Nostalgia, historia y muchos momentos felices llegan con las Posadas
Como cada año y desde 1930, en la Calle Olvera se celebra esta tradición navideña que atrae visitantes de muy lejos
La última vez que Juan Salinas estuvo en la Placita Olvera fue hace 10 años, pero ahora trajo a su hijo Matías para que pudiera experimentar las tradicionales Posadas.
El padre mencionó que su hijo recién aprendió de las Posadas y el niño le preguntó a su padre porque ellos no lo hacen.
“Normalmente no veo este tipo de cosas con tanta frecuencia en el lugar donde vivo y donde trabajo”, explicó Salinas, quien vive en el condado de Orange. “Aquí hay muchas costumbres diferentes. Es bueno venir y verlas, solo para que aprenda porque, lamentablemente, estamos empezando a perderlas, pero es importante recordarlas”.
Decenas de personas llegaron a la Placita Olvera para la séptima noche de las Posadas donde disfrutaron de un baile folclórico, una piñata llena de dulces, la procesión de los peregrinos y por supuesto pan dulce y champurrado.
Según uno de los comerciantes, se han celebrado las Posadas en la Calle Olvera desde el 1930 y hasta la fecha han mantenido la tradición mexicana.
Las Posadas conmemoran el viaje de José y María desde Nazaret hasta Belén y su búsqueda de un refugio en preparación para el nacimiento de Jesús, de acuerdo con el sitio web de la Placita Olvera.
Agregan que las posadas se celebran del 16 al 24 de diciembre en México y otros países de América Latina, donde los participantes viajan de casa en casa, como lo hicieron José y María en Belén, solo para ser rechazados hasta que encontraron un lugar donde naciera Jesús.
Recuerdos
Desde que Tina Hartnett era niña, su familia tiene un negocio familiar en la Calle Olvera; ella vende manualidades y siempre veía y quiso ser parte de las celebraciones de las Posadas.
“Mis padres nos traían a mí y a mis hermanos, luego traje a mis hijos y ahora mi hijo trae a mis nietos”, dijo Hartnett, quien ahora trabaja en la Placita Olvera. “Así que es algo especial en la familia”.
Cada año dejan a María y José en la tienda de Hartnett para el 24 de diciembre, una tradición que le dejaron sus abuelos.
Creció viendo la procesión
Como otros hijos de comerciantes en la Placita Olvera, Víctor Flores creció viendo la procesión.
“Desde que era pequeño corría por la calle y todas las noches nos preparábamos para estar en la Posada”, dijo Flores, quien recuerda que se imaginaba querer ser un adulto pronto y participar en la organización de la celebración navideña como lo hace hoy.
Ahora Flores lidera la procesión cada noche entre el humo penetrante del copal.
El latino dice que heredó el trabajo de liderar la procesión después de que un familiar ya no pudo hacerlo, pero dice que le encanta ser parte de ello porque a su madre, quien falleció en el 2006, le encantaban las Posadas.
“A ella le gustaban todos los eventos de la Calle Olvera, pero este era su favorito”, dijo Flores.
La temporada navideña es su favorita
Jimena Jiménez formó parte del grupo Ballet Coco, que hizo una actuación de baile cerca del área donde los niños le pegaron a la piñata.
Para la joven latina, este día fue la primera vez que tomó parte en una actuación después de cuatro años. Ella explicó que encontró en la actuación una nueva pasión.
Agrega que la temporada navideña es su favorita porque une a su familia y disfruta estar con ellos.
“Soy parcial porque me encanta la Navidad, como me encantan todas las cosas que hacemos, como las Posadas, por ejemplo, porque siento que une a los latinos en general”, dijo Jiménez. “En esta temporada puedo ver a familiares que no veo todo el tiempo, porque todos somos de diferentes partes del estado y es el único momento en el que estamos juntos”.
Otro de los participantes, quien llegó desde Nueva York para celebrar las Posadas fue Fidel Lazcano, quien llegó a la Placita Olvera con amigos y familiares.
Llegó desde Nueva York
Desde que era niño, Lazcano dice que siempre celebraba las posadas en Oaxaca.
“Realmente todas las posadas son diferentes, pero lo que sí recuerdo mucho cuando yo crecí es que se hacían las piñatas con las ollas de barro”, explicó Lazcano. “Eran pocos dulces lo que traía la piñata, pero más se disfrutaba era el convivio”.