Organizaciones reciben apoyo para aumentar la readaptación de personas en el sur de LA

Amity Foundation y CASA of Los Angeles luchan para que más personas con problemas de adicción y encarcelamiento puedan tener una segunda oportunidad

La congresista Sydney Kamlager-Dove entrega cheque de apoyo a Amity Foundation y CASA of Los Angeles.

La congresista Sydney Kamlager-Dove entrega cheque de apoyo a Amity Foundation y CASA of Los Angeles. Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

Amity Foundation y CASA of Los Angeles, dos organizaciones sin fines de lucro que trabajan con exreclusos para que se reintegren a la sociedad, recibieron $1 millón de dólares y $640,000, respectivamente, para ayudar a las personas a evitar reincidir en actividades delictivas.

La congresista Sydney Kamlager-Dove (Distrito 37 de California), en compañía de Adrianne Todman, secretaria interina del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos (HUD) entregaron los cheques simbólicos: $1 millón para la Fundación Amistad,  para renovar las instalaciones de reingreso residencial ubicadas al sur de la calle Grand, y aumentar la capacidad de atención para los 184 residentes actuales.

La Fundación Amistad se dedica a la inclusión y habilitación de personas marginadas a causa de sus problemas de adicción, experiencias traumáticas, encarcelamiento, pobreza, discriminación racial o sexual, carencia de vivienda, y violencia.

Reunidos en el patio del edificio donde los exreclusos regresaron a un hogar, después de estar encarcelados, Doug Bond, director ejecutivo de la Amity Foundation, agradeció poder celebrar la reunificación familiar de hijos y familias donde “están esos vínculos que se conectan nuevamente en la comunidad para asegurarnos de que estemos sanando a familias enteras y realmente pensando en todos como un todo”.

Sherrie Bradford
Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

Entre tanto, CASA of LA recibió los fondos para su Programa para Jóvenes en Edad de Transición, que atiende a individuos de 12 a 17 años, y dependientes no menores de 18 a 21 años que se encuentran en el sistema de bienestar infantil que están en riesgo de entrada o reingreso al sistema de justicia.

CASA de Los Ángeles (CASA/LA) organiza a la comunidad para tomar medidas y defender a los niños y las familias en los sobrecargados sistemas de bienestar infantil y justicia juvenil del condado de Los Ángeles.

A través de una lente intencional, restaurativa y culturalmente relevante, en CASA/LA se capacita a adultos comprometidos, consistentes y solidarios que brindan acceso equitativo a recursos y conexiones que afirman la vida de los jóvenes.

4,000 jóvenes sin vivienda

“Hay historias que son muy duras, mezcladas con un montón de cosas que podrían ser difíciles de comprender para muchos”, dijo la congresista Kamlager-Dove. “Las presiones en nuestras comunidades, la presión de ser algún tipo de hombre y todo lo que eso significa cuando tal vez solo quieras aprender a ser tú mismo y estar bien en un espacio”.

Oscar Alexis Mejía
Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

Por ello, afirmó que ha querido ser compañera de viaje en ese descubrimiento de la persona, con altibajos para alcanzar la seguridad y la paz, que es difícil de alcanzar cuando no se tiene un lugar donde quedarse, ni una familia que respalde a la persona, o el ser humano no se sienta seguro.

“Esa es la esencia de Amity Foundation y CASA of Los Angeles”, subrayó, y agradeció a sus dirigentes, quienes atienden a numerosos jóvenes, a sabiendas de que la mitad de quienes están en hogares de crianza que no tienen una vivienda segura están en el condado de Los Ángeles.

En efecto, de acuerdo con Myfriendsplace.org, el condado de Los Ángeles alberga una de las poblaciones más grandes de jóvenes sin hogar del país, con más de 4,000 jóvenes sin una vivienda segura en una noche cualquiera.

La congresista Kamlager-Dove manifestó que, “se supone que HUD debe ayudarnos a encontrar vivienda, crear un espacio donde [los jóvenes] puedan compartir sus propias historias para que el gobierno pueda escucharlos y trabajar todos para ofrecer soluciones”.

La comunidad estuvo presente en la entrega del apoyo a las organizaciones.
Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

“Un viaje difícil”

Sherrie Bradford, miembro del personal de CASA LA, describió que, aunque tiene una personalidad alegre, no siempre fue así.

“Pronto descubrirán por qué mi apodo es Sherita”, dijo. “Mientras crecía, siempre supe que era diferente”.

Ella tenía seis o siete años cuando descubrió que sus padres biológicos no estaban a su lado.

“Mi color de piel era diferente, mi cabello era diferente”, dijo. “Y a la edad de 18 años, mi madre conoció el crack y pasaría los siguientes 30 años luchando contra esa adicción”.

Durante años, Sherrie luchó con sentimientos de abandono, resentimiento y se pregunta por qué su madre había elegido las drogas, en lugar de su hija.

“Navegar por el sistema de cuidado de crianza fue un viaje difícil”, describió. “Mis tutores mexicoamericanos a menudo pasaban por alto mis necesidades culturales, dejándome sentir aislada, a pesar de que me acogieron cuando tenía cuatro meses”.

Sherrie contó que soportó muchos malos tratos que dejaron cicatrices duraderas.

“Cuando cumplí 21 años me echaron, lo que me obligó a entrar en un mundo para el que no estaba preparada y carecía de habilidades de transición vitales”, expresó. “Me enfrenté a la falta de vivienda durante seis a ocho meses, me convertí en una estadística, cuando pensé que nunca sería así”.

La mujer afroamericana sostuvo que piensa en cómo su vida habría sido diferente si tuviera una casa, si quienes la cuidaban hubieran estado a su lado, y con su apoyo ella podría haber terminado antes el Colegio Comunitario.

“Podría haber encontrado una vivienda estable. No debería haberme visto obligada a tomar medicamentos, vivir con miedo de manejar mis propios documentos vitales y sentirme incapaz de obtener una licencia de conducir y llevar una vida de independencia y éxito”, añadió.

“Mi identidad cultural, también como niña afroamericana merecía reconocimiento y cuidado”, agrega. “Si mis necesidades hubieran sido defendidas en los tribunales podría haber desarrollado orgullo y confianza en quién era, y en última instancia, con el apoyo adecuado, mi viaje podría haberse transformado de una lucha a uno de empoderamiento”.

Su historia, afirmó, destaca la necesidad crucial de comprender la promoción en el sistema de cuidado de crianza.

“Espero que eso los inspire a todos al cambio”, señaló.

¿Qué hace realmente el gobierno federal?

La secretaria interina de HUD,  Adrianne Todman, compartió que un estudiante universitario preguntó con cierto cinismo: ¿Qué hace realmente el gobierno federal?

“Su gobierno federal en acción está en la respuesta a las necesidades de su comunidad”, dijo Todman, en referencia al financiamiento otorgado a la Amity Foundation y CASA of Los Angeles. “Esto es lo que se siente cuando el gobierno federal trabaja para ustedes”.

Explica que, para garantizar los fondos, se requieren líderes intencionales [Sydney Kamlager-Dove] que defiendan a la gente necesitada, “no a las grandes corporaciones”.

La historia de Oscar Alexis Mejía

A sus 37 años, Oscar Alexis Mejía afirma que todo está escrito en su vida, porque cada vez que entra a las instalaciones de Amity Foundation (Fundación Amistad) recuerda que allí pasó nueve meses de transición para reinsertarse en la sociedad.

“Salí [de la cárcel] el 23 de enero de 2023. Si conoces el proceso, entras con un uniforme azul”, declara. “No sabía lo que me depararía el futuro cuando entré en este edificio”.

Oscar Alexis Mejía usaba sustancias que lo llevaron a cometer delitos y a los 25 años entró a prisión.

Tras ser liberado y haberse encontrado con grandes personas de la Fundación Amistad, su vida dio un giro radical.

Desde el principio, el amor estaba presente. Todo mundo lo empezó a llamar por su nombre habitual.

¿Cómo te llamas? Y dije: Oh, Mejía”.

Me dijeron: “No, ¿cuál es tu verdadero nombre? Y yo dije, Óscar. Así que ahora comencé a convertirme en Oscar, esa persona que estuvo durante 10 años en prisión”.

Entonces el caparazón del ser humano comenzó a romperse tan pronto como entró en aquel espacio.

Y luego, naturalmente, quiso hacerse el duro, porque él mismo venía de un lugar así. Pero le fue difícil tratar de poner una fachada en un lugar donde automáticamente le estaban dando paz a su alma.

“Sin saberlo, solía sentarme aquí solo a las cuatro de la mañana. Oraba, leía mi Biblia y escuchaba esa fuente de inspiración: Dios”, dijo. “No sabía qué tan grande iba a ser eso para mi transición”.

“Cuando sentía que estaba solo, me di cuenta de que nunca estuve solo”, dijo a La Opinion. “¿La razón? Dios siempre estuvo conmigo, y me apoyo con Jesucristo, mi Señor y Salvador…A través de ese proceso de Jesús fui guiado”.

Pero Oscar Alexis Mejía no entendía qué tan importante iba a ser su siguiente paso: salir a la sociedad.

“Nunca…nunca llegué a experimentar esto”, narró. “No vengo de un lugar, de un hogar donde podamos despertarnos en una fuente o en un hermoso árbol para orar”, expresó.

Cuando llegó a Amity Foundation recibió mucho amor. La gente intentaba ayudarlo y ya no los rechazaba. Estaba abierto a la sanación de su alma.

Pero lo más importante es que su reingreso a la sociedad no terminó ahí. Cuando hizo la transición pensó en dos palabras: reunificación familiar.

“Ni siquiera sabía lo que significaban esas palabras”, recordó. “Tengo una familia que vive a 20 minutos de distancia [del 3745 S. Grand Avenue de Los Angeles] y todavía no nos conocemos”.

Oscar Alexis Mejía subraya que, en su familia, al igual que en la vida de mucha gente de la comunidad latina de bajos ingresos, la dinámica estructural familiar no existe porque los padres tienen dos trabajos y los hijos siempre están solos, rodeados de ambientes de alcoholismo, violencia domestica o violencia de pandillas.

“No era como llegar a casa, esperar y sentarse a la mesa a cenar juntos”, dice.

Pero él llegó a la Amity Foundation y creo una nueva familia.

“Aquí, me tocó pasar la ensalada, los espaguetis, riendo y disfrutando”, menciona. “Cuando experimenté esa sensación estaba llorando, porque nunca lo tuve en mi casa. Era un mundo completamente diferente y fue así como pude experimentar el amor de una familia”.

De hecho, Oscar Alexis compartió que recibió un mensaje de texto que le envió al azar Danny Romero: “Oye, ¿cómo estás, hermano? ¿Cómo va todo?”.

“No tenía que enviarme un mensaje de texto; ya había hecho la transición”, expresó . “Pero, él dijo: Sólo quiero decirte que te amo y estoy orgulloso de ti”.

El joven latino sonríe a la vida, porque, afirma: “Puedo llamar a Doug {Doug Bond, miembro de la Junta Directiva de la Fundación Amistad] y a muchos del personal cuando quiera. Eso es lo que significa la reunificación familiar”.

Oscar Alexis Mejía se dio cuenta que su familia inmediata no tiene por qué ser su familia.

“Podría crear una familia. Y este es un lugar donde cada vez que vengo es emotivo, porque aquí es donde todo comenzó para mí”, afirmó.

Agradecido por la oportunidad de vida que le dieron, Oscar Alexis Mejía sabe que muchas vidas cambiarán y como él, ampliarán su red de amigos y “familiares”.

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