Un “nuevo” orden

En Estados Unidos ya no parece gobernar el presidente y el balance de poderes es aparentemente ya cosa del pasado

Elon Musk y Donald Trump en la Oficina Oval.

Elon Musk y Donald Trump en la Oficina Oval. Crédito: Alex Brandon | AP

Claramente, Estados Unidos “no es lo que era antes” en el contexto de un nuevo orden multipolar guiado por el gran capital de la tecnocracia que parece dividirse entre aquellos que se dicen progresistas y no reconoce fronteras y aquellos que proclama los valores nacionalistas de la extrema derecha. No obstante las encarnizadas batallas ideológicas libradas por las élites, las grandes empresas de tecnología de la información parecen adaptarse y guiar ellas mismas la geopolítica en la era actual, así como los procesos políticos en distintas naciones de forma selectiva. El enigma principal radica en el futuro de Estados Unidos que, por un lado, parece navegar dentro de esta batalla cultural y, al mismo tiempo, parece atender a los intereses de las élites mismas, es decir, a las agendas de una tecnocracia maleable ideológicamente.

Actualmente, en Estados Unidos ya no parece gobernar el presidente y el balance de poderes es aparentemente ya cosa del pasado. En el país que fuera la potencia mundial en los 1990s y principios de nuestro siglo, parece gobernar ahora el hombre más rico del mundo. La foto más emblemática de los últimos tiempos, fue la de un hombre ya viejo en la Oficina Oval de la Casa Banca en Washington—que parecía cansado y fastidiado—escuchando el discurso de un oligarca tecnócrata con su legado en hombros. Eran Donald Trump, Elon Musk y el hijo del segundo. Este último embarraba “mocos” en el escritorio de la oficina del presidente y parecía silenciar al anciano. La foto muestra aparentemente quién ejerce el poder real en Estados Unidos (hoy y más adelante). La imagen representaba fielmente el fin de una era en que las élites económicas dirigían tras bambalinas a los políticos. Llegó la hora en que los oligarcas decidan directamente el destino del mundo—sin pesos ni contrapesos.

Aún no sabemos si estos oligarcas quieren gobernar sin fronteras o mantendrán al Estado-nación, enfocándose en volver a hacer a “América Grande”. Al principio de esta nueva era, parecería que se quiere terminar con todo lo hizo a Estados Unidos una superpotencia. En sólo unas semanas, un empresario e influencer—que se convirtió dos veces en Presidente—firmaría múltiples órdenes ejecutivas que, en apariencia, derribarían de una vez por todas un orden global caracterizado por tener a Estados Unidos a la cabeza. En la segunda era de Trump, este país desmantelaría su burocracia y la estructura actual de sus servicios de inteligencia, pactaría con Rusia, cerraría las puertas a la inmigración indocumentada y demolería a la agencia misma que extendió y mantuvo el imperialismo estadounidense por excelencia en las últimas décadas (la USAID). Estados Unidos podría dejar de ser amigo y verdugo del mundo (en apariencia) al mismo tiempo. Los recortes masivos a la ciencia y la medicina de Trump cambiarían también la lógica del desarrollo americano y el liderazgo mundial. Quizás serán China y otras naciones, los beneficiarios principales en un nuevo orden global.

Valdría la pena analizar el alcance de cada una de las órdenes ejecutivas de Trump e identificar claramente a los beneficiarios finales de las mismas- Por ejemplo, en el caso de las deportaciones masivas—y si éstas se llevan a cabo como se anuncian—la afectación a la sociedad estadounidense sería muy significativa. No se prevé cómo se cubrirían las fuentes de empleo que dejarían vacías los inmigrantes indocumentados, ni cómo se haría frente a la inflación resultante. Los inmigrantes hacen de América Grande. No se entiende esa decisión a menos de que los puestos de trabajo que dejarían vacíos los indocumentados sean ocupados por robots—de esos que crean y benefician, en su gran mayoría, a empresarios como Musk.

Podríamos entonces encaminarnos hacia un totalitarismo tecnocrático o quizás hacia una especie de tecno-feudalismo como lo describe Yanis Varoufakis. No cabe duda que, desde Estados Unidos, se está gestando un gran cambio. Al grito de “Hacer a América Grande De Nuevo” (Make America Great Again), parece más bien que el imperio estadounidense se desquebraja de una vez por todas y se hace cada vez más pequeño. Y, aunque aún no se ven las cosas claras, parece que sí somos testigos de un nuevo orden.

(*) La Dra. Guadalupe Correa-Cabrera es profesora de la Escuela Schar de Política y Gobierno en la Universidad George Mason. 

Los textos publicados en esta sección son responsabilidad única de los autores, por lo que La Opinión no asume responsabilidad sobre los mismos.

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