Pastor deportado a Guatemala es declarado inocente: inicia lucha por su retorno a EE.UU.
Las acusaciones por el delito de desaparición forzada en su país natal fueron desechadas; ahora está desesperado por regresar a EE.UU.
El pastor Hugo Gómez deportado a Guatemala en marzo por acusaciones de secuestro y desaparición forzada de un estudiante durante el conflicto armado interno en los años 80, fue declarado inocente; ahora lucha por su retorno a Estados Unidos para reunirse con su familia en Los Ángeles.
“Mi esposo está muy contento pero desesperado por regresar al país”, dijo a La Opinión la pastora Leonor Gómez.
Fue en septiembre pasado que la jueza Lilian Eunice Santa María Ramírez, tras escuchar a la Fiscalía de Derechos Humanos y a la defensa en Guatemala, determinó que el pastor no debía ir a juicio con lo que dio por terminado la persecución penal en su contra ejercida durante casi 15 años.
Según la jueza, la fiscalía acusadora no pudo comprobar las acusaciones.
“El sobreseimiento firme cierra irrevocablemente el proceso con relación al imputado y se inhibe la persecución penal por el mismo hecho”, dijo.
En Los Ángeles, el pastor Hugo y su esposa, la pastora Leonor tienen tres hijas casadas de 41, 38 y 26 años así como 2 nietos. Solo la hija más pequeña y los nietos nacieron en Estados Unidos.
Hugo Gómez era pastor de la Iglesia evangelista Lluvias de Paz en el sur de Los Ángeles cuando fue arrestado por agentes del Servicio de Migración y Aduanas (ICE) el 16 de agosto de 2019, en Hawthorne, una ciudad del condado de Los Ángeles.
Era buscado por una alerta roja de la Interpol acusado de la desaparición en 1984 en Guatemala, de Fernando García, un estudiante y líder sindical, y quien fuera esposo de la exdiputada Nineth Montenegro.
Era la época de la dictadura militar, y el pastor se ganaba la vida como agente de la policía nacional donde trabajó de 1981 a 1986.
En 1987 emigró con su familia a Los Ángeles, y se convirtió en pastor además de trabajar en la jardinería.
El 8 de marzo de este año, después de tres años y siete meses de estar bajo custodia en el Centro de Detención de Adelanto, el pastor fue deportado a Guatemala de donde había salido 35 años atrás.
El 6 de junio salió libre bajo fianza, y finalmente el 21 de septiembre, a los 63 años de edad, fue declarado inocente de todo delito incluyendo la desaparición forzada.
“Conozco a mi marido desde que tenía 18 años y sabía que era inocente, y que las acusaciones en su contra eran prefabricadas; por eso no descansé ni de día ni de noche hasta conseguir que se probara su inocencia”, dice su esposa, la pastora Gómez.
Dice que tras su liberación y exoneración, el pastor Hugo vive con unos pastores en Guatemala. “Está predicando y ayudando a la comunidad”.
Sin embargo, los cuatro años de encierro en Adelanto, le pasaron la factura en su salud mental y física.
“Está muy enfermo. Tiene una bola en el estómago que no sabemos qué es. Salió mal de sus dientes, el hueso de la mandíbula se le desgastó. Debido a que las luces en el Centro de Detención de Adelanto son muy fuertes y estaban prendidas de día y de noche, le afectó en sus ojos. Salió como con un tic nervioso, cerrando y abriendo los ojos continuamente”.
A nivel mental, dice que su esposo no coordina bien. “Ahora en lugar de comunicarse con palabras, se expresa mucho con señas como si fuera sordomudo. Y le pregunté por qué hacía eso. Me dijo que tal vez porque era la única manera que tenía de comunicarse con sus compañeros de las celdas vecinas en Adelanto”.
La pastora Leonor también ha sufrido los estragos de cuatro años de luchar por la libertad de su esposo, para que no lo deportaran y le quitaran los cargos. Pasó tres años sin verlo debido a la pandemia de covid-19 y a que se prohibieron las visitas a los detenidos en Adelanto.
“Hubo momentos en los que pensé en quitarme la vida, cuando se nos cerró todo y no parecía haber solución a la injusta criminalización de mi esposo, y al ver que lo trataban como un gran delincuente”, dice sollozando.
Además con un solo ingreso en su casa, era difícil pagar abogados y hacer frente sola a todos los gastos.
“He sobrevivido de vender filtros para el agua, haciendo pan y comida, pero también no estoy bien de salud. He muerto muchas veces y solo Dios me ha sostenido. Creo que soy un muerto caminando. Llevo casi 15 años con esta tortura”, dice la pastora, sobreviviente de cáncer de la matriz.
Dice sin embargo, que le anima mucho saber que al final, la jueza en Guatemala cerró el caso de su esposo y declaró que su fallo era irrevocable.
“Se cometieron muchas injusticias y abusos de poder de los cuales los abogados se encargarán en su momento”.
Por lo pronto – dice – que toda su energía está enfocada en lograr el pronto retorno a Estados Unidos del pastor Hugo, y la alienta tener el apoyo de más de 50 organizaciones de derechos humanos y civiles de este país.
“Los abogados que llevan el caso no me dan fecha para que eso pase, pero esperan que sea un proceso expedito”.