Abren investigación federal a Tesla tras nuevos accidentes
El programa de conducción autónoma Full Self-Driving (FSD) de Tesla está siendo investigado por la NHTSA en EE.UU. tras varios accidentes, uno de ellos mortal
La seguridad en la conducción autónoma ha vuelto a ser tema de preocupación en los Estados Unidos, donde las autoridades federales han puesto el ojo en uno de los programas más avanzados y polémicos del mercado automovilístico: el Full Self-Driving (FSD) de Tesla.
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La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico por Carretera (NHTSA, por sus siglas en inglés) ha iniciado una investigación tras cuatro accidentes recientes vinculados al uso de este sistema, incluido uno que resultó en la muerte de un peatón.
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Estos incidentes ocurrieron bajo circunstancias de visibilidad reducida, como niebla, polvo o el resplandor del sol, condiciones que aparentemente afectaron el rendimiento del sistema FSD.
A pesar de las advertencias sobre la necesidad de que los conductores permanezcan atentos, la tecnología ha estado involucrada en situaciones donde la máquina no pudo reaccionar adecuadamente.
En uno de los casos investigados, el coche, con el sistema activado, no logró evitar atropellar a una persona, lo que ha generado un renovado debate sobre la fiabilidad y los límites de la autoconducción.
Investigaciones que suben de tono
La NHTSA, encargada de velar por la seguridad vial en Estados Unidos, ha señalado que uno de los puntos clave de la investigación será determinar si el sistema autónomo de Tesla tiene fallos en la detección de situaciones donde la tecnología debe desconectarse automáticamente, permitiendo que el conductor tome el control completo.
Aunque el Full Self-Driving se presenta como una solución avanzada de asistencia, sus limitaciones en entornos complejos, como condiciones climáticas adversas, han generado controversias, que se suman a la larga lista de retos que enfrenta la conducción autónoma a nivel global.
El interés de las autoridades estadounidenses no es nuevo. Desde su implementación, el FSD y su predecesor, Autopilot, han sido objeto de numerosas críticas y regulaciones debido a una serie de accidentes graves, algunos fatales.
La promesa de vehículos completamente autónomos aún está lejos de cumplirse, lo que pone en cuestión el mensaje que Tesla ha venido transmitiendo sobre sus capacidades.
Los defensores de la conducción autónoma argumentan que la tecnología está en fase de perfeccionamiento, pero los detractores señalan que los riesgos para los usuarios y el público son demasiado altos en esta etapa de desarrollo.
El contexto global y desafíos en China
Mientras Tesla enfrenta problemas en Estados Unidos, sus ambiciones internacionales también encuentran barreras, especialmente en China.
El gobierno chino ha decidido retrasar el lanzamiento del sistema Full Self-Driving en su mercado, argumentando preocupaciones sobre la seguridad de los datos y la precisión del mapeo que utilizan los vehículos autónomos de Tesla.
El reconocimiento cartográfico, esencial para la conducción autónoma, se ha convertido en un tema espinoso en el país asiático, donde las autoridades son estrictas con la recolección y uso de datos.
Tesla esperaba lanzar oficialmente su servicio de robotaxis en China, su segundo mercado más grande, en 2025.
Sin embargo, a pesar de los avances en tecnología, ningún sistema de conducción autónoma ha recibido luz verde en las carreteras abiertas del gigante asiático, ni siquiera por parte de los fabricantes locales.
La espera se alarga mientras Tesla sigue perfeccionando su software, pero las dificultades regulatorias podrían retrasar aún más sus planes.
La promesa incumplida de la conducción autónoma
El Full Self-Driving ha sido uno de los grandes motores de crecimiento de Tesla en los últimos años. Sin embargo, a pesar de su ambiciosa denominación, la tecnología no ha alcanzado el nivel de autonomía total que muchos esperaban.
A día de hoy, los conductores deben permanecer atentos al volante y estar preparados para intervenir en cualquier momento. Esto ha generado una desconexión entre las expectativas del público y la realidad técnica.
Elon Musk, CEO de Tesla, ha reiterado en varias ocasiones su optimismo acerca de los avances en inteligencia artificial que permitirán lograr una verdadera conducción sin intervención humana.
No obstante, los numerosos incidentes y las investigaciones que enfrentan en varios países sugieren que el camino hacia esa visión es más complicado de lo previsto.
En Estados Unidos, Tesla ya ha tenido que hacer frente a varias demandas y acuerdos extrajudiciales relacionados con accidentes. En 2018, un conductor de un Model X falleció cuando su vehículo se estrelló en Silicon Valley mientras utilizaba el Autopilot.
La compañía llegó a un acuerdo con la familia en abril de este año, lo que subraya los riesgos legales que enfrenta la automovilística.
Problemas con la tecnología y llamados a revisión
En 2022, Tesla se vio obligada a retirar más de 360,000 vehículos equipados con la tecnología FSD Beta, y a lo largo de su historia, ha tenido que revisar más de dos millones de coches por problemas relacionados con el software Autopilot.
Estas medidas han sido vistas por algunos como una señal de que la tecnología no está lista para su uso masivo, mientras que otros argumentan que son pasos necesarios en el desarrollo de una innovación disruptiva.
El futuro de la conducción autónoma parece depender tanto de avances tecnológicos como de la regulación gubernamental.
Las investigaciones en curso determinarán si el FSD de Tesla podrá superar los desafíos actuales y establecerse como una opción confiable en el mercado global, o si seguirá enfrentando obstáculos por la seguridad y las fallas percibidas en su funcionamiento.
El sistema Full Self-Driving de Tesla sigue siendo una promesa ambiciosa, pero su implementación está plagada de retos tanto tecnológicos como regulatorios.
Las investigaciones en Estados Unidos y las dificultades en mercados clave como China ponen en tela de juicio el futuro a corto plazo de esta tecnología. Mientras tanto, la seguridad sigue siendo la prioridad, y los organismos regulatorios no darán tregua hasta que las garantías sean absolutas.