En Ecuador “si siguen metiendo gente a la cárcel van a seguir alimentando las redes del crimen organizado”
Jorge Núñez, experto en prisiones ecuatorianas, advierte en una entrevista sobre el riesgo de usar militares para combatir la ola de crimen: “Si aprendemos de México y Colombia, la militarización de estos problemas genera más muertos”
Luego de dos décadas de investigación, Jorge Núñez tiene una opinión tajante del rol que cumplen las cárceles en un Ecuador puesto en jaque por el crimen organizado.
“Una cárcel de Ecuador en este momento es el Estado reclutando para las bandas”, dice este antropólogo y profesor asistente de la Universidad de Ámsterdam en una entrevista con BBC Mundo.
A su juicio, lo que se vio en los últimos días con la fuga de líderes de grupos criminales de prisiones, motines carcelarios y ataques en ciudades ecuatorianas es reflejo del fracaso de una política carcelaria en el país.
Pero Núñez, quien ha sido profesor de la escuela del Estado Mayor de Policía en Ecuador, advierte que el camino de combate al crimen elegido por el flamante presidente Daniel Noboa también puede encerrar peligros conocidos en México o Colombia.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con el cofundador del centro Kaleidos en la Universidad de Cuenca, que en 2021 produjo un diagnóstico de las cárceles ecuatorianas, y codirector del Observatorio de Prisiones de Ecuador.
¿Cómo explicarías lo que ocurrió en los últimos días en las cárceles de Ecuador con la fuga del líder de Los Choneros, Adolfo Macías (alias “Fito”) y motines en distintas prisiones?
Lo que tenemos que entender es cómo se crea esta figura de Fito.
Los Choneros es un grupo que se hace fuerte dentro de las cárceles gracias a que la inteligencia policial empezó a fomentar la gobernanza criminal dentro de cárceles.
Esta unidad de inteligencia crece y se convierte en antinarcóticos. ¿Qué hicieron? Reclutaron a jefes de mafias y rompieron los códigos de mafias de que no puedes hablar con la ley.
Fito es uno de los prisioneros que comenzó a colaborar con la ley a cambio de privilegios: se autosegregaron primero en pabellones y después en cárceles enteras, empezaron a entrar armas y a infiltrar a la policía.
Básicamente lo que tienes es una relación clandestina y un sistema de intercambio de privilegios por información antinarcóticos.
Eso se llamó la “paz caliente”, cuando la policía le entregó la gestión cotidiana de las cárceles a las bandas prisioneras.
Macías, alias “Fito”, llevaba años preso manejando las actividades de Los Choneros. ¿Por qué crees que decidió escapar en este momento?
Hay varios rumores de los que trabajamos en el tema. Uno es que le informaron que lo iban a matar y se escapa por eso.
Otro es que le informaron que lo iban a trasladar.
Mi impresión es que las cárceles funcionaron muy bien como centro de operaciones del crimen organizado pero las masacres hacen que se conviertan en un centro muy difícil. Empezaron a cambiar los acuerdos.
Lo que debes entender para entender a Fito es que es una persona que ha estado negociando con distintos grupos políticos que tienen relaciones muy estrechas con la policía.
Fito es el producto de la relación de la policía con el crimen organizado.
Existe en una inteligencia policial que está usando la población carcelaria para producir información antinarcóticos, para mejorar sus metas de incautación de cocaína, porque responde a los intereses de la embajada norteamericana.
¿Son procesos irregulares?
Inteligencia policial uno de los problemas que tenían y sigue teniendo es que no tienen un marco jurídico claro.
Muchas de las practicas son ilegales pero están totalmente normalizadas.
Después de Macías, escapó de prisión Fabricio Colón Pico, de la banda Los Lobos. ¿Cómo es posible que cabecillas de grupos criminales se escapen de cárceles?
Porque hay completa complicidad de las autoridades.
¿Cuánto poder tienen estas bandas criminales que operan desde las prisiones?
Lo que hemos visto en los últimos tres días es que tienen el poder de parar un país. Cerraron ciudades enteras. En Esmeraldas viene pasando hace dos años por la pelea entre Tiguerones y Lobos.
Tienen dos tipos de poder muy fuerte. Uno es las armas y la extrema violencia que han demostrado en las calles. Pero sobre todo tienen un poder de corromper autoridades gubernamentales.
Las bandas tienen dos infraestructuras tomadas en este momento: la cárcel y los puertos. Para tomarse los puertos necesitas una logística muy diferente a la cárcel, porque no necesitas armas.
Si vas al gobierno de Lasso por ejemplo, el Ministerio de Agricultura estaba emitiendo permisos de exportación de bananos para empresas fantasmas. Esa es una herramienta que estaban usando las bandas.
En lo que han sido muy hábiles es en lograr infiltrar a la seguridad pública y corromper a ciertas élites, pero también en manejar fuerzas de choque súper organizadas como vimos en los últimos tres días.
¿La disputa que tienen estos grupos entre sí es por el tráfico de drogas?
Hay varios escenarios de disputa.
Uno muy claro es la relación entre crimen organizado de los Balcanes y Los Lobos. Tiene que ver con la creación de rutas hacia Europa. Esa es una disputa, los puertos.
Otra disputa importante son los territorios dentro de cárceles como lugares logísticamente importantes. Ahí tienes el microtráfico y toda la parte de extorsión.
Debido a que crecieron tanto las bandas, empiezan a relegar el control de ciertos territorios.
Muchas de las peleas entre bandas a veces son entre los mismos choneros. Son disputas territoriales. Funcionan un poco como franquicias criminales.
¿Qué papel juegan los carteles mexicanos en Ecuador?
Antes de que llegaran las redes de crimen organizado albanesas, los carteles mexicanos eran realmente la demanda.
Al principio los carteles mexicanos lo que hacían era corromper a ciertas fuerzas de seguridad.
Pero los choneros y estos grupos encargados de la logística empiezan a crecer y a cumplir la parte logística de la administración de las rutas en Ecuador.
Todo tiene que ver con el cambio de la función que cumplía Ecuador, de país de tránsito a centro de negocios.
En un negocio tan lucrativo, ¿por qué son tan importantes las cárceles ecuatorianas?
Porque es ahí donde crecen, donde realmente empiezan a tomar poder. Es el primer territorio que empiezan a ganar.
Estos grandes grupos, esta capacidad logística, se organiza dentro de las cárceles.
El error del Estado fue retirarse de las cárceles, dárselas a la gobernanza criminal de estas bandas.
En eso Ecuador se parece mucho más a Brasil que a México o Colombia. Grupos como el Primer Comando de la Capital (PCC) o el Comando Vermelho nacen dentro de las cárceles brasileñas.
Las cárceles son el centro de gravedad porque es el origen de estas bandas.
¿Y por qué un grupo armado habría de asaltar un canal de TV ecuatoriano como ocurrió esta semana?
Todavía estoy tratando de procesar la información, entonces lo que digo es especulación.
En Ecuador pasa lo inverso que en Colombia, donde hubo organizaciones armadas con motivaciones políticas que entran a la industria del narcotráfico. En Ecuador tienes grupos armados completamente criminales que poco a poco empiezan a hablar un lenguaje político: “nosotros mantenemos la paz” o “es por nosotros que no hay asesinatos”
Lo que puedo ver es que cada grupo es cada vez más consciente de que la soberanía criminal es algo cierto, que tienen un control y que hay una ciudadanía a la cual responden.
Todo lo que dices apunta a que el Estado ecuatoriano es el gran responsable de la crisis de seguridad que tiene el país ahora…
Sí, es el principal protagonista. Se desmantela el Estado que da servicios como educación o salud y crece el Estado que castiga.
Uno de los problemas que tiene en este momento Ecuador es que el poder político civil no tiene control sobre la policía.
Si algo necesita Ecuador antes de reformar las cárceles es reformar y desmilitarizar la policía, porque es un problema grave.
Entonces sí, creo que el Estado ecuatoriano, la descomposición del sistema de partidos y la polarización entre correístas y anticorreístas son los grandes responsables de generar ese vacío.
¿El reto que plantean las cárceles ecuatorianas al Estado es inédito a nivel de América Latina en algún sentido?
Guardando las distancias y la escala, en este momento las cárceles se parecen mucho a las de Brasil a inicios de 2000, cuando ordenaron una serie de ataques con bombas.
Si siguen metiendo gente a la cárcel van a seguir alimentando las redes de crimen organizado.
En las cárceles de Ecuador, 42% son jóvenes de entre 18 y 29 años sin educación y básicamente pobres. Una cárcel de Ecuador en este momento es el Estado reclutando para las bandas.
Lo que hay que hacer es despoblar esas cárceles, sacar a todas las personas de crímenes no violentos porque les están enseñando a ser violentos, y reformular el acercamiento.
La pacificación no es el camino. Lo que necesitamos es desarticular las redes que ellos tienen. Y eso es recuperar los barrios y las cárceles.
¿Cómo observas la respuesta del presidente Noboa a esta ola de violencia?
Para mí es una mezcla de improvisación y lo mismo que Lasso.
El cambio que ha habido es la declaratoria de “conflicto armado interno”.
¿De qué le servía declarar un estado así? Uno puede decir que le servía para identificar a las bandas específicamente, declararlas objetivo militar.
Pero lo que está haciendo es poner a los militares sobre la policía.
Si eso es así, me parece que el presidente ha elegido a los militares en lugar de la policía, que es lo contrario de lo que hizo Lasso.
No digo que eso sea un acierto.
Me preocupa lo mismo que a los defensores de derechos humanos: por lo general, si aprendemos de México y Colombia, la militarización de estos problemas lo que hace es generar más muertos. Y los muertos son del pueblo.
¿Y qué opinas sobre la intención del presidente Noboa de trasladar a presos peligrosos incluso a prisiones sobre barcos para tenerlos más controlados?
Creo que es un error y un síntoma de una ignorancia absoluta de cómo funciona una cárcel y de los problemas que teníamos con las cárceles en Ecuador.
Cada masacre construyen una nueva cárcel de máxima seguridad.
El problema no es cómo vamos a seguir construyendo cárceles, sino cómo vamos a sacar a la gente que está ahí.
Porque sigues metiendo gente a la cárcel y sigues haciendo crecer a las bandas. Básicamente estás haciendo el trabajo de reclutamiento tú como Estado.
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