‘Pensé que nunca saldría de la prisión’

Armando “N” es prueba de que el proyecto “Regreso a casa” es efectivo para personas que buscan una segunda oportunidad

Armando N.

Armando N. Crédito: Cortesía | Cortesía

En total, fueron 21 años los que Armando “N” estuvo en prisión, un lugar donde encontró a Dios y pudo cambiar su vida a través del proyecto “Regreso a casa”, donde le ofrecieron un hogar apacible donde nadie lo juzga por su pasado.

La historia delictiva de Armando comenzó en el seno de una familia disfuncional donde creció con el pensamiento de que era “normal” convertirse en un delincuente.

Dentro del ambiente pandilleril, a los 26 años, Armando cometió un crimen. “Pensé que nunca saldría” de prisión, expresó.

El joven le había arrebatado la vida a una persona, pero pagó su condena y después de dos décadas, ahora trabaja en The Last Mile (La última milla), un programa de reincidencia educativo de capacitación tecnológica, codificación informática y producción de audio y video.

“Estamos en tres prisiones estatales de California, y otras de otros estados, indica Armando, subrayando que cuando estos hombres y mujeres (ahora presos) regresen a la comunidad, yo seré su mentor y asesor”.

Con la capacitación técnica de los reclusos de The Last Mile, hombres y mujeres encarcelados pueden convertirse en profesionales altamente calificados y motivados para resurgir de entre sus propias cenizas cuando alcancen la libertad.

Armando cuenta con una licenciatura en psicología.

El joven de ahora 47 años creció con su madre soltera. Ella se mudaba continuamente porque su hijo estaba expuesto a pandillas y el crimen de la zona.

“Había mucho abuso y disfuncionalidad en mi familia”, recuerda. “Al crecer, esas cosas me empujaron a la calle”.

En la década de 1980 y 1990, para muchos latinos como Armando, ver en la pantalla de televisión a los pandilleros en los pasillos de reclutamiento eran los “modelos” con los que se identificaba.

“Era un reflejo de lo que veía en mi familia”, dice. “Entonces pensé, no importa dónde viva, ni que mi mamá se mude a vecindarios agradables para alejarme de todo eso”.

Armando creía que su camino para ser hombre era enrolarse en las pandillas.

“Pensé que, hay familias donde todos van al ejército, en otras, todos van a la universidad, y en algunas todos los hombres de la familia juegan al fútbol”, rememora.

“Para mi familia, creí que todos los hombres deberían ser mafiosos y criminales…”, y eso fue lo que hizo.

Armando y sus primos estuvieron tres años en una cárcel condal. El culpaba a todos, excepto a sí mismo. No quería asumir ninguna responsabilidad.

“Fui egoísta; fui cobarde”, explica. “Después de tres años, la única persona que no era familiar suyo y que participó en el ataque comenzó a decir la verdad”.

En el año 2002, Armando sintió que no tendría ninguna esperanza de que saldría del sistema penitenciario. La vida no le alcanzaría para vivir 102 años detrás de las rejas, así que buscó cambiar espiritualmente y lo logró.

Recuerda que, cuanto más me acercaba a Dios, el Señor, “menos cómodo me sentía mintiendo”.

Fue bautizado como cristiano un 11 de agosto. Su vida tomó un nuevo impulso. Comenzó a acudir a programas académicos en prisión y a la universidad.

Visitó la prisión estatal de San Quentin a Sola, y de New Folsom a Pleasant Valley, en Coalinga, California. Fue en esta última donde Armando acudió a su primera junta de libertad condicional, la cual fue denegada durante cinco años.

Pero, cuando lo logró -la noche de Halloween, en 2022-, fue enviado a una casa de transición o de libertad condicional, donde estuvo siete meses trabajando recogiendo basura o agujas usadas al costado de las autopistas.

Ya totalmente cambiado, Armando se acercó al proyecto “De regreso a casa”. Su supervisor u oficial de libertad condicional lo animó a presentar una solicitud; se reunió con algunas personas y finalmente encontró alguien que le abrió las puertas de su hogar con una vivienda estable.

“Tengo 47 años, quiero tener la oportunidad de tomar decisiones por mí mismo y, en cierto modo, reconstruir mi vida y comenzar de nuevo… Hay muchas habilidades que aprendí en prisión y voy a ponerlas en práctica para triunfar en la vida”.

En esta nota

carceles Latinos
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain