‘Cheto’ Polanco: Del garaje a su panadería estilo Copala, Guerrero
El sueño finalmente se hizo realidad; no solo venden pan sino nostalgia; y dan empleo a cuatro

Al activista y diputado migrante Aniceto "Cheto" Polanco se le hace el sueño de tener su propia panadería artesanal. Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia
Desde hace dos meses, el activista afromexicano y diputado migrante Aniceto “Cheto” Polanco y su esposa Nolberta, dejaron el garaje de su casa para abrir su propio establecimiento en la ciudad de Compton en el condado de Los Ángeles.
El resultado, ha sido todo un éxito. Los clientes están cayendo como gotas de agua sin parar.
“Este local es un esfuerzo de trabajo como familia migrante. Hemos luchado mucho para hacer realidad nuestro anhelo. Significa tener ganas de sacar adelante tu familia, de una u otra forma, y a veces no se tienen los recursos económicos. Tienes que empezar tu sueño con lo que dispongas en ese momento, y a darle”, comparte emocionado.
“Cheto” como se le conoce en la comunidad de Los Ángeles, es desde septiembre de 2024, diputado migrante en el Congreso de México, por lo que tiene que ausentarse del hogar durante semanas.
“Es un poco difícil cuando él no está. Yo tengo que hacer sola todo el trabajo, pero tenemos cuatro trabajadores que son mi apoyo, y mis tres hijos también nos echan la mano. En total, somos diez trabajando en la panadería”, dice Nolberta.

Al pan que venden “Cheto” y Nolberta se le siente el sabor a pueblo en la primera mordida.
“Este pan viene de la receta de las abuelitas. Es un pan artesanal que se hace en Copala, nuestro pueblo en la Costa Chica de Guerrero. Aquí no existe, por eso tenemos mucha demanda”.
“Cheto” dice que cuando la gente que lleva 5, 20, 30 o 40 años fuera de México, se come uno de sus panes, le vienen muchos recuerdos a la memoria.
“Tenemos que ir a México a traer productos para pegarle el toque que haga que tu subconsciente te lleve a esos años que vivimos en la infancia”.
Nolberta dice que sus clientes no son solo del estado de Guerrero sino de todos los estados de México, y otros países como Guatemala, Puerto Rico y El Salvador.

El sueño de abrir una panadería en Los Ángeles nació hace muchos años.
“Ese sueño lo veía lejos. Nunca imaginé que se realizaría. Creo que cuando uno piensa las cosas, y no las dice, se logran”, dice Nolberta.
Empezaron en la cocina de su casa en Compton, vendiendo el pan entre las amistades, pero cuando las redes sociales estallaron durante la pandemia, aumentó la clientela y se fueron a hacer el pan al garaje de la casa.
“Cheto” reconoce que es a su esposa a quien le gusta hacer el pan, aun cuando él creció en una panadería en su pueblo, en Copala, Guerrero.
“En la casa de mi mamá, teníamos la panadería. Hacíamos el pan a mano en hornos de barro. A mi me tocaba hornear. Yo quedé traumado porque tenía 15 años y se me hacía muy pesado”.

Pero cuando vino a este país con su esposa Nolberta, no tuvo manera de huirle al oficio, ya que ella que también venía de una familia de panaderos, le pidió comprarle una máquina revolvedora para hacer pan y un honor.
“Ella lo empezó como un hobby en sus días de descanso de asistente de enfermera, pero cuando las benditas redes sociales propagaron la noticia del pan estilo Copala, Guerrero, empezaron a llegar los pedidos y nos fuimos al garaje a hacer el pan”.
“Cheto” se vio forzado a sumarse al trabajo cuando se quedó sin empleo, y fue Nolberta su maestra panadera.
“Es duro hacer pan, pero lo que más me gusta es que estamos generando empleo para otras personas, y eso me llena de orgullo, además de llevar esa nostalgia que el pueblo quiere sentir”.
El siguiente paso – dice Cheto – es volver a hacer envíos por todo el país para que a través del pan, la gente tenga ese pedacito de la Costa Chica en cualquier parte que se encuentre.
“A veces no es ni el dinero lo que nos motiva sino llevar ese sentimiento a la gente que no puede ir a su tierra. Estamos cumpliendo esa misión”.

Cuando “Cheto” ganó la oportunidad de ser diputado migrante, su esposa lo llamó loco, por aceptar la curul en lugar de quedarse a ayudarla a dar forma al sueño que tanto anhelaron.
“Me dice que estoy perdiendo, porque allá en México se gana en pesos, y aquí en dólares. Pero no todo es dinero. Con mucha satisfacción, como diputado migrante, estoy contribuyendo con mi nación y mi patria”.
Pero lo que más lo anima, dice es que el día que se vaya de esta tierra, no se va a llevar nada.
Sin embargo, asegura que se irá satisfecho de que haber cumplido con su patria, sus paisanos y su familia.
“A nuestros tres hijos, les hemos dado carreras universitarias, son profesionistas”.

Lo que es más, sostiene que su esposa y él como la mayoría de los inmigrantes, son gente trabajadora que viene a este país a contribuir y a generar riqueza.
“También hay que agradecer a Estados Unidos, que nos abrió las puertas y nos dio las oportunidades para poner un negocio. No ha sido fácil. La panadería requiere mucha dedicación, esfuerzo, perseverancia y echarle ganas; y aquí estamos para servirles. Los invitamos a que vengan a probar un pedazo de la tierra mexicana”.
La panadería Pan Estilo Copala Guerrero abre de martes a domingo, de 6 de la mañana a las 8 de la noche, y cierran los lunes.
Se encuentra en el 12919 Sur Atlantic Avenue esquina con la calle Rosecrans, Compton, 90221.
Para hacer pedidos de pan, llama al 310-735-2772.