Compatior, un oasis para la salud mental en South Gate

Residentes de numerosas ciudades dependen de los servicios gratuitos que se ofrecen para escapar del alcoholismo y las drogas

Personas adultas en clases para recuperarse de algún problema de salud mental o uso de sustancias, junto con la alcaldesa de South Gate, María del Pilar Avalos (de saco azul) y la directora de Compatior, Paola Torres (a la izquierda).

Personas adultas en clases para recuperarse de algún problema de salud mental o uso de sustancias, junto con la alcaldesa de South Gate, María del Pilar Avalos (de saco azul) y la directora de Compatior, Paola Torres (a la izquierda). Crédito: JORGE LUIS MACÍAS | Impremedia

Compatior es la palabra en latín para definir la palabra compasión y en la ciudad de South Gate la organización sin fines de lucro se erige como un oasis para servir a cientos de residentes de diversas ciudades circunvecinas, mayoritariamente latinos, incluyendo a individuos indocumentados.
“Vimos que no había servicios de salud mental para la comunidad y decidimos que era de suma importancia atender a nuestra gente”, dice Paula Torres, directora de Compatior, Inc. a La Opinión.

Este centro de tratamiento ambulatorio, ubicado en el 4363 del bulevar Tweedy está certificado por el Departamento de Servicios de Atención Medica de California y los Centros para el Control y Prevención del Abuso de Sustancias del condado de Los Ángeles.

“Brindamos servicios individualizados para trastornos por uso de sustancias a jóvenes y adultos”, dijo Torres. “Los servicios son intensivos y se brindan de acuerdo con las necesidades de tratamiento individualizadas”.

La atención incluye un régimen planificado de tratamiento ambulatorio e intensivo que está diseñado para brindar ayuda para librarse del alcoholismo y las drogas, y mejorar la capacidad de la persona, a fin de avanzar hacia la recuperación a largo plazo.

Al ser el único centro de consejería en una ciudad del sureste de Los Ángeles, allí se atiende a clientes de las ciudades de Downey, Bell, Bell Gardens, Maywood, Huntington Park, Lynwood, Maywood y Cudahy.
Torres informó que el centro funciona con un presupuesto anual considerable, y aunque la demanda de servicios se ha incrementado, particularmente después de la pandemia de Covid-19, los nueve consejeros y un médico que tienen en Compatior se las arreglan para atender a todos los pacientes.

“Todos hacen un excelente trabajo de compasión por las personas”, dijo Torres.

Jóvenes aconsejando a otros jóvenes
“Todo es posible si crees en ti mismo”, reza un mensaje en un cuadro colgado en una pared de las oficinas de Compatior, donde Amy Moran, de 27 años, y Brenda Esparza, de 24, sostienen conversaciones con personas afines a su edad.

Amy asesora a adolescentes de 13 a 17 años, en el área del uso de sustancias, alcohol, marihuana y fuentes de donde provienen los opioides.

“Ayudamos a las escuelas que nos refieren a estudiantes, aunque a veces son los mismos padres quienes piden ayuda para sus hijos”, informa Amy.

Amy se graduó como Especialista de Apoyo a la Juventud y obtuvo una certificación de consejería en la Universidad de Loyola Marymount.

Ella reconoció que los “ángeles” que la salvaron fueron su padre, Alfredo Morin, sus abuelitos, Luz y Carlos Morin, y sus tíos. Por alguna razón, su madre biológica desapareció de su vida cuando ella era pequeña.
“Mi papá siempre me dijo que yo podía lograrlo todo y me repetía que estaba orgulloso de mi”, declaró. “después de superar mi problema me sentía feliz que él era mi mamá y mi papá a la vez”.

Brenda, por su parte, vivió una época de depresión entre los 11 y 12 años. ¿La razón? Su hermana mayor, -quien era su mejor amiga y confidente- se mudó a México con su novio.

“Aunque tengo un hermano, la extrañaba mucho y por un año estuve deprimida; solo quería estar sola y ahora entiendo que me estaba lastimando a mí misma”, narró a La Opinión.

La chica aceptó ayuda y consejería. Después de graduarse de la secundaria fue a la Universidad de Loyola para cursar una carrera de consejería.

Apoyo de autoridades municipales
El centro de tratamiento Compatior ha recibido el respaldo económico de la alcaldesa María del Pilar Ávalos, el vicealcalde Gil Hurtado, y los concejales María Dávila, Al Ríos y Joshua Barrón.

Ellos se dieron cuenta de la gran necesidad de proporcionar servicios de salud mental a sus residentes, después que en la pandemia de Covid-19 se registraron 346 muertes en South Gate y 47,197 contagios.

“Muchos de nuestros residentes no pudieron tener momentos de luto y de duelo; no pudieron desahogarse”, dijo la alcaldesa. “Muchos murieron en hospitales y sus cuerpos terminaron en la morgue”.

Avalos indicó que, al principio de la pandemia hubo muchos casos de violencia doméstica e intentos de suicidio, incluyendo el de su hermano, quien falleció el 14 de abril del 2020. El hombre estaba enfermo mentalmente. Sufría de esquizofrenia.

A causa de su experiencia, Ávalos propuso a sus colegas del gobierno la donación de $80,000 para Compatior, de fondos federales provenientes de Covid-19.

“Fue algo simbólico ante todo el trabajo que ellos hacen por nuestra comunidad”, aseveró la alcaldesa. “Aquí han atendido a unos 922 jóvenes en los últimos años”.

Nada tienes… nada se te cobra
“Compatior es la única clínica que hay aquí, en South Gate”, indicó Paula Torres, quien es una de las cofundadoras, junto con Elizabeth Duran, la directora. “A los clientes no se les cobra ni un centavo”.
A menudo, pacientes de Compatior que viven en ciudades del sureste pagan algo simbólico por los servicios que obtienen.

“A quien no tiene nada, nada se le cobra”, dijo Paula Torres. “También las personas indocumentadas son bienvenidas; a nadie se le pregunta por ningún papel; lo hacemos por pura compasión a la humanidad, pero lo primero que una persona tiene que hacer, es reconocer que tiene un problema para poder ayudarle”.

En efecto, los servicios para pacientes que usan o abusan de las drogas, basándose en la evidencia planificar el tratamiento, la recuperación, acudir a sesiones educativas, participar en actividades sociales o recreativas, en sesiones de consejería individual y grupal.

Además, los consejeros de Compatior acompañan a las personas en gestión de casos, intervienen en crisis cuando sea necesario, y ayudan a las personas a obtener servicios de atención médica, laboral, defensa legal, servicios sociales, vocaciones y otros.

“Muchas personas en la comunidad latina sufren de depresión y por el uso de sustancias; muchas veces los papás piensan que su hijo/a esta deprimido/a, pero no saben que la realidad es que está drogado/a”.
En los últimos dos años, un promedio de 922 jóvenes latinos recibieron servicios en Compatior.

De hecho, el éxito del programa tiene fundamento en la participación de los padres. Se requiere la asistencia familiar en el proceso de recuperación de los individuos.

Y, aquellos que requieren un nivel más elevado de tratamiento médico son referidos a servicios de internación.
El nivel de atención 1 se realiza con la participación de las familias y no se necesita internar a nadie en ningún programa, si no es necesario.

El nivel 2 requiere que las personas atendidas acudan tres veces por semana a la clínica, tres horas por cada día, para recibir ayuda clínica sobre el uso de sustancias. En esta etapa intervienen consejeros certificados de Compatior.

“Si las personas son de South Gate, las autoridades municipales ayudan pagando sesiones de terapia, y pagarían algo simbólico si trabajan y no tienen seguro médico, o bien, Medical regular”, aclaró Paula Torres.
Pero, se presenta un caso extremo donde la familia sea de escasos recursos, no les cobran nada.
En este último caso, los pagos a Compatior llegan a través de My HealthLA (MHLA) , el programa de atención médica sin costo para personas indocumentadas que viven en el condado de Los Ángeles. Los participantes deben tener entre 26 y 49 años y no poder obtener ningún seguro médico, como puede ser el caso de personas indocumentadas.
Este es el caso de la familia de Marco Antonio Núñez y su esposa Beatriz Adriana, padres de Isabel, una niña de 13 años, quien presentaba síntomas de depresión y comenzó a refugiarse en el consumo de marihuana.
“Nos pusimos las pilas y comenzamos a buscar ayuda”, declaró Marco Antonio. “Ella [Isabel] tenía problemas de comportamiento y se ponía histérica y casi con nadie de la familia cruzaba una palabra”.
En la actualidad, Isabel es acompañada por sus padres a cada una de las sesiones de terapia conductual y ha mejorado bastante en su conducta.
“A veces se molesta, pero ya no es tan agresiva”, dijo la madre de la niña. “Ha valido la pena la ayuda que ha recibido…su vida ha dado un giro de 360 grados”.

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