Ni modo… Está entre el peor candidato y el ‘menos pior’

Indignante es que este sistema fallido no se debe a un mal diseño legislativo de nuestros Padres Fundadores, sino que desafortunadamente fue plan con maña

A Trump lo apoyan más hombres latinos sin estudios universitarios; Harris la respaldan más jóvenes y mujeres.

A Trump lo apoyan más hombres latinos sin estudios universitarios; Harris la respaldan más jóvenes y mujeres. Crédito: Alex Brandon | AP

Esta será probablemente una de las elecciones más difíciles, y no para alguno de los aspirantes a la presidencia de los Estados Unidos, sino para usted como votante. Ya hasta se convirtió en un cliché que en este país se vota entre el peor candidato y el “menos pior” (sin que alguien tema equivocarse al plantear dicho vulgarismo)… Pero nos guste o no, este sistema bipartidista no da para más.

Hoy es imposible negar lo reprochables que han resultado tanto Kamala Harris como Donald Trump apenas en sus campañas; basta con mencionar lo inmoral que resulta el apoyo incondicional que ambos le profesan de manera pública a los responsables del asesinato sistemático de más de 42 mil personas en la Franja de Gaza de acuerdo a cifras oficiales, la mayoría de estos niños, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk.

Y para nosotros como votantes mexicano-estadounidenses o como latinos en lo general, la única diferencia es que uno de esos dos candidatos nos quiere fuera de este país, pues constantemente amenaza en sus mítines con implementar un “esfuerzo” de deportación masiva muchísimo peor que el que llevó a cabo el expresidente Dwight Eisenhower en 1954, con el que deportó a no solamente 1.3 millones de inmigrantes mexicanos indocumentados, sino a ciudadanos estadounidenses naturalizados o incluso nacidos en Estados Unidos, pero que precisamente eran de origen mexicano.

Ni modo… Está entre el peor candidato y el “menos pior”, es algo que tenemos que aceptar, pues en estricto sentido la Elección Presidencial de los Estados Unidos no es democrática; no gana quien obtenga la mayor cantidad de votos emanados del Pueblo, sino quien consiga al menos una mayoría de 270 “votos electorales” de los 538 delegados repartidos, honestamente, de forma arbitraria.

No, la verdad es que no se justifica que California tenga 54 delegados y Missouri 10, por ejemplo, pues por más que se argumente que cada estado tendrá un número de delegados igual a su representación en el Congreso, la cual supuestamente depende de la población según el censo decenal, al final un voto de un californiano en estricto sentido tendría que valer lo mismo que el voto de un misuriano, pues de eso se trata la democracia.

Indignante es que este sistema fallido no se debe a un mal diseño legislativo de nuestros Padres Fundadores, sino que desafortunadamente fue plan con maña. En el Federalist Paper No. 68, del 14 de marzo de 1788, Alexander Hamilton describe el Colegio Electoral como un mecanismo para asegurar que la elección del presidente recayera en personas más “capacitadas”, quienes tomarían decisiones en el mejor interés del país:

“También resultaba particularmente deseable el conceder la menor oportunidad al desorden y al tumulto. Este mal no era el menos temible tratándose de la elección de un magistrado que tan importante papel ha de desempeñar en la administración del gobierno como el presidente de los Estados Unidos. Pero las precauciones tan felizmente combinadas en el sistema que estudiamos prometen asegurarnos efectivamente contra estos males” (Hamilton, A. “The Federalist Papers: No. 68”).

236 años después, los estadounidenses ya deberíamos sentirnos mayores de edad y definitivamente “capacitados” para tomar nuestras mejores decisiones. Hamilton podrá tener un musical muy moderno y sexy, pero nos condenó, nos condenaron los Padres Fundadores, a una crisis democrática en la que injustificadamente tenemos que elegir entre solo dos partidos, dos candidatos, por más indecorosos que sean.

Permítame ser brutalmente honesto con usted: Sin ánimos de decepcionarle, es importante que sepa a menos de dos semanas de la elección, que votar por cualquiera de los candidatos independientes en estos momentos es tirar su voto a la basura. En 1992 Ross Perot intentó la hazaña y de hecho obtuvo casi el 19 por ciento del voto popular, pero no consiguió ni un solo voto electoral, ya que no ganó en un solo estado, es decir, es imposible obtener votos en el Colegio Electoral sin una victoria estatal decisiva.

Haciendo una simulación con Inteligencia Artificial y en términos de probabilidades matemáticas, queda claro que las posibilidades son extremadamente bajas de que gane por ejemplo la Dra. Jill Stein, la candidata del Partido Verde y quien más se podría acercar (ínfimamente) a Kamala Harris o a Donald Trump.

Pero no se desilusione, si bien en esta elección es Harris o Trump, hay otros puestos de elección popular y determinaciones que sí podremos elegir… Además, sí está en nuestras manos el reformar el sistema electoral actual y tal vez, solo tal vez, que la próxima elección pueda ser definida por el Pueblo y para el Pueblo.

(*) J. Antonio Ruiz H. es un periodista mexicano egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García; cuenta con título por esa institución y cédula profesional expedida por el Registro Nacional de Profesionistas de la SEP. Actualmente, es el director general de Noticias en Sin Censura TV, en donde además colabora con sus comentarios al aire como conductor del programa “Al Despertar con Antonio Ruiz”.

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