Mujeres migrantes y adultas mayores en el desamparo enfrentan violencia sexual día con día
Actualmente hay más de 3,000 mujeres con niños experimentando el desamparo en Los Ángeles
Desde 2018, el número de latinos que experimentan el desamparo ha crecido 73%, mientras que la violencia doméstica es la causa número uno que lleva a las mujeres a vivir en las calles en el condado de Los Ángeles donde día tras día se exponen a sufrir agresiones sexuales.
También ha crecido el número de mujeres inmigrantes que no tienen un techo, y luego de una reducción dramática del Fondo Federal para Víctimas de Crimen se hará más difícil servirlas.
Durante un panel de LA County Housing and Homelessness Communications Collaborative y el apoyo de la Conrad N. Hilton Foundation, varias expertas hablaron sobre la violencia doméstica y el desamparo desde una perspectiva latina.
Christina Cortés, experta en violencia doméstica de la Enfuse Action Collective, sostiene que en la evaluación de las necesidades de las mujeres del condado de Los Ángeles del 2022, encontró que 90% de las mujeres que experimentan desamparo también han sufrido trauma y hay una enorme conexión con la violencia doméstica, la violencia íntima perpetrada por un compañero y la violencia sexual.
“También sabemos a través del recuento de personas sin hogar de 2023 que alrededor de un tercio o el 35% de los latinos que se encuentran sin hogar también sufrieron violencia doméstica”.
Sobreviviente del desamparo y la violencia
Barbara Ramírez, coordinadora de servicios de la House Ruth, dijo que cuando tenía 21 años experimentó por primera vez el desamparo cuando su compañero bebía mucho y tenían muchos problemas.
“Era verbalmente abusivo. Yo vivía con su familia, y cuando decidieron irse a Texas, terminé en el desamparo; y es cuando decidí ir al Departamento de Asistencia Pública en Lincoln Heights, y pude conseguir un cuarto bonito en la Casa Ruth donde me aceptaron con mis hijos”.
Bárbara dice que estuvo en ese lugar por tres o cuatro meses hasta que le ayudaron a conseguir un departamento de la sección 8, y hasta la asistieron con muebles a amueblar y a que sus hijos fueran a la escuela.
“Un año más tarde me contrataron en la Casa Ruth para trabajar de noche, y después de un par de años, me convertí en gerente, asegurándome que todo funcionara bien”.
En la actualidad es coordinadora de servicios y siempre le dice a la gente que no tengan miedo de pedir ayuda.
La hermana Jennifer Gaeta, director ejecutiva de la House of Ruth, precisa que la mitad de su personal han sido sus clientes.
“Hay un equilibrio entre nuestro personal que ha sido clientes y aquellos de nosotros que llegamos para hacer más gestión creativa y crear programas, pero necesitamos trabajar y escucharnos unos a otros. Esa es nuestra mayor fortaleza”.
Dice que cuando las personas tocan a su puerta, llegan cargando con una bolsa azul de basura con sus pertenencias, que es todo lo que tienen.
“Han escapado de la violencia doméstica, llegan con sus niños y con frecuencia han olvidado su identificación y los papeles de la escuela de sus hijos, y lo que hacemos es sacar sus certificados de nacimiento y sus expedientes escolares para estabilizar a los niños; y desarrollamos un plan que involucra educación, entrenamiento laboral, asuntos legales”.
Dice que el trauma para quienes han experimentado violencia doméstica y desamparo es intenso.
Mujeres inmigrantes
La hermana Gaeta dice que tienen muchas mujeres inmigrantes y quienes no tienen un estatus legal, son las más vulnerables porque la pareja las amenaza con historias que no son verdaderas.
“Ahora estamos viendo más y más familias inmigrantes, que son un nuevo nivel de desamparo. Son mamás con niños que necesitan ayuda y estamos llevándoles servicios legales a través del financiamiento público y privado que hemos conseguido para el programa”.
Sin embargo, dice que tienen limitantes en cuanto a fondos en los casos en los que las familias necesitan quedarse más tiempo en sus albergues mientras encuentran vivienda.
“Trabajamos con ellas hasta que tengan un lugar seguro dónde vivir”.
Miedo a pedir ayuda
Barbara Kappos, directora ejecutiva del East LA Women’s Center, con 48 años abogando por las familias y sobrevivientes de violencia doméstica, sexual e íntima, dice que muchas mujeres inmigrantes tienen miedo de acceder a los servicios por temor a la deportación, y además están aisladas.
“Cuando un médico ha identificado a alguien que potencialmente está en una relación violenta, las mujeres temen que les quiten a sus hijos”.
Dice que han visto que la mayoría de las mujeres inmigrantes han tenido un viaje difícil y se han visto afectadas tanto por agresión sexual como por violencia doméstica e íntima.
“Sus traumas son múltiples. Por eso, cuando acuden a nuestros servicios, tenemos mucho cuidado de no volver a traumatizar a las personas y ayudarles a encontrar un camino de curación para estas mujeres que son resilientes y quieren trabajar y cuidar a sus hijos”.
Por eso es que apoyan a quienes están en sus albergues y hogares temporales a crear sus propios negocios, y en muchos casos las asisten para que obtener un permiso de trabajo, un número ITIN o una certificación laboral.
Mujeres mayores
Hizo ver que una tendencia actual es ver a muchas mujeres adultas, especialmente latinas vivir en las calles y en los parques porque quieren tener gente a su alrededor por seguridad.
“Hace un par de años hicimos un sondeo con adultas mayores de 50 años que viven en la calle o en sus carros, y descubrimos que el 90% han experimentado alguna forma de victimización al ser forzadas a tener actividades sexuales no deseadas mientras están sin hogar”.
Y menciona el caso de una adulta mayor latina, que fue asaltada sexualmente por un hombre joven.
“Ella mirándolo a la cara, le dijo que podía ser su abuela, al muchacho no le importó y continuó asaltando sexualmente. Eso se me quedó grabado porque estas personas sin hogar son traumatizadas a diario y es muy devastador ver esta situación”.