Cómo los adolescentes pueden usar las redes sociales para reducir el estrés

La salud mental de los jóvenes se beneficia más de un uso consciente de redes sociales que de evitarla. Un enfoque intencional mejora el bienestar

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Los adolescentes están expuestos a críticas y otras formas de agresiones a través de las redes sociales. Crédito: Antonio Guillem | Shutterstock

Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Columbia Británica ha revelado que la clave para una mejor salud mental entre los jóvenes adultos no reside en el tiempo que pasan en redes sociales, sino en la forma en que interactúan con ellas.

Liderado por la profesora de psicología Dra. Amori Mikami, el estudio muestra que reducir las comparaciones dañinas y fomentar conexiones significativas en línea es fundamental para reducir la ansiedad, la depresión y la soledad en esta población.

Los hallazgos del estudio, publicados en el Journal of Experimental Psychology General, sugieren que un uso intencional y reflexivo de las redes sociales puede ser más efectivo para mejorar la salud mental que simplemente dejar de usarlas.

De hecho, aunque el abandono total de redes sociales podría reducir la ansiedad y la depresión, esta medida también incrementa el riesgo de aislamiento y soledad, al cortar el contacto con amigos y familiares, según explicó la Dra. Mikami.

La investigación se centró en adultos jóvenes, un grupo especialmente afectado por el uso de las redes sociales y su impacto en el bienestar. Se sabe que la mayoría de los jóvenes de entre 17 y 29 años usan activamente las redes sociales, lo cual ha levantado preocupaciones sobre cómo esto afecta su salud mental.

Bienestar emocional

El equipo de la Dra. Mikami buscó ir más allá de los estudios anteriores y analizar si la forma en que las personas interactúan con las redes sociales podría ser un factor crucial en su bienestar emocional.

Para llevar a cabo el estudio, se reclutaron a 393 adultos jóvenes en Canadá que habían manifestado síntomas de ansiedad o depresión relacionados con el uso de redes sociales. Los participantes fueron divididos en tres grupos: uno de control que mantuvo sus hábitos normales, un grupo de abstinencia que se comprometió a dejar de usar redes sociales completamente y un grupo “tutorial” que recibió entrenamiento para emplear las redes de manera más intencional.

El grupo tutorial fue instruido para crear conexiones en línea significativas y evitar interacciones que promovieran la autocomparación. Los investigadores les enseñaron a seguir cuentas que les inspiraran positivamente, a dejar de seguir aquellas que generaban envidia o autocrítica, y a limitar el tiempo de navegación para evitar desplazamientos interminables.

Esta orientación ayudó a los participantes a gestionar mejor sus experiencias en línea y a mitigar los efectos negativos de la autocomparación, un factor asociado a la ansiedad y la baja autoestima.

Los resultados fueron reveladores: tanto el grupo de abstinencia como el grupo tutorial experimentaron una disminución en la ansiedad y la depresión, aunque en diferentes aspectos. Aquellos que abandonaron las redes sociales vieron una reducción más pronunciada en los síntomas depresivos y ansiosos, pero su sentimiento de soledad no mejoró.

En cambio, el grupo tutorial, aunque no redujo tanto el uso de redes, experimentó mejoras en su bienestar social y una disminución en la sensación de soledad y en el miedo a perderse algo, conocido como FOMO.

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