La vitamina K2 reduce el efecto de los calambres nocturnos en las piernas
La vitamina K2 podría reducir la frecuencia, severidad y duración de los calambres nocturnos en piernas en adultos mayores, según un nuevo estudio chino
Un estudio reciente realizado en China y publicado en JAMA Internal Medicine explora el potencial de la vitamina K2 como tratamiento para los calambres nocturnos en las piernas (CNP), un problema común en adultos mayores.
Estos calambres afectan entre el 60% y el 70% de los adultos, y alrededor del 20% de las personas que los padecen reportan síntomas graves que interfieren en su sueño y calidad de vida.
La necesidad de opciones de tratamiento para esta afección ha sido un desafío para la medicina, ya que la mayoría de los tratamientos tradicionales, como el magnesio o los bloqueadores de los canales de calcio, carecen de evidencia sólida de efectividad, y otros como la quinina se han desaconsejado por sus efectos secundarios graves. Esto ha dejado a los profesionales de atención primaria con pocas opciones seguras para recomendar a quienes buscan alivio.
La vitamina K2 había sido identificada previamente como una terapia segura y prometedora en pacientes de diálisis para reducir calambres musculares, lo que despertó el interés de los investigadores en examinar su efecto sobre los calambres nocturnos en las piernas en personas mayores.
El estudio consistió en un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo, llevado a cabo en dos hospitales en China, con el fin de garantizar la precisión y la objetividad de los resultados.
Para participar, los investigadores reclutaron personas mayores de 65 años que habían experimentado al menos dos episodios de CNP en las dos semanas anteriores. Aquellos con condiciones de salud específicas o que habían consumido recientemente vitamina K2 fueron excluidos para asegurar la homogeneidad del grupo.
De los participantes seleccionados, la mitad recibió una cápsula diaria de 180 microgramos de vitamina K2, mientras que la otra mitad recibió un placebo visualmente idéntico. Ni los participantes ni el personal de investigación sabían a qué grupo pertenecía cada persona, manteniendo así el doble ciego necesario para reducir sesgos.
Los episodios de calambres nocturnos disminuyen
El estudio se extendió a lo largo de ocho semanas, y durante este periodo los participantes registraron en un diario la frecuencia, intensidad y duración de cada episodio de CNP. Cada semana, el personal de investigación contactaba a los participantes para verificar la adherencia y anotar posibles efectos secundarios.
En cuanto a los resultados, el principal indicador fue el promedio de episodios de calambres que cada participante experimentó semanalmente durante el ensayo. Como medidas secundarias, se evaluaron la gravedad y la duración de cada calambre.
De los 199 participantes que completaron el estudio, la mayoría tenía alrededor de 72 años, y más del 54% eran mujeres. El cumplimiento de la dosificación fue elevado en ambos grupos, oscilando entre el 86% y el 92%.
Al inicio del ensayo, ambos grupos presentaban frecuencias similares de calambres semanales: los que recibieron vitamina K2 reportaron un promedio de 2.6 calambres por semana, mientras que el grupo placebo experimentaba 2.71.
Sin embargo, al final del estudio, las diferencias fueron evidentes. Los participantes que tomaron vitamina K2 informaron una notable reducción en la frecuencia de los calambres a un promedio de 0.96 episodios semanales, en comparación con un aumento en el grupo placebo, que alcanzó 3.63 episodios por semana. Este resultado fue estadísticamente significativo y, además, el grupo que tomó vitamina K2 también mostró reducciones en la severidad del dolor y la duración de cada calambre.
Los investigadores no observaron efectos secundarios relacionados con el uso de la vitamina K2, lo cual es alentador, ya que sugiere que esta terapia es segura para personas mayores que no toman anticoagulantes, ya que la vitamina K2 podría interferir con estos medicamentos.
Aunque los resultados son prometedores, los investigadores destacan que su estudio no incluyó evaluaciones sobre el impacto en la calidad del sueño ni en la calidad de vida de los participantes. Estas variables, según el equipo, podrían haber reducido la adherencia al estudio y dificultado la participación de algunos adultos mayores.
Sigue leyendo: