Familias (CIFD) de la ciudad de Los Ángeles, proporcionó a los participantes $1,000 mensuales, lo que les permitió ponerse al día con el alquiler y las facturas; además, pagar los gastos médicos, invertir en su futuro pagando la matrícula escolar o iniciar pequeños negocios, entre otros opciones.
En su caso, Claudia hasta se dio el “lujo” de llevar una vez a sus hijos a comer sopa en Vim Thai, un restaurante de comida tailandesa, en Hollywood.
Se necesitan más recursos
“Nuestro programa piloto de Ingreso Garantizado presentó la oportunidad de apoyar una idea simple: que se debe confiar en las familias que viven en la pobreza para que gasten el dinero como mejor les parezca”, dijo Abigail R. Márquez, gerente general de CIFD.
“El programa tuvo un impacto increíble para los angelinos, pero sabemos que se necesitan más recursos para apoyar suficientemente a las familias a largo plazo”, agregó. “Estamos comprometidos a encontrar formas de promover programas y políticas que interrumpan el ciclo de la pobreza generacional”.
Bajo la dirección del Concejo Municipal y el entonces alcalde Eric Garcetti, CIFD lanzó BIG-LEAP a fines de 2021. El socio de investigación del programa, el Centro de Investigación de Ingresos Garantizados (CGIR) de la Universidad de Pensilvania, seleccionó al azar a 3,200 participantes entre más de 50,000 solicitudes.
Al ser seleccionados, los participantes recibieron pagos mensuales sin restricciones a través de una tarjeta de débito física administrada por MoCaFi, una tecnología financiera comprometida con cerrar la brecha de la riqueza para afroamericanos, latinos y comunidades desconectadas de la economía convencional.
Para ser elegible para BIG:LEAP, los participantes debían residir en la ciudad de Los Ángeles, tener 18 años o más, tener un ingreso por debajo del nivel federal de pobreza con al menos un dependiente o estar embarazada y haber sufrido dificultades económicas como resultado de la pandemia.
En el condado de Los Ángeles, el 14.2 por ciento de los residentes vive por debajo del umbral federal de pobreza, que en California se define como tener un ingreso anual de $13, 590 para un hogar de una persona; $18 ,310 para dos personas y $27,750 para una familia de cuatro. De los 1.4 millones de angelinos que viven por debajo del umbral federal de pobreza, 419,000 son niños menores de 18 años.
“Lloré cuando supe que era verdad”
Reyna Sandoval, una mujer mexicana nacida en el estado de Puebla, tuvo que ir al banco para comprobar que era verdad que la tarjeta de $1,000 del programa BIG-LEAP era válida.
“Uno es incrédulo, pero la necesidad nos da la fe para creer”, comentó Reyna a La Opinión.
Ella, que es madre de cuatro hijos, de 22,18,4 y 2 años, comenzó a recibir la ayuda, justamente cuando estaba a punto de dar a luz a su hijo más pequeño, al tiempo que su expareja la abandonó, dejándola sola.
“Pasaba por momento difíciles y no encontraba la puerta de salida, ni para donde hacerme”, mencionó esta ama de casa que cocina pasteles, hace decoraciones de globos para fiestas, diversas manualidades y, además, limpia casas en Beverly Hills.
Además, estaba en pleno apogeo la pandemia, le habían reducidos las horas de trabajo y pasaba por situaciones de violencia doméstica.
“No había ni para donde moverse y después ya debía hasta tres meses de renta”, recordó Sandoval.
Pero cuando supo que había sido seleccionada, se preguntó a sí misma si era cierto.
Después de tantos problemas que se le vinieron encima, cogió en su mano la tarjeta que le llegó al buzón de casa, fue al banco y le entregaron los $1,000.
“Lloré de alegría”, dijo Reyna. “Pensé que quienes crearon el programa eran unos ángeles que me habían enviado”.
Con el dinero mensual que recibió durante 12 meses consecutivos, Reyna se aseguró de comprar ropa y zapatos para sus hijos. También se compró un poco de ropa para ella.
“Tenía años que no invertía ni un centavo en ropa para mí”, dijo.
Y aunque con su trabajo no alcanzaba a pagar la deuda del alquiler retrasado de más de $5,000, Reyna pensó en solventar los meses siguientes, a fin de demostrar a los dueños de la casa que su intención era no acumular más deuda.
Adicionalmente al programa BIG-LEAP, aproximadamente 3,800 postulantes fueron invitados a participar en encuestas de investigación recurrentes, sin recibir el desembolso mensual.
A los llamados grupos de Tratamiento y Control se les administran encuestas cada seis meses para medir varios aspectos de su bienestar, incluida la salud mental, la seguridad alimentaria y de vivienda, el empleo, la falta de vivienda, la crianza de los hijos y la dinámica familiar.
Los datos recabados culminarán en un informe final programado para 2024. BIG-LEAP también se ha asociado con la Universidad del Sur de California para informar con datos científicos que demuestran el impacto del programa en el mundo real.
“Por eso, pienso que estas personas son como unos ángeles para todos los que nos han ayudado”, subrayó Reyna Sandoval. “Llegaron para rescatarnos y gracias a ellos pudimos ver la luz al final del túnel”.