Estudiantes latinos honran a los difuntos

Celebran la vida educándose sobre el significado del Día de los Muertos en el cementerio del Calvario en el este de Los Ángeles

Los estudiantes aprendieron sobre su cultura.

Los estudiantes aprendieron sobre su cultura. Crédito: JORGE LUIS MACÍAS | Impremedia

Nicolás Ríos, de nueve años levantó su mano para responder el nombre de la flor anaranjada que mostró el diácono Douglas Zúñiga, a los 200 estudiantes de escuelas católicas que visitaron el cementerio del Calvario, en el este de Los Ángeles.

“¡Cempasúchil!”, dijo correctamente el niño de la primaria de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe Rose Hill, durante la visita que hizo con sus demás compañeros del tercer grado y su maestra Jessica Jiménez al camposanto, donde honraron la memoria de las personas ya fallecidas.

En el preludio de la celebración de la solemnidad de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, el 1 y 2 de noviembre, Nicolás y estudiantes de nueve primarias católicas recibieron una catequesis sobre el verdadero significado del llamado “Día de los Muertos”.

“Como católicos cristianos es importante recodar a los niños que, para nosotros la muerte no se trata simplemente de jugar a disfrazarnos, de llorar o hacer cosas de miedo”, dijo el diácono Douglas Zúñiga. “Y la Fiesta de Todos los Santos nos recuerda que nuestra vida pertenece a Dios”.

Son días de reflexión para recordar a los seres queridos que ya murieron y duermen “el sueño de la paz”.

De hecho, los niños oraron en la capilla All Souls (Todos los Difuntos), que se construyó en 1902, y en donde el obispo Thomas Montgomery ofreció una misa pontificia solemne en un altar temporal en el cementerio y luego presidió la colocación de la piedra angular.

Esta semana, la Oficina de Educación Religiosa de la Arquidiócesis de Los Ángeles y los cementerios y mortuorios católicos se unieron para reforzar la enseñanza de los niños sobre el “Día de Muertos”, aunque algunos de ellos aún tienen grabado en la mente la fecha del Halloween.

“¿Cuándo se celebra el Día de Todos los Santos?, preguntó el diácono.

“30 de octubre”, dijo una niña, “31 de octubre”, respondió incorrectamente otra.

Con ayuda de las chaperonas, maestros, pronto se dieron cuenta que estaban confundiendo la celebración religiosa con la fiesta cuando van a la escuela vestidos con disfraces de terror y se unen al famoso “truco o trato” para recoger dulces.

Congregados en el mausoleo del cementerio del Calvario, en el este de Los Ángeles, los 200 estudiantes llegaron en autobuses escolares.

A ninguno le causó temor estar allí ni caminar entre los pasillos y las criptas donde reposan los restos mortales de numerosas personas fallecidas hacia finales del siglo 18.

“Aparte de que somos católicos, nosotros centramos nuestra fe en la tradición de la Iglesia” dijo Nancy Figueroa, directora de la primaria Nuestra Señora de Guadalupe, en el este de Los Ángeles. “Y el Día de los Muertos es una tradición histórica que nos invita a recodar que la muerte es parte de la vida”.

En la Iglesia Católica, el Día de Todos los Santos sirve para conocer la historia de aquellas personas que dejaron como legado una enseñanza para vivir el amor de Dios en santidad.

Los santos pueden ser personas comunes y corrientes, de todas las clases sociales, que tuvieron una gran experiencia de vivir a plenitud el amor de Dios en la persona de Jesús.

“En esos días recordamos y honramos a nuestros seres amados que han pasado de este mundo al mundo de Dios”, dijo el diácono Zúñiga a los niños.

“Así, nosotros reafirmamos nuestra creencia en la Resurrección, como la última meta de nuestras vidas, un regalo que hemos recibido de Dios, por la vida y el sacrificio de Jesucristo”, añadió.
Las escuelas participantes en la enseñanza incluyeron Dolores Mission (Boyle Heights), Nuestra Señora de Guadalupe (Este de Los Ángeles), Nuestra Señora de Guadalupe (Rose Hill), Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa (Montebello), La resurrección (Boyle Heights), Sagrado corazón (Lincoln Heights), Santa Isabel (Boyle Heights), San Alfonso (Este de Los Ángeles) y San Lorenzo de Brindisi (Los Ángeles).

“Yo vine para orar por mi abuelito”, dijo la niña Emma Uribe, de nueve años. “El murió antes de Navidad del año pasado; me quería y me amaba mucho, me cargaba cuando era niña y bailaba conmigo”.

¿Qué es el Día de los Muertos?
El religioso describió a los estudiantes que el Día de los Muertos es el nombre dado en la cultura hispana al día de Todos los Santos, y refleja las tradiciones de muchas culturas indígenas en Latinoamérica que ahora están entrelazadas con las creencias religiosas de la fe católica.

“La gente que vivió en esta parte del mundo hace muchos siglos acostumbraba a recordar a sus seres queridos que murieron y les construían “altares” para honrar su memoria y su vida, y el amor que compartieron con ellos”, dijo Zúñiga.

“También ofrecían oraciones por sus almas para que estas les ayudaran a cargar su cruz en el más allá, donde podrían alcanzar su lugar eterno de descanso”, agregó. Se refería a la creencia sobre las benditas almas del purgatorio.

Abundó que “nuestros ancestros” tenía una forma diferente de entender lo que significaba la muerte.

“Nosotros tendemos a pensar que la muerte es una tragedia, una experiencia dolorosa que nos separa de quienes amamos y trunca los planes y anhelos de la gente”, señaló. “Para los indígenas, la muerte era vista como una tragedia, pero también como un camino de existir a otra forma de ser”.

“Ellos eran muy sensibles a las muchas formas en que la muerte ya está presente en nuestro mundo y asignaron significado a esa realidad, lo que a su vez les ayudó a crecer en su comprensión y apreciación de la muerte”, afirmó.

Incienso para las almas
Tras la catequesis, el diácono habló sobre las razones para celebrar el día de los muertos y explico el ritual del copal o incienso quemado “para guiar las almas a través de su aroma hacia el cielo”.

Los niños tomaron en su mano algunos gránulos de copal y los depositaron en un incensario, y se les pidió que, antes de hacerlo, cerraran sus ojos, hicieran una breve oración en silencio y pidieran a Dios por el descanso eterno del alma de algún familiar fallecido.

“Yo le pedí a Dios que cuidara a mi bisabuelita”, dijo el niño Oliver Rivas, de ocho años, estudiante de la primaria en Dolores Mission.

¿Cómo se llamaba tu bisabuelita?
“¡No sé, pero yo le pedí a Dios que la cuide!”, respondió lleno de inocencia el pequeño.

Tras la catequesis, los grupos de estudiantes cruzaron en orden el mausoleo del cementerio del Calvario, y en la parte norte trabajaron en mesas recortando flores de papel, pintando calaveritas de azúcar y de cerámica, y al final, fueron testigos de la bendición de los altares, a cargo del padre Emmanuel Sánchez.
“La Iglesia se basa en la tradición; las mismas tradiciones que fueron entregadas a los apóstoles son las que llevan hoy a nuestra iglesia de la mano de la Sagrada Escritura”, dijo el sacerdote a La Opinión. “ Y siempre podemos celebrar estas tradiciones culturales, como las que surgen especialmente para los mexicanos del día de muertos, siempre que no sea contrario a la fe”.

“Es una oportunidad para nosotros recordar a nuestros fieles difuntos que nos han precedido, especialmente a nuestros familiares cercanos”, subrayó. “Siempre es importante recordar que parte de nuestra fe es orar por ellos, que todos estemos comprometidos, conectados en la comunidad de los Santos, ya sean vivos o muertos”.

Razones para celebrar el Día de los Muertos
Para los católicos, la celebración moderna del Día de los Muertos refleja la fe profunda de los ancestros de las personas y de sí mismos, “en la providencia y el cuidado de Dios para nuestros seres queridos que han pasado de un mundo al mundo de Dios”, dijo el expositor.

Una segunda razón -manifestó el diácono Zúñiga- “es que, en el día 1 y 2 de noviembre dedicamos un tiempo para recordar el amor que nos tuvieron, para atesorar los recuerdos que mantenemos en nuestra vida (conversaciones, palabras de aliento, sus consejos cuando los necesitábamos y celebraciones)”.

“Mantenemos su presencia viva en nuestras mentes y corazones para que las conozcan las siguientes generaciones de nuestras familias”.

Como personas de fe, -dijo a los niños- en estos días “afirmamos y reafirmamos nuestra fe en la Resurrección; creemos que Jesús murió por nuestra salvación, resucitó de entre los muertos en el tercer día, y por su Resurrección, Jesús recibió la vida en plenitud por el poder del Espíritu Santoy venció a la muerte, que ya no tiene poder sobre la vida”.

Las Ofrendas en el Altar de Muertos
En relación con las ofrendas o el altar de los muertos, el diácono Douglas Zúñiga expresó que representan la ascensión del alma hacia Dios y las personas creen que en los tres niveles en que se construyen, en el primero se encuentran las flores de cempasúchil, frutas, nueces y semillas, la comida favorita del difunto, sal, agua y el tradicional “Pan de Muertos”. Representan la vida humana de la persona, sus alegrías y penas.

En el segundo nivel pueden encontrarse fotografías de las personas que ya murieron, veladoras, más flores y objetos que usaron cuando estaban vivas.

En el tercer piso, siempre en lo más alto del altar se colocan símbolos de la fe cristiana, como una cruz o un crucifijo, imágenes de Jesús y María, rosarios y velas o veladoras.

En memoria de su padre

En la capilla de “Todos los Santos” del cementerio del Calvario, Verónica Reyes se encargó de armar un altar del “Día de Muertos” en memoria de su padre Ramón Reyes (1944-2017).

“Era un esposo, papá y abuelo. Un hombre de mucha fe. Siempre le dio la mano al prójimo. Amó a su familia y nietos. Siempre te recordaremos”, dice el epitafio , a la derecha de su fotografía colocada, junto a la imagen de Santa Teresita del Niño Jesús y frente a un enorme pan de muerto.

“Mi padre murió hace cinco años y en casa también le hacemos su altar”, dice Verónica.

“Mis hijos (Sophia, 15, Diego, 9 y Camila, 6) conocen la historia de su abuelo, que le gustaban los gansitos, los dulces, el pan dulce, las cocadas y el refresco de Manzanita Sol”, dijo. “Saben que trabajó en los campos agrícolas en el Valle Imperial y que cosechaba frutas”.

En relación con la cultura, la fe y la tradición del Día de los Muertos, Verónica explicó que sus hijos saben que su abuelo les dejo una enseñanza para toda la vida.

“Hasta en el morir les voy a enseñar algo”, proclamó el difunto Ramón Reyes.
En efecto, a pesar de padecer la enfermedad de Alzhéimer, aun así, recordaba como rezar el rosario en familia.

“Nosotros celebramos porque creemos en la Resurrección”, dijo Sophia. “Mi abuelito no está en un lugar, está con Dios”.

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