‘Mi país me falló’: Eduardo Polonsky, ganadero sobreviviente de ataques de Hamás

Judío argentino, quien se ha negado a irse del Kibutz Or HaNer, revive el día de los ataques, y expresa su sentir sobre la tardanza para recibir ayuda tras la tragedia

Eduardo Polonsky, un ganadero judío-argentino  que vive en el kibutz Or HaNer del sur de Israel. (Araceli Martínez/La Opinión)

Eduardo Polonsky, un ganadero judío-argentino que vive en el kibutz Or HaNer del sur de Israel. (Araceli Martínez/La Opinión) Crédito: Araceli Martínez | Impremedia

Cuarta parte. – A pesar de que la mayoría de los habitantes del Kibutz Or HaNer en el sur de Israel, fueron evacuados tras los ataques de Hamás el 7 de octubre, Eduardo Polonsky, un ganadero judío-argentino se ha negado a salírse; y dos meses después de la tragedia, no oculta su decepción con quienes gobiernan Israel.

Toda su familia se ha ido y lo ha dejado en Or HaNer. El hombre rechaza abandonar su hogar, las siembras y sus vacas.

“Yo soy un agricultor, un ganadero. No soy un superhéroe. Amo la vida. Lo más arriesgado que hago es andar en moto. Aunque soy parte de la reserva del ejército, mi estilo no es andar con un arma larga”.

El segundo día después de los ataques de Hamas a la frontera sur de Israel, el 8 de octubre, el ejército israelí dio la orden de evacuar el lugar. 

Alrededor de 500 personas fueron evacuadas de los kibutz del sur del país, y de algunas comunidades del norte. La mayoría fueron llevados a hoteles. 

“La gente que trabajamos en la producción de leche, nos quedamos. No se puede parar. Nosotros seguimos creando vida”.

Eduardo Polonsky muestra la distancia entre su kibutz y Gaza. (Araceli Martínez/La Opinión)

El pintoresco Kibutz Or HaNer, localizado a dos kilómetros y medio de la Franja de Gaza se salvó de ser atacado, gracias a que la unidad de respuesta rápida se enfrentó con alrededor de 40 terroristas en el Kibutz Erez lo que impidió que llegaran a Or HaNer.

“La noche del 6 de octubre salimos a cenar con mi esposa con quien estoy casado desde hace 23 años, y con mis hijos. La pasamos muy bien. Nos fuimos a dormir a las tres de la mañana, a las 6:30 de la mañana sonó la alarma. Mi señora me arrastró hacia el bunker, la habitación de seguridad de la casa”.

Desde ahí, podían escuchar las explosiones de los proyectiles.

“Al volver a la cama, le comenté a mi señora que escuchaba tiros de metralleta y armas automáticas, y no era normal. Cuando nos levantamos, mi hijo mayor de 40 años, es parte del equipo de primera respuesta del kibutz, me dijo que había una situación especial, no sabíamos qué pasaba”.

A los 10 minutos les avisaron por la radio que el kibutz Erez de al lado había sido invadido por Hamás; y un miembro del equipo de primera respuesta, había muerto y tenían dos heridos.

“No tenían posibilidad de detener la ofensiva, y sabíamos que si la pasaban, venían para acá. El comandante nuestro de primera respuesta, mandó cuatro miembros para tratar de frenar la ofensiva y felizmente pudieron pararla. Hubo mucha suerte”.

Lo más duro – recuerda Eduardo – fue el asesinato del intendente a causa de proyectil que lanzaron a su casa para reventarla. “Yo me había ofrecido para ayudarle, pero no me contestó cuando le llamé. A los siete minutos, un periodista me preguntó si era cierto que lo habían matado. Averigüe que sí”.

La tardanza

Casi dos meses después de la tragedia, Eduardo cuenta que sinceramente no se acuerda de lo que pasó el 7 de octubre.

“En mi memoria está lo que me contó mi esposa”. 

Lo que sí tiene claro y lamenta es la lentitud del ejército para defenderlos.

Pasaron cerca de 16, 17 horas para ver en el kibutz a los primeros miembros del ejército que teóricamente tendrían que habernos defendido. Hasta el 7 de octubre se contaban en el mundo, las proezas y la grandeza del ejército israelí, desde ese sábado no puedo dar la misma respuesta.

Desde ese sábado me es muy difícil creer en quienes teóricamente tendrían que darnos seguridad. Hoy en día, la pregunta sigue siendo qué pasó; y solo hay dos opciones: alguien no quiso estar aquí; o fue la arrogancia del ejército”.

Solo contaron para su protección con el grupo de defensa del Kibutz que son todos civiles.

“No hay ningún miembro de estos grupos que sean militares o tengan un entrenamiento especial, el que tiene una idea de son superhéroes, esos no somos nosotros”.

Vacas lecheras del Kibutz Or HaNer al sur de Israel. (Araceli Martínez/La Opinión)

‘Mi país me fallo’

Eduardo hace eco del sentimiento de muchos israelíes, dice que se siente decepcionado con Israel.

Mi país me falló. Mi forma de vida y mis pensamientos se convirtieron en una fábula y en una estupidez”.

Aclara que no está decepcionado de los soldados, a quienes llama chicos jóvenes excepcionales, sino de quienes representan y dirigen el país.

A los políticos como a los pañales, hay que cambiarlos cada tanto porque están llenos de mierda”.

Una encuesta revelada este mes del Instituto Lazar reveló que la popularidad del primer ministro Benjamín Netanyahu continúa cayendo, apenas el 31% aprueba su trabajo en medio de la guerra Israel-Hamas.

Eduardo dice que tiene muchos amigos en Gaza y guarda sus teléfonos, pero no les puede llamar porque aquellos que trabajaban en los kibutzim, entraron junto con los soldados de Hamás a matarlos, robarlos y violar a las mujeres.

“Hay una llamada por teléfono en la que se escucha a uno de los terroristas avisar a su familia que ya mató a 12 judíos con sus propias manos, y en la que dice que es un héroe”.

Imagen del Kibutz Or HaNer desde el patio de la casa de Eduardo Polonsky . (Araceli Martínez/La Opinión)

La guerra no es la solución

Eduardo dice que está consciente de que la guerra no soluciona nada. 

“No se puede matar hasta el último de los soldados del Hamás que luchan por ideales erróneos y distintos a los nuestros. Esto tiene que terminar de otra forma. La guerra tiene que crear pautas para que alguien en el mundo se dé cuenta que esto tiene que tener una intervención distinta.

“Alguien del mundo se tiene que dar cuenta que no hay buenos y malos, que acá hay un pueblo que necesita ayuda para ser liberado, estoy hablando del pueblo de Gaza, un pueblo que por sus propios medios no se va a poder liberar”.

Solo en su casa en el Kibutz Or HaNer, Eduardo Polonsky bebé una infusión de mate. (Araceli Martínez/La Opinión)

¿Vuelta a la normalidad?

El agricultor y ganadero dice que tras los ataques de Hamás, no puede darse la libertad de recibir a sus nietos ni de comer un asado con su familia en su casa.

A solas en su vivienda afirma: “no sé cuándo lo voy a poder hacer. No sé cuándo se sientan seguros de volver a esta zona”. 

A seis días de los ataques de Hamás, nació Rommy, la octava nieta de Eduardo. “Apenas la he visto dos veces”.

En guerra y bajos misiles, dice que está tratando de volver a la normalidad.

Entre los estruendos que nosotros mandamos y los que ellos mandan, busco algún tipo de normalidad; y en eso, un día me encontré yo solo haciendo asado, y el olor del asado me recuerda a la normalidad”

Y tras una breve reflexión, externa que la ideología de todos los israelíes es no dejarse vencer.

“Si nos vencen, nos matan”.

El cuarto de seguridad de Eduardo Polonsky en el Kibutz Or HaNer. (Araceli Martínez/La Opinión)

Los kibbutzim

Eduardo dice que un kibutz en la actualidad, es como un barrio cerrado, con la diferencia de que además de las casas, tienen empresas y la economía es comunitaria, no comunista. 

“Nosotros nos repartimos las ganancias por igual. Aunque cada uno recibe su sueldo de acuerdo a lo que trabaja”.

En el Kibutz Or Haner  se producen cuatro millones de litros de leche por año. Tienen una planta seleccionadora de zanahorias,  y producen el 70% de las zanahorias que se consumen en el país, además de que exportan a Rusia.

“Sembramos trigo, cebada, algodón, y contamos con un criadero de pollos de engorda. Tenemos el restaurante Patagonia que prepara 4,700 raciones de comida por día para su venta fuera; y somos dueños de una fábrica de remaches inteligentes para fabrica pesada, que venden el 95% al exterior”.

Antes de los ataques de Hamás, vivían cerca de 900 personas en el Kibutz Or HaNer.

Eduardo dice que la agricultura en Israel es trabajada por tailandeses que llegan al país con un contrato de trabajo por cinco años.

“Cerca de 40 tailandeses fueron asesinados el mismo sábado 7 de octubre. Ellos pensaron que el pasaporte los iba a salvar de este desastre; y a los que no mataron durmiendo, se los llevaron como prisioneros”.

*Esta serie de reportajes es posible gracias a una fellowship de Fuente Latina, una organización no lucrativa y no partidista, fundada y dirigida por Leah Soibel. Tiene oficinas en Miami y la Ciudad de México. La misión de Fuente Latina es remover barreras lingüísticas y geográficas, empoderando a periodistas e influencers para cubrir historias sobre Israel y el Medio Oriente. Durante más de 11 años, Fuente Latina ha entregado fellowships a más de 350 profesionales de los medios hispanos de 12 países. Los reportes noticiosos generados a través de estos viajes, han resultado en dos premios Emmy, y un premio de la Prensa Asociada, entre otros reconocimientos.

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