Salvadoreños en Los Ángeles votan y festejan lo que podría ser un inminente triunfo de Bukele
“Este es un momento histórico, nosotros como diáspora de El Salvador estamos contentos de ver que tanta gente vino a votar”, opinó José Aguilera, residente de LA
El histórico proceso cívico de votación de centenares de salvadoreños en Los Ángeles se vio empañado por la desorganización y la desinformación, durante una jornada donde virtualmente la totalidad de los electores respaldaron la reelección del presidente Nayib Bukele.
Desde la madrugada del domingo, cientos de salvadoreños hicieron filas alrededor de los tres centros de votación habilitados en Los Ángeles, los cuales cerraron a las 5:00 p.m.
Amelia Crespi, de 70 años, residente de Los Ángeles y nacida en la capital San Salvador, fue una de las ultimas en acceder al centro de votación MG Studio, ubicado en el 1319 al oeste de la calle 11 en Los Ángeles.
Para mí era muy importante este voto”, dijo la mujer, quien junto a cientos de sus compatriotas soportó las inclemencias de la poderosa tormenta invernal que se abatió en la ciudad.
“Acabo de venir de El Salvador y todo lo bueno que está pasando allá es porque así lo ha querido Dios, porque [Nayib] Bukele es el único presidente que está respaldado por Dios”.
A pesar de que la votación se desarrolló generalmente en paz. las quejas no se hicieron esperar entre las personas a quienes se le negó el derecho al sufragio, a pesar de contar con todos los requisitos legales para ser parte del proceso.
En la jornada que se vivió en Houston, Texas se impidió el voto a unos 1,000 salvadoreños y en Rhode Island (Nueva York) el Tribunal Supremo Electoral solamente habilitó un centro de votación.
En Los Ángeles los tres centros de votación que fueron habilitados por el Tribunal Supremo Electoral se vieron rebasados, debido al insuficiente personal asignado, la desorganización e ineficiencia para responder a quienes se les impidió ejercer el sufragio.
“Ni de forma electrónica ni presencial pude votar”, dijo a La Opinión, José Orlando Benítez, salvadoreño de La Unión. “Una señora pedante que vigilaba las elecciones me trató como basura”. No la pudo identificar .
Benítez, quien como salvadoreño tiene su residencia oficial en Hollywood, pero estaba en Tijuana, México, desde donde viajó para votar presencialmente.
Para colmo de su mala suerte, debió lidiar con un guardia de seguridad afroamericano que se encontraba a la entrada del centro de votación MG Studio, ubicado en el 1319 al oeste de la calle 11 en Los Ángeles. La Opinión fue testigo de los insultos soeces del guardia a quienes querían cumplir con su deber cívico, incluyendo a Benítez.
“Traté de votar desde el 6 de enero y no pude; cada 30 minutos intentaba hacerlo con mi teléfono, pero cuando ponía el rostro en la pantalla, me rechazo el trámite; nunca pude pasar de ahí”, dijo Benítez en tono molesto.
“Y cuando me dijeron que viniera al centro de votación, lo hice y, aunque también les comprobé mi identidad con el pasaporte americano, me dijeron que no podían hacer nada por mí”, añadió Benítez. de 48 años. “Este sistema de votación que crearon es tonto”.
Con más de tres millones de potenciales votantes en El Salvador y unos 740,000 en el extranjero, los salvadoreños sufragaron para darle continuidad al trabajo del presidente Nayib Bukele.
Los salvadoreños, quienes conforman en la diáspora el Departamento XV en Los Ángeles -donde se concentra el 95% de todo el electorado de 1.5 millones, su afluencia a los centros de votación fue masiva. Escogerían al presidente, vicepresidente y a los diputados de la Asamblea Legislativa. El nuevo periodo presidencial inicia el 1 de junio de 2024 hasta el 1 de junio de 2029.
El gozo se fue al pozo
“Votar significa todo lo bueno para los habitantes de nuestra patria. Todo lo que ha sucedido en estos años es bueno. Ya no tenemos maras en El Salvador; todos están guardados (encarcelados). Eso es lo principal”, valoró Marina Zepeda, una salvadoreña de 80 años, originaria de Sonsonate, Armenia.
Zepeda declaró que tanto a ella como a sus compatriotas que radican en Estados Unidos no les interesan las críticas al presidente Bukele, con respecto a presuntos abusos de derechos humanos de los pandilleros.
“Tampoco nos interesan las madres que dicen que sus hijos no hicieron nada; ellas tienen que saber y aceptar que sus hijos son criminales y corruptos, y que tienen que pagar por lo que hicieron”.
Aunque ella aseguró que hizo los trámites a tiempo de su documento de identidad (DUI), no le permitieron votar en el centro de votación de la calle 11.
“Un momento histórico”
“Este es un momento histórico, nosotros como diáspora de El Salvador estamos contentos de ver que tanta gente vino a votar”, opinó José Aguilera, de 40 años, residente en la ciudad de Gardena. “Nunca ningún gobierno nos había incentivado a votar por el presidente.
Aguilera recordó que antes se hablaba muy mal de su país, como consecuencia de la ola de asesinatos atribuidos a las maras.
Efectivamente, la Guerra Civil de El Salvador (1979-1992) dejó más de 75,000 muertos y decenas de miles de desaparecidos, en su mayoría civiles, y obligó a decenas de miles más a abandonar el país por la violencia.
Además, en el balance de muertes causadas durante el gobierno del expresidente Mauricio Funes, de 2,500 asesinatos causados en 2013 por el flagelo de las sanguinarias pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y el Barrio 18, un año después la cifra de homicidios se disparó a más de 3,800.
“Hoy, al ver esa paz y alegría que tenemos en nuestro país, es la razón por la cual apoyamos al presidente Bukele. Él nos trajo la paz que tanta sangre nos costó”, dijo Aguilera. “Creo que hoy, el país va por un buen camino; antes había tantos obstáculos y ahora todo mundo habla bien pues ya no hay la inseguridad que existía. Solo habría que mejorar la economía, aunque la economía está mal en todo el mundo”.
La participación de la diáspora salvadoreña podría incidir en la conformación final de la Asamblea Legislativa, donde el presidente Nayib Bukele contaba inicialmente con 58 de los 60 escaños que estaban en disputa.
Expectativas rebasadas
Alejandro Letona, cónsul general de El Salvador en Los Ángeles, festejó la masiva participación de sus compatriotas en las elecciones de su país en el extranjero y reconoció que se superaron las expectativas del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el ente que no permitió el acceso de la prensa a los centros de votación.
“Es un primer ejercicio para nosotros [en el exterior] porque anteriormente la modalidad del voto era postal”, dijo a La Opinión. “Y en las pasadas dos elecciones fueron menos de 4,000 votos”.
Aseguró que este año, se ha llegado al ejercicio de casi 200,000 votos.
“Eso dice mucho del voto electrónico y también del voto presencial”, indicó. “Ustedes lo han visto, los centros están abarrotados y la gente ha respondido, quería ejercer el voto y muchos ya son ciudadanos de Estados Unidos que han votado para presidente de este país, pero no podían hacerlo por el de su país de origen”.
El cierre de los centros de votación fue a las 5:00 de la tarde. Al llegar la hora marcada, personal logístico del TSE marcó el límite de la última persona de la fila que tendría el derecho a votar.
¿Señor cónsul, quiero preguntarle, por qué tanta desorganización?
Mire, ahí el Tribunal Supremo Electoral es el que tiene el control de las elecciones. No es cuestión del gobierno central, sino del Tribunal Supremo Electoral. Ellos han sido quienes han subcontratado a una empresa que está brindando el servicio electrónico y la logística en los centros de votación.
Además de la desorganización, ¿Por qué se dio el fenómeno de la desinformación y hubo personal capacitado que respondiera eficientemente a quienes se les negó el derecho a votar?
“Esto es adentro de los centros de votación donde está el personal que el Tribunal Supremo Electoral capacitó y orientó para para el ejercicio este 2024.
Con esta elección, ¿Cuál es el mensaje que se envía con este proceso al mundo?
“Querer es el pode, y el querer incluir a tu diáspora en los procesos democráticos del país es posible. Solo con los votos en línea han participado cerca de 200,000 personas alrededor del mundo, lógicamente la mayoría en Estados Unidos, pero en países remotos, incluso como Kenia, Sudáfrica o Australia”.